El presidente ruso Vladimir Putin. (Foto de Alexander KAZAKOV / PISCINA / AFP)
El presidente ruso Vladimir Putin. (Foto de Alexander KAZAKOV / PISCINA / AFP)
/ ALEXANDER KAZAKOV
Agencia EFE

El presidente ruso, , hace oídos sordos a los llamamientos a entregar a sus familiares el cuerpo del líder opositor, , una semana después de su muerte en prisión, mientras la madre denuncia planes de proceder a su entierro en secreto.

Varios premios Nobel, intelectuales y artistas rusos se han dirigido por vídeo al Kremlin en una campaña organizada por los correligionarios de Navalny para que permita dar sepultura al fallecido político y no alargue la agonía de la familia.

Según la oposición, las autoridades quieren repetir el mismo escenario que con el jefe del Grupo Wagner, Yevgueny Prigozhin, que murió en agosto en una catástrofe aérea tras liderar una rebelión militar contra Putin y fue enterrado de manera casi clandestina entre estrictas medidas de seguridad.

De hecho, el certificado médico oficial firmado ya por la madre del opositor intenta poner punto y final a cualquier especulación sobre la implicación del Kremlin: Navalny falleció por “causas naturales” tras tres años entre rejas y unos 300 días en celdas de castigo.

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El silencio sepulcral de Putin

Mientras, Putin mantiene un silencio sepulcral. Enfrascado en su campaña de reelección, el líder ruso no ha hecho ninguna referencia a la muerte de su enemigo número uno.

Es la misma actitud que mantuvo durante su vida. Nunca mentó el nombre de Navalny, al que acusaba de alimentar su popularidad con críticas infundadas contra el Kremlin, en alusión a los vídeos sobre el enriquecimiento ilícito de los funcionarios rusos.

Empleó todos los eufemismos posibles, desde “el condenado”, “el reo” a “el paciente de Berlín”, con tal de no decir su nombre o apellido, lo que hizo cundir la impresión de que el presidente le tenía miedo.

Putin sí reaccionó cuando fue asesinada la periodista Anna Politkóvskaya o el también opositor Boris Nemtsov, e incluso cuando murió Prigozhin, decesos de los que fue considerado directo responsable.

En todo los casos echó balones fuera. Lo mismo hizo cuando Navalny fue envenenado en 2020 con el agente químico Novichok.

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El cadáver de la discordia

Si no era suficiente con su muerte en prisión, Putin también ha ignorado por el momento todas las demandas de la madre, que le envió hace días una carta para que le devuelvan el cuerpo de su hijo, llamamiento secundado por la Casa Blanca.

La progenitora del opositor, Liudmila Naválnaya, grabó el jueves un vídeo en el que acusó al Comité de Instrucción de Rusia, órgano dependiente del Kremlin, de amenazarla y querer obligarla a enterrarlo “en secreto” con el fin de evitar muestras públicas de repulsa.

Yo no estoy de acuerdo con esto. Quiero que vosotros, los que apreciabais a Alexéi, para los que su muerte fue una tragedia personal, tengáis la oportunidad de despediros de él”, dijo.

El presidente de EEUU, Joe Biden, se sumó a las presiones al Kremlin, ya que recibió en San Francisco a la viuda, Yulia, quien acusa directamente al jefe del Kremlin de matar a su marido, tras lo que Washington anunció un nuevo paquete de sanciones “por el descarado desprecio de Putin por la vida humana”.

En caso de que el sepelio sea público, “podría haber enfrentamientos a gran escala en Moscú”, según Mijaíl Jodorkovski, magnate exiliado en Europa.

“Las autoridades no quieren que la gente entienda cuántos son los que se oponen a Putin (...) Si la gente ve que en realidad son muchos (...), la situación puede cambiar en cuestión de segundos”, comentó al portal Current Time.

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Campaña en las redes sociales

Conocidos cineastas como Andréi Zviáguintsev; actores como Artur Smolianinov o Tatiana Lázareva; periodistas como Yevgueni Albats o Dmitri Murátov, Nobel de la Paz en 2021, se han sumado a la campaña en el canal de Telegram del equipo de Navalny.

Todavía tenéis la oportunidad de seguir siendo personas. No os deshumanicéis, ni intentéis deshumanizarnos a todos nosotros”, dijo Lázareva, que reside en España.

También participan bailarines como Mijaíl Baríshnikov; la bielorrusa Svetlana Alexiévich, Nobel de Literatura en 2015, cantantes como Andréi Makarévich o activistas como Nadezhda Tolokónnikova, líder de Pussy Riot.

Me llamo Mijaíl Baríshnikov. Pido encarecidamente devolver a su madre el cuerpo del fallecido Alexéi Navalny”, dijo.

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El ejemplo de Poncio Pilato

Un grupo de religiosos ortodoxos también ha publicado una carta abierta en la que destacan que Navalny, además de opositor al Kremlin, era creyente.

No sean más crueles que (Poncio) Pilato”, señalan en el mensaje que recuerda que incluso el prefecto romano ordenó la entrega del cuerpo de Jesús a la familia para su entierro.

Además, advierten que la negativa “puede provocar aún más tensión en la sociedad” en una petición firmada ya por más de un millar de personas.

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