Aunque las partes niegan la vinculación directa entre un hecho y el otro -y afirman por el contrario que fueron gestiones “en paralelo”-, hace unos días Reino Unido pagó una histórica deuda multimillonaria que tenía con Irán, y la república islámica liberó a dos presos británicos.
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Nazanin Zaghari-Ratcliffe, encarcelada en 2016 por presuntamente idear un plan para derrocar al gobierno iraní, y Anoosheh Ashoori, acusado de espionaje y encerrado desde 2017, ambos de nacionalidad británica e iraní, fueron liberados el miércoles y regresaron a Reino Unido.
Al mismo tiempo, Londres le pagó a Teherán casi £400 millones (unos US$530 millones) que le debía desde hace 43 años por un acuerdo truncado de venta de material bélico entre el Ministerio de Defensa británico y el entonces sha de Irán, en el que el primero se beneficiaba con un gran negocio armamentístico y el segundo, con coimas que recibía por esas compras.
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Irán pagó pero el material bélico nunca llegó a Teherán.
Pero para entender toda esta historia hay que remontarse a comienzos del siglo XX, cuando Irán no era Irán, sino Persia.
El interés británico en Persia
En 1901, un millonario inglés llamado William Knox D’Arcy acordó con el sha la concesión por 60 años de la exploración y explotación de petróleo a cambio de 20.000 libras esterlinas en efectivo (equivalentes a unos US$3 millones actuales), 20.000 libras en acciones y el 16% de las eventuales ganancias.
Los exploradores contratados por D’Arcy tardaron siete años en encontrar crudo, pero finalmente lo lograron en el suroeste de Persia. Con este hallazgo, un año más tarde se creó la Anglo-Persian Oil Company.
Poco antes de que comenzara la Primera Guerra Mundial, la Anglo-Persian Oil Company encontró un excelente cliente: Reino Unido.
Con Winston Churchill como primer lord del Almirantazgo -encargado de administrar la Marina Real y que necesitaba asegurarse del abastecimiento de petróleo-, el gobierno británico invirtió £2 millones (unos US$270 millones actuales), adquirió una porción de las acciones que le daba el control de la compañía y se convirtió en el poder de facto oculto detrás de la petrolera.
El negocio era redondo: petróleo barato en una concesión de largo plazo.
Los años pasaron -entre tanto el país pasó a llamarse Irán- y en 1941, en medio de la Segunda Guerra Mundial, Reino Unido comenzó a preocuparse. El sha de la época, Reza Pahlaví, coqueteaba con la Alemania nazi y los británicos temían que cediera el control del petróleo, que era fundamental para los Aliados.
Por ello se unieron a la Unión Soviética y llevaron a cabo la invasión anglosoviética de Irán. En menos de un mes quitaron a Reza Pahlaví del poder y pusieron a su hijo Mohamed, quien tenía una postura contraria a las potencias del Eje.
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Una década más tarde, en 1951, y ante la negativa británica de compartir a partes iguales las ganancias por la venta de hidrocarburos, el Parlamento iraní decretó la nacionalización de la industria petrolera, en su mayor parte bajo el poder de la ahora llamada Anglo-Iranian Oil Company. En respuesta, Reino Unido impuso un bloqueo comercial y el sha huyó del país.
Pero el bloqueo comercial no bastó para el imperio británico. Por ello, su servicio de inteligencia, el MI6, se alió con la CIA estadounidense y diseñaron un nuevo golpe de Estado que derrocó al primer ministro, Mohamed Mossadeq, y le devolvió el poder al sha.
El enlace del espía británico
En la década de 1970, el sha Mohamed Reza Pahlaví había convertido al país persa en un aliado estratégico vital para Reino Unido, un bloque contra la expansión soviética y un enorme mercado para las ventas de armas británicas.
El sha había prometido que para 1975 Irán sería la nación más poderosa de Medio Oriente, más poderosa incluso que Israel. Para ello llegó a destinar un tercio del presupuesto en mantener contentos a los militares.
