Ciudad del Vaticano [EFE]. El papa Francisco recordó la importancia de bautizar a los hijos cuando son pequeños para que crezcan con la “fuerza del Espíritu Santo”, durante la ceremonia en la que bautizó a 32 niños y niñas en la Capilla Sixtina.
Se trata de un acto en el que se recuerda el bautizo de Jesús y uno de los pocos que se realizan en la Capilla Sixtina bajo los frescos de Miguel Angel, donde se celebran los cónclaves para elegir al papa.
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En esta larga ceremonia, el papa eligió pronunciar una breve e improvisada homilía en la que aseguró que “bautizar a un hijo es un acto de justicia para él” porque, observó, con “el bautismo le damos un tesoro, un compromiso, el Espíritu Santo”.
Con el bautismo, agregó, “el niño sale con la fuerza del Espíritu dentro, que lo defenderá y lo ayudará durante toda la vida y por eso es tan importante bautizarlo de niños para que crezcan con la fuerza del Espíritu Santo”.
El papa después tranquilizó a los padres, empleados del Estado Vaticano, y les dijo que no se preocuparan si los niños incómodos por el calor, el hambre o por los vestidos elegantes que les han puesto para este día comenzaban a llorar o gritar durante la ceremonia.
“Empezará uno y seguirá otro. Por ahora el concierto no ha comenzado, pero comenzará. Dejad a los niños llorar y gritar”, dijo.
Como en otras ocasiones, Francisco invitó a las madres a darles el pecho sin ningún problema y “en paz” aquí, en la Sixtina.
“Es una bonita prédica cuando empiezan todos a llorar”, añadió.
Después en esta ceremonia repleta de ritos, que comenzó con la señal de la cruz realizada por el papa a los bebes, las 14 niñas y 18 niños presentes recibieron la unción en el pecho por parte de los dos concelebrantes el arzobispo y prefecto de la Casa Pontificia, Georg Gaenswein y el secretario general del Gobernatorado el Estado del Vaticano, el obispo español Fernando Vérgez.
Después el acto del bautismo, en el que se derrama el agua sobre la cabeza de los pequeños, también fue realizado personalmente por el papa en la pila bautismal colocada en uno de los laterales de la Sixtina.
Posteriormente, a los niños se les visitó con una túnica blanca, símbolo de la nueva vida tras el bautismo, y después cada padre se acercó al Cirio Pascual situado cerca del papa para encender una vela por cada niño bautizado.
Los concelebrantes posteriormente tocaron la boca y las orejas de los niños, en el último de los ritos de esta ceremonia.
De este modo Francisco continuó un año más una tradición impulsada por el hoy santo Juan Pablo II para recordar el día en el que el calendario litúrgico recuerda el bautizo de Jesús en las aguas del río Jordán.
Francisco siempre ha dado mucha importancia al primero de los siete sacramentos y ha desaprobado la práctica de quienes esperan a que su hijo crezca para que decida por si mismo si adquirirlo.
Y en varias ocasiones, como el pasado miércoles durante la audiencia general, ha exhortado a los fieles a memorizar la fecha de su bautismo como si se tratara de la de su cumpleaños u otras conmemoraciones importantes de sus vidas.