Era el 23 de agosto del 2019 en pleno centro de Berlín. A plena luz del día, un hombre de 40 años se encontraba en el Tiergarten, un conocido parque de la capital alemana. De pronto, un ciclista que lo seguía toma una pistola con silenciador y le dispara dos veces por la espalda. Cuando la víctima estaba en el suelo, el asesino lo remata en la cabeza.
Poco después, el atacante fue capturado y es ahora el nuevo centro de tensión entre Alemania y Rusia. Un ajusticiamiento que se ha vuelto un asunto diplomático y que está poniendo más enojo entre dos países que siempre se han mirado con recelo.
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El martes, un tribunal de Berlín condenó a Vadim Krasikov, un ruso de 56 años, a cadena perpetua luego de ser declarado culpable del asesinato de Tornike Kavtarashvili, un georgiano de origen checheno que había participado en la segunda guerra de Chechenia contra las fuerzas rusas y que vivía en Alemania desde el 2016 como asilado.
Para la justicia alemana, el asesinato se cometió por encargo de los servicios rusos de inteligencia, y que el atacante tenía la orden de “liquidar” a la víctima, que fue calificado por el propio Vladimir Putin como un “combatiente muy cruel y sanguinario”.
Tras conocerse la condena, la ministra de Exteriores alemana, Annalena Baerbock, calificó el asesinato de “ejecución en toda regla” y, tras convocar al embajador ruso, declaró a dos de sus diplomáticos como personas no gratas.
La respuesta del Kremlin no tardó en llegar y este jueves rechazó la sentencia: “Estamos categóricamente en desacuerdo con estas conclusiones y esta definición”, dijo en una conferencia el portavoz del Gobierno Ruso, Dmitri Peskov.
Sin embargo, no es la primera vez que agentes rusos realizan ajustes de cuentas en suelo extranjero: Alexander Litvinenko y Sergüei Skripal (aún vivo) son solo algunos nombres de exespías que fueron envenenados en los últimos años. “Durante la era soviética, la KGB cometió dos de los asesinatos más famosos de su historia en suelo alemán, cuando mataron a dos líderes de la resistencia ucraniana en Múnich”, recuerda a este Diario el analista internacional Roberto Heimovits.
En el juicio, la fiscalía alemana ya había señalado claramente a las autoridades rusas. “El acusado fue comandante de una unidad especial de los servicios secretos rusos FSB”, afirmó el fiscal Lars Malkies en su requisitoria el 7 de diciembre.
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¿Un nuevo giro?
Poco después de la muerte del opositor checheno, la entonces canciller Angela Merkel no dudó en expulsar a dos diplomáticos rusos en protesta por lo que consideraba una falta de cooperación de Moscú en las investigaciones sobre el caso. Rusia, que negó cualquier responsabilidad en el asesinato, respondió con una medida similar.
Pese al cruce entre ambos, esta vez el Gobierno de Rusia ha señalado que este caso “no debe incidir en modo alguno las perspectivas del establecimiento de un diálogo entre el presidente Vladimir Putin y el nuevo canciller”, en referencia a Olaf Scholz, la nueva cabeza del Ejecutivo germano.
De hecho, hay mucha expectativa de cuál será el destino de las relaciones entre Scholz y Putin.
“Las relaciones no pueden empeorar mucho porque ya están en un punto muy bajo”, explica a El Comercio la doctora Alexandra Sitenko, analista internacional de Kasajistán y que reside en Berlín. “Para remontar este punto bajo, el fomento de la confianza es una herramienta clave. El caso Krasikov dificulta esta tarea de creación de confianza. Por supuesto, ambos países seguirán actuando diplomáticamente entre sí y seguirán dialogando, pero será un proceso bastante laborioso. A corto plazo, no cabe esperar ningún avance positivo en las relaciones”, añade.
Lo cierto es que hay muchas cosas pendientes entre ambos países. Desde el imprescindible gasoducto Nord Stream 2, que proveerá de gas ruso a Alemania y al resto de Europa y cuya entrada en funcionamiento sigue en ‘stand by’, hasta la supuesta amenaza de una invasión rusa a Ucrania y la presión de la Unión Europea sobre Putin.
“Actualmente hay tres temas sensibles: el Caso Krasikov, las tropas rusas en la frontera ucraniana y la puesta en marcha del Nord Stream 2. Estos tres temas se refuerzan mutuamente. Polonia y los países bálticos, por ejemplo, exigen que Alemania utilice el gasoducto como medio de presión contra Rusia. Luxemburgo y Austria, en cambio, recientemente se pronunciaron a favor de un diálogo con Moscú, al igual que Scholz”, explica Sitenko.
Por su parte, Heimovits considera: “Si hay buenas intenciones por mejorar las relaciones entre ambas partes, entonces esto del asesino ruso podría pasar a un segundo plano. Pero el caso de Ucrania sí es un tema decisivo. Si es que Putin realmente persigue una política de invasión, entonces va a chocar directamente con los intereses alemanes que no quieren que Ucrania sea un estado satélite de Rusia. Si Putin sigue con una política muy agresiva e invade Ucrania, entonces las relaciones entre él y Scholz no van a prosperar”.
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Para el analista, Scholz puede tener intenciones de mejorar las relaciones con Alemania, sin embargo el socialdemócrata es un férreo defensor de la OTAN. “El tema es si Putin adoptará más adelante una actitud conciliadora”, agrega.
“El fallo del tribunal de Berlín le depara al nuevo gobierno alemán un mal comienzo en el complejo intento de encontrar una base sobre la que poder trabajar con Rusia. Moscú mira con profunda desconfianza a la ministra de Relaciones Exteriores germana, Annalena Baerbock. La considera una marioneta de los intereses estadounidenses. La jefa de la diplomacia alemana, por su parte, retribuye ese recelo con su lucha contra las ambiciones neoimperialistas rusas”, explica por su parte el periodista Christian F. Trippe, jefe de redacción de Europa del este de la cadena Deutsche Welle.
“En la élite gobernante en Moscú, el veredicto del tribunal berlinés dará alas a la mentalidad de trincheras, que presume la existencia de una confabulación de Occidente contra Rusia. Putin necesita ese relato para justificar su política agresiva y, al mismo tiempo, para poder explicar el deterioro de la situación social en el país. Occidente tiene la culpa, Occidente quiere nuestro mal, y el fallo contra Krasikov alimenta esa narrativa del Kremlin”.
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Tensión entre Alemania y Rusia
El Caso Navalni
En agosto del 2020, el opositor Alexéi Navalni fue envenenado en Siberia, acto por el que siempre culpó al Kremlin. El ruso fue trasladado a Alemania, donde se recuperó, pero regresó a Rusia a inicios del 2021, donde fue inmediatamente detenido.
El Gobierno Alemán confirmó el envenenamiento por el agente nervioso novichok y ha exigido la liberación de Navalni.
Ucrania
“Cualquier violación territorial tendrá un precio alto”, advirtió esta semana el flamante canciller Olaf Scholz, al referirse a la tensa situación en la frontera entre Rusia y Ucrania.
Crisis migratoria
Los miles de inmigrantes que intentan ingresar desde hace semanas a territorio europeo a través de Bielorrusia es otro factor de tensión. Según la UE, la crisis fronteriza ha sido instigada por el presidente Alexandr Lukashenko, un fiel aliado de Putin.
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