Los habitantes de la ciudad de Harar, en el este de Etiopía, no le tienen miedo a las hienas.
Estos animales salvajes, cuya mordedura es diez veces más fuerte que la de un humano, se acercan por las noches y reciben suculentos pedazos de carne cruda de manos de los llamados hombres hienas.
Gracias a esta tradición, dicen los residentes, la ciudad se mantiene limpia y las fieras no atacan al ganado.
La relación con los animales es tan cercana que es incluso una atracción turística.
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