El mundo se sorprendió cuando Rusia anunció que ya tenía la vacuna contra el coronavirus. Mientras que en otras partes del mundo los científicos se hallaban en las primeras fases de desarrollo, ellos ya habían dado con la solución. La Sputnik V los devolvía a la cabeza de la carrera tecnológica.
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Pero las críticas a esta vacuna no se demoraron en aparecer, y es a partir de ellas que se entiende que Uchitel (un sindicato de profesores independientes rusos) haya pedido no ser inoculados. Se desconoce si su reclamo será oído por el gobierno de Vladimir Putin, que ya ha dictaminado que médicos y profesores serán los primeros a quienes se les ofrecerá la vacuna. Aunque es verdad que no se trata de una imposición, la unión ha deslizado que “es posible que los directores de escuela estén bajo presión para que todos sean vacunados”. En medio del inicio de clases, el temor de ser obligados aumenta.
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Por su lado, el gobierno ha señalado que no es así, y que la vacunación es voluntaria. Mientras tanto, una escuela de Moscú ya ha dicho que cerca de 80 de sus maestros se han ofrecido para la inoculación.
Según Reuters, una de las profesoras de ese grupo, Larisa Ivanova, reveló que cerca de 20 colegas se anotaron por miedo a perder sus trabajos.
El profesor de historia Dmitry Kazakov, uno de los que firmó la petición de Uchitel, dice estar preocupado, aun cuando sus jefes no le han pedido que se inocule. “Tengo miedo por el riesgo de ponerme una vacuna que no ha sido probada. A veces te llegan ofertas que no puedes rechazar”.
Dicho eso, valdría preguntarse qué otras razones tienen los docentes para ser reacios a la Sputnik V. Aquí recordamos algunas que han preocupado al mundo.
LA VELOCIDAD
El gobierno ruso se habría saltado las etapas de investigación, un parámetro internacional que sin dudas demora la obtención de una vacuna, pero que es indispensable para no arriesgar las vidas humanas. Sin embargo, solo por conseguir rápidamente la Sputnik V no significa que se hayan salido de la norma: es preciso anotar que el desarrollo de una vacuna suele tardar años, pero que el resto de laboratorios necesitó siete meses desde que se detectó el virus en China.
Lo que sí es preciso decir es que casi todas las vacunas han sido, de alguna u otra forma, monitoