Armados con camisetas amarillas y pancartas que proclaman “No es mi rey”, más de mil personas convocadas por el grupo de presión Republic, que aboga por sustituir al monarca por un presidente electo, se manifestarán el sábado con un objetivo claro: “Subvertir las relaciones públicas de la monarquía”.
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Así lo expresa el líder de la asociación, el veterano activista antimonárquico Graham Smith, quien asegura que la protesta será “pacífica y agradable”. Aunque habrá megáfonos, eslóganes provocadores y posiblemente abucheos, “no se tirarán huevos”, promete.
“No queremos interrumpir la procesión, solo mostrar al mundo que en el Reino Unido hay una creciente oposición a la monarquía. Tirar huevos u otros objetos acaba con detenciones y no es lo que queremos”, ha declarado a la prensa.
Los seguidores del grupo fundado en 1983, que dice haberlos aumentado hasta 130.000 tras la muerte de Isabel II el 8 de septiembre, se posicionarán en puntos clave de la procesión de la coronación, entre la abadía de Westminster y el palacio de Buckingham, con un “ruidoso” contingente en la plaza de Trafalgar.
Si bien sigue siendo un grupo minoritario, con el relevo en la Casa Real británica y sus problemas internos no hay duda de que Republic, que es “apolítica”, está ganando protagonismo.
De acuerdo con su consejero delegado, sus ingresos por donativos en los últimos meses se acercan a las 300.000 libras (341.320 euros) y este mes han ganado unas 37.000 (42.000 euros) con la venta de material antimonárquico.
En su opinión, el fallecimiento de la soberana a los 96 años “ha creado un terreno fértil para el crecimiento del republicanismo”, ya que su heredero no inspira la misma admiración ni deferencia que ella y, además, “los tiempos han cambiado”.
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MENOS APOYO A LA MONARQUÍA
Una reciente encuesta de YouGov entre 4.592 británicos reveló que solo un 32 % de los jóvenes entre 18 y 24 años apoya la institución monárquica, mientras que un 38 % querría un jefe de Estado electo, con un 30 % de indecisos.
Un 58 % del total (y un 78 % de los mayores de 65 años) la respalda -frente a un 26 % que se opone-, pero este porcentaje esta lejos del 88 % que la consideraba muy importante en 1969, apunta el politólogo John Curtice.
“Cuando se coronó a Isabel II hace 70 años, la monarquía parecía aportar una base sólida a un país que se recuperaba de los estragos de la guerra”, explica en un informe publicado por el centro de estudios “UK in a changing Europe”.
“Por el contrario, el rey Carlos hereda una institución que, si bien sigue siendo popular, tiene una tarea más difícil para justificarse ante los ojos de la opinión pública”, agrega.
Curtice advierte no obstante de que las encuestas sobre el apoyo a la monarquía suelen oscilar en línea con los acontecimientos y ya cayeron, por ejemplo, durante el “annus horribilis” de 1992, en que se separaron o divorciaron tres de los hijos de la reina, incluido Carlos, de la princesa Diana.
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DEBATE SOBRE LA ALTERNATIVA
En el mismo informe, Craig Prescott, profesor de derecho constitucional de la universidad galesa de Bangor, afirma que “el comienzo de un nuevo reinado es una oportunidad para hacer balance” de la institución.
Aunque ningún partido político británico defiende una república -algunos diputados lo hacen a título individual-, Prescott ve viable, si se generara el suficiente apoyo, que hubiera “un cambio del orden constitucional” como ocurrió con el Brexit, mediante un referéndum seguido de la ratificación parlamentaria.
El académico apunta que “muchos países de la Commonwealth (mancomunidad de antiguos territorios británicos) ya se están planteando desvincularse” de la Corona, como Australia, Jamaica, Belice o Antigua y Barbuda.
En cuanto a las ventajas e inconvenientes de la monarquía frente a una república parlamentaria, destaca que los presidentes elegidos “pueden representar diferentes aspectos de la nación (género, raza, sexualidad) de un modo que es imposible para una monarquía hereditaria”.
Por otro lado, la monarquía “proyecta continuidad a través de unas ceremonias e iconografía que permiten hallar consuelo en las presuntas glorias del pasado”.
“Cualquier movimiento hacia una república es más probable que suceda si coincide con un momento en que se busca un cambio político y económico radical”, opina este experto.
Abolir la monarquía sin más, en ausencia de una transformación más profunda, “no tiene por qué resultar en una sociedad más justa ni democrática”, avisa.
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