¿Qué harías si tu médico te dijera ‘ni se te ocurra venir a un hospital’, aunque padecieras una enfermedad tan grave como la leucemia y tuvieras síntomas que requieren atención sanitaria urgente?
Es el caso del padre de la periodista Mónica, que roza los 90 años, pero también el de otras numerosas familias de España o Italia con miembros que sufren enfermedades no relacionadas con el nuevo coronavirus y que hoy están en una situación límite.
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La creciente amenaza de la covid-19 ha puesto a prueba los sistemas sanitarios europeos y provocado un desgarro social no visto en época de paz que, en el caso de los grupos más vulnerables, supone un riesgo añadido.
"Mi padre está acojonado", dice nerviosa Mónica* al otro lado del teléfono desde Alicante, ciudad costera de España donde la enfermedad aún no ha golpeado con tanta fuerza como sí lo ha hecho en la capital del país, Madrid, o Cataluña.
Sus padres cuasi nonagenarios se encerraron en su vivienda cuando se decretó la alarma, en una localidad cerca a Madrid y a 350 kilómetros de donde vive ella.
Su hermana va a atenderles cuando puede, a pesar de que ella también forma parte de un grupo de riesgo: trabaja en una residencia de mayores.
“Yo, claro, le digo ‘no vayas’, pero ella me dice: ‘¿Qué quieres, que se mueran del virus o que se mueran de pena, de desasistencia?’”
La vida de su padre, entre vómitos y diarrea desde que el coronavirus llegó a España, depende de que “no pille el bicho”, mientras piensan cómo encarar su enfermedad, para la que necesitan una analítica cada tres meses que les diga cómo ajustar su tratamiento.
"Es una angustia. Una angustia a no pillarlo y a no tratarle el tema [la leucemia]".
Servicios afectados
Tras el surgimiento de la nueva enfermedad en China, el epicentro de la epidemia se ha desplazado hacia Occidente, con Italia y España como los principales focos, con más de 10.900 muertes y de 105.000 diagnosticados con covid-19 en total hasta el miércoles.
La situación también empeora en Estados Unidos, donde esta semana el número de infectados escaló hasta superar los 65.000, si bien el número de fallecimientos, unos 900, seguía siendo muy inferior a los registrados en el viejo continente.
El súbito aumento de los casos en Europa, la escalada de la curva que el gobierno español e italiano tratan de "aplanar", ha llevado a priorizar la batalla contra la desconocida covid-19 y derivar o aplazar intervenciones o atenciones en ambos países para no saturar los hospitales o poner en riesgo a pacientes vulnerables.
"Las unidades de cuidados intensivos de pequeños hospitales se están convirtiendo en unidades de cuidados intensivos de covid-19 para que los grandes centros puedan respirar", explica a BBC Mundo el enfermero italiano Daniele Mohoric, que trabaja en el hospital de Udine, ciudad al noreste del país.
Mohoric asegura que en su centro la situación aún es manejable, y que han recibido pacientes de la región de Lombardía -la más golpeada- porque allí “no tienen más plazas y tienen que decidir a quién intubar”.
La familia de Adriana, estudiante española, ha sufrido en primera persona el revés de esta crisis: la cancelación de una operación que era su "última esperanza" para atajar el grave problema de corazón de su madre, de 56 años.
“Mi madre tiene mil teclas, una de ellas es que sufre arritmias, se toma medicación pero dejó de funcionar. El año pasado le dio un amago de infarto y hace como dos meses tuvo que volver a ingresar. El fallo lo tiene entre dos venas de muy difícil acceso”, explica con voz calmada y cierta impotencia.
En cuestión de un año, su madre pasó por tres intentos quirúrgicos que resultaron fallidos y el próximo 23 de marzo iba a someterse a una "técnica nueva" en Valencia, pero llamaron para cancelarla.
"Le dijeron que en su caso mejor no salir de casa, no querían que sufriera ningún riesgo, que cerraban quirófanos y que solo si era muy, muy urgente... Que preferían que se quedase en casa mejor, y que si tenía algún problema, fuera a urgencias".
Tras superar un cáncer, vivir con diabetes y con cansancio crónico, su familia ahora “reza” por que el coronavirus no se sume a esa lista, aunque su madre, dice, se muestra valiente y con ganas:
"Ella dice que si no la mató el cáncer, ni las 20 pastillas que se toma, ni nada, que esto no va a poder con ella".
Caso a caso
La situación, no obstante, no es igual en todas partes: hay procedimientos que se siguen realizando con éxito y en la fecha acordada tanto en España como en Italia, según pudo saber BBC Mundo.
Los médicos evalúan caso por caso, teniendo en cuenta los riesgos para el paciente y las circunstancias del centro en cuestión. En algunos, ahora mismo, la prioridad es conseguir material de primera necesidad para prevenir contagios entre pacientes o entre los propios sanitarios.
Los profesionales médicos, a quienes la sociedad aplaude a diario, siguen sumando bajas por coronavirus y en el caso de España la tasa de infección en este grupo es la más alta de todos los países afectados por la pandemia, según la Agencia Efe.
“La situación es muy, muy grave”, subraya Carmine Borraccino, un médico de familia de la ciudad italiana de Turín, en la vapuleada región norteña de Lombardía.
“Los médicos no tienen material, no tienen mascarillas, no tienen nada. Estamos trabajando prácticamente con las cosas que podemos encontrar”.
Borraccino, que viajó a España recientemente para estar con su familia, cuenta que varios profesionales se organizaron para ir a una planta que estaba fabricando mascarillas y comprarlas allí mismo.
Desde la comunidad médica, cada vez se escuchan más voces de alarma y preocupación, ante una crisis que les desborda.
"Estoy viviendo la situación más difícil de mi vida", asegura por su parte Isabel*, una enfermera de Madrid, la zona más azotada por el patógeno en España.
Al otro lado del teléfono, Isabel comienza a hablar con una voz quebrada, confusa, que solo se despeja cuando confiesa: “Me acaban de decir que estoy infectada”.
Isabel ha pasado las últimas dos semanas en primera línea, en una planta dedicada a pacientes con covid-19, entre los miedos, los llantos, la rabia o la angustia de numerosas personas. También los suyos.
“Cuando empezó el boom en China, se veía muy lejano; cuando empezó el foco en Torrejón (Madrid), nosotros el personal pedíamos información. No había”, se lamenta la joven.
La enfermera explica la complicada situación a la que se enfrentan a diario entre las dudas sobre el virus y la falta de equipos, y los riesgos al tratar a pacientes con covid-19 y otros que no lo tienen, pero podrían contagiarse.
Preguntada por estos últimos, recuerda el caso de una mujer “oncológica e inmunodeprimida” a la que atendió con un “miedo terrible”.
La desolación es total cuando ven a los enfermos de covid-19 y otras personas en situaciones graves -como pacientes oncólogos críticos-, en total soledad, aislados forzosamente de todo y todos.
Alerta
La fuerte red sanitaria en ambos países y el gran esfuerzo de los equipos médicos, sin embargo, hace que se sigan manteniendo servicios clave durante la pandemia.
En el caso de pacientes oncológicos, la presidenta del Grupo Español de Pacientes con Cáncer, Begoña Barragán, asegura que la situación "está controlada".
"A mí no me consta que se haya parado ningún tratamiento necesario, con todas las medidas de seguridad. No se han interrumpido las radioterapias ni quimioterapias", afirma a BBC Mundo.
Las consultas “probablemente” se han ralentizado, precisa, pero ahora mismo el problema mayor de estos pacientes es “el miedo y la incertidumbre”.
Diversas fuentes consultadas por BBC Mundo en España e Italia aseguran que en ambos países siguen en marcha servicios a domicilio para pacientes de cáncer y otras enfermedades o dolencias que requieren seguimiento.
“Mi madre pone su vida en riesgo cada día”, cuenta Ambra Albertazzi, de la ciudad de Turín. “Va a casa de la gente, a tratar a pacientes, pero no sabe lo que puede encontrarse”.