Y durante la mayor parte de la década de 1970, una cuarta parte de todas las ventas de armas del Reino Unido fueron a Irán.
En dos acuerdos de 1971, el sha le compró a Reino Unido casi 800 tanques Chieftain, el principal tanque de batalla británico.
Tres años más tarde, otro acuerdo aumentó la compra a 1.500 tanques Chieftain y 250 vehículos blindados por un valor estimado de 650 millones de libras esterlinas.
En todos estos negocios, había sobornos.
Pero como hubiese sido indecoroso que alguien en la posición del sha negociara su propia corrupción, buscó a un intermediario que, casualmente, había sido un espía británico en Irán durante años: Shapoor Reporter.
Reporter era un hombre de origen indio-iraní nacido en 1921 cuyo padre había ayudado al padre del sha a tomar el poder en Irán, y él mismo había ayudado al sha para volver al trono en 1953.
A Shapoor Reporter lo llamaban “Mr 1%”. Con el sha se repartía las coimas por la intermediación en la venta de armas de Reino Unido a Irán, todo con conocimiento y aval del gobierno británico, de acuerdo a cables que en esa época enviaban desde la embajada británica a Londres.
Al Reino Unido le servía. Tanto que en 1973, Shapoor Reporter fue nombrado caballero.
“Fue un enorme negocio de armas. Valdría miles de millones hoy. Básicamente con ello mantuvo una fábrica completa en Leeds que empleaba a 10.000 personas. Reino Unido necesitaba este acuerdo de tanques porque básicamente cerraba la brecha con la siguiente generación de tanques del ejército británico, que esperaban que fabricara la planta en Leeds”, dijo recientemente a la BBC Nicholas Gilby, autor del libro Deception in High Places: A History of Bribery in Britain’s Arms Trade (en español, “Engaño por lo alto: una historia de soborno en el comercio de armas de Gran Bretaña”).
Irán pagó el dinero por adelantado a International Military Services (IMS), una empresa privada entonces subsidiaria del Ministerio de Defensa.
Para 1977, Reporter y el sha habían recibido más de 7 millones de libras en sobornos de Reino Unido, aproximadamente US$66 millones a los precios actuales.
Pero solo 185 de los tanques fueron entregados a las autoridades iraníes antes de que la monarquía cayera en 1979 con la revolución iraní y Reino Unido se negara a seguir suministrando el material militar.
Desde entonces, el gobierno iraní estuvo tratando de recuperar ese dinero.
¿Qué medidas tomó Irán?
En 1990, Irán llevó a IMS a la Cámara de Comercio Internacional (ICC), una organización comercial global que dictamina sobre disputas comerciales entre países.
En 2001, una audiencia falló a favor de Irán. IMS apeló, aunque en 2002 acordó pagar 328,5 millones de libras esterlinas (casi US$500 millones de ese momento) al tribunal, en caso de que su apelación no prosperara.
Las audiencias de apelación concluyeron en 2009 y la decisión fue confirmada a favor de Irán.
Sin embargo, la Unión Europea impuso sanciones a Irán en junio de 2008 y el pago de IMS no se entregó a los iraníes.
El gobierno de Reino Unido admitió que le debía a Irán los tanques no entregados, pero dijo que no podía realizar el pago mientras Irán aún estuviera sujeto a sanciones económicas.
A esto se sumaba la complejidad de determinar cuánto le debía Reino Unido a Irán.
El miércoles, la ministra de Relaciones Exteriores de Reino Unido, Liz Truss, dijo a los parlamentarios británicos que las negociaciones “altamente complejas” llevaron al gobierno a encontrar una forma de realizar un pago de 393,8 millones de libras esterlinas y que esa entrega cumplió con las sanciones existentes, las reglas globales de financiamiento del contraterrorismo y las regulaciones contra el lavado de dinero.
Truss dijo que los términos se mantendrán confidenciales, pero agregó que Irán solo podría usar los fondos con fines humanitarios.
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