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Para la noche del domingo 28 el panorama ya estaba lo suficientemente claro. La coalición gobernante de izquierda, integrada por el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y Unidas Podemos, había caído dramáticamente en las elecciones municipales y regionales celebradas en España. Los mismos comicios que tanto el oficialismo como la oposición se habían encargado de convertir en una suerte de sondeo o referéndum a la gestión del jefe de Gobierno, Pedro Sánchez.
MIRA: Elecciones adelantadas en España: “Lo de Pedro Sánchez es el manotazo del ahogado o la reacción de un niño enojado”
Durante la madrugada del lunes 29, Sánchez tomó la decisión que horas más tarde sorprendería a propios y extraños. Las elecciones generales, previstas para diciembre de este año, se adelantarán al 23 de julio. “Asumo en primera persona los resultados y creo necesario dar una respuesta y someter nuestro mandato democrático a la voluntad popular”, explicó Sánchez durante una rueda de prensa ofrecida desde el Palacio de la Moncloa.
Después de un 2019 en el que habían teñido casi todo el mapa político español de rojo, el PSOE ha visto cómo importantes bastiones como la Comunidad Valenciana, Aragón, Extremadura, La Rioja, Baleares o Cantabria pasarán a manos de su eterno rival, el derechista Partido Popular (PP).
En total, el PP se hizo con el 31,5% de votos totales durante las elecciones municipales, mientras que el PSOE quedó con el 28,1% de los mismos.
El panorama fue igual de desalentador para los aliados del oficialismo. La extrema izquierda, representada por Unidad Podemos, retrocedió en casi todos los parlamentos de las comunidades autónomas, quedando incluso sin representación en la Alcaldía de Madrid. Esto se explica, en cierto modo, en la división de votos que existió tras la presentación de Sumar, partido liderado por la vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz.
La otra cara de la moneda lo vivió la extrema derecha con Vox consiguiendo triplicar su número de concejales y abriéndose paso en regiones tan reacias como la catalana.
“En las democracias parlamentarias, la permanencia de los primeros ministros -jefe de Gobierno en el caso español- depende de la contingencia política. Usualmente, cuando se detecta que hay un desbalance o una representación que está virando, llaman a elecciones porque se dan cuenta que los tiempos políticos han cambiado. Es una especie de voto de confianza, por ponerlo en términos peruanos”, explica a El Comercio el decano de la facultad de Ciencias Humanas y Educación de la UPC, Mauricio Novoa.
El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, anunció desde el Palacio de La Moncloa en Madrid el adelanto de elecciones generales para el 23 de julio.
/ BORJA PUIG DE LA BELLACASALos errores de Sánchez
El COVID-19, la turbulencia económica y la polarización de la sociedad son tres factores que han marcado estos cinco años de Sánchez en el poder. El político socialista de 51 años, que en el 2015 y 2016 cosechó los peores resultados en la historia del PSOE, llegó al poder en junio del 2018 con el sorpresivo apoyo de los nacionalistas catalanes y vascos.
En el 2019 sobrevivió a nuevas elecciones tras una crisis. Su salvavidas fue una alianza con la izquierda radical, la misma con la que meses antes había rechazado pactar asegurando que no podría dormir tranquilo por las noches. En su gestión, Sánchez se ha preciado de impulsar varias reformas sociales, de nombrar al gabinete ministerial con más mujeres en la historia del país y aumentar el salario mínimo en un tercio en estos cinco años.
La oposición, sin embargo, lo acusa de haber hecho concesiones inaceptables a los independentistas, los españoles ven la crisis económica (43,5%) y el paro (34,8%) como los principales problemas del país según el Barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) y el propio Sánchez es señalado de haber destinado más de 10 mil millones de euros del erario público a promesas de campaña durante los últimos comicios regionales en los fue protagonista, pese a que su puesto no estaba en juego.
La crisis económica y el paro son considerados dos de los principales problemas por los españoles.
Entre sus cuestionadas relaciones con movimientos radicales resalta la que mantiene con EH Bildu (Euskal Herria Bildu), coalición de partidos de izquierda y extrema izquierda vasca que incluyó en su lista a siete etarras que habían cumplido condenas. Ante el escándalo, Sánchez tuvo que encarar a la portavoz de Bildu en el Congreso y decirle que se habían “equivocado en la elaboración de las listas municipales”.
“En el discurso español de los últimos años encontramos que tener una bandera en tu casa es considerado ser fascista. Toda voz que pidiera tener algún control sobre la migración era considerada fascista. Tú no puedes vivir sin dar crédito a algunas de las demandas legítimas que pueda tener quien está al otro lado de tu espectro ideológico. Esa es una característica de estas izquierdas radicales, representadas en Podemos y empoderadas en este gobierno porque sin ellos Sánchez no podría haber formado coalición. Los resultados, como ha demostrado esta elección, han terminado siendo desastrosos”, explica Novoa.
La alianza de Sánchez con Bildu fue centro de críticas de la oposición y de algunos miembros del propio PSOE.
La estrategia en curso
El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, celebró el adelanto de elecciones y afirmó que responde al “deseo de cambio” de los españoles. “La tendencia, como sucedió en el caso chileno con el segundo intento por cambiar la Constitución, es que este adelanto favorezca al PP, que es percibido como el partido de los razonables”, comenta Novoa.
Sin embargo, podría ser también la última carta bajo la manga de Sánchez, pues le ahorrará 4 o 5 meses de enfrentamientos con la ahora mayoritaria oposición que podrían debilitarlo.
El jefe de Gobierno, además, podría estar apuntando a actuar cuando el terreno aún sigue inestable para sus cada vez más incómodos aliados de Podemos y forzará a que el PP sostenga unas negociaciones poco placenteras con los cada vez más necesarios radicales de Vox.
Esta última, cabe resaltar, será una conversación en la que los conservadores querrán ceder el menor terreno posible, mientras que los ultraderechistas buscarán aumentar su protagonismo nacional.
“Veremos si ellos serán capaces de lograr acuerdos políticos en una especie de lógica madurez política”, apunta el analista.
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