A la rutina de la médico ahora se suman las llamadas de temor que cada día recibe y que muestran el nerviosismo de la población ante la desconocida enfermedad.
"La gente está con mucho miedo. Mucha gente lo está pasando muy mal", destaca su hija.
En España, esta asistencia se concreta a través de la Unidad de Hospitalización a Domicilio (UHD), para la que trabaja Beatriz* en la costa este de España.
Su equipo pasó varias semanas haciendo las pruebas de coronavirus, pero cuando los casos empezaron a aumentar a nivel nacional, “no se daba abasto” y se limitaron las pruebas a los centros.
Estos profesionales siguen yendo a atender a pacientes que requieren seguimiento, aunque la falta de material también les está afectando.
“Los pacientes que tenemos suelen ser muy delicados, con otras patologías, muchos con problemas respiratorios (…) El otro día visité un paciente con cáncer y cuando yo llegué, se notaba que tenían miedo a que me acercara… No tenía mascarilla”.
Hay profesionales que también han impulsado iniciativas de motu proprio para atender a personas que lo necesiten, como es el caso del oftalmólogo español Javier García Montesinos, que se muestra dispuesto a recibir consultas.
La actividad de algunos profesionales de la medicina se ha visto paralizada inevitablemente, ante el cierre de clínicas y las recomendaciones a no salir de casa si no es estrictamente necesario.
“Solo trabajamos para casos de emergencia, con todas las precauciones. Nuestra actividad diaria se ha suspendido”, cuenta a BBC Mundo Maria Chiara, dentista en un hospital de Milán.
Chiara explica que se están esforzando en gestionar las consultas por teléfono para evitar que los pacientes acudan en persona al centro.
La médica hace un doble trabajo, pues se encarga también de atender a personas que viven con VIH, que están en tratamiento antirretroviral y tienen que hacerse una evaluación periódica.
“Están asustados”, incide Chiara.
Pese a que la mayoría de pacientes tienen una carga viral "indetectable", precisa, siguen "teniendo una patología crónica y emocionalmente esto puede influenciar sus miedos".
Caídas de los transplantes
Otra consecuencia colateral de la actual crisis son los transplantes.
De momento, se siguen produciendo en Italia -según reportan los medios de ese país- y en España, donde hasta el 12 de marzo la actividad se mantenía en niveles más elevados a los del año pasado (con 7,1 donantes y 16 trasplantes diarios), pero se prevéuna caída.
“Desde que se declarara el estado nacional de alarma el día 13 de marzo, la actividad de donación y trasplante se ha reducido, si bien todavía es pronto para evaluar el impacto de la epidemia”, apunta Beatriz Domínguez-Gil, directora de la Organización Nacional de Trasplantes de España.
“Lo previsible es que se resienta de forma importante en las próximas semanas, particularmente en las áreas más afectadas donde las unidades de cuidados intensivos de los hospitales están saturadas por el número de pacientes críticos afectados por covid-19 que tienen que asistir”, señala a preguntas de BBC Mundo.
Un terrible adiós
En estas circunstancias, una pregunta se repite en todas las conversaciones: ¿cuándo acabará todo esto? Y, sobre todo, ¿cuándo podré volver a abrazar a mis familiares?
“Hasta ahora, la gente está respondiendo de una manera muy importante. La actitud italiana -y creo que también la española- es muy abierta, muy de contacto social, y lo que propicia esta situación es totalmente lo contrario: la peligrosidad del contacto”, reflexiona Angelo*, un psicoanalista de Milán.
Una de las cosas más traumáticas de este periodo que les ha tocado vivir, destaca a BBC Mundo, es el hecho de que los vínculos familiares se hayan puesto en una situación extrema.
Y es que los españoles e italianos se enfrentan a un gran dilema a diario: cómo ayudar a sus familiares en la lejanía, arriesgándose a no volver a verles nunca más. Incluso a no poder darles el último adiós.
“En Bérgamo, no ha sido posible despedirse de los padres muertos…”, lamenta el psicoanalista italiano. “Esto es terrible”.
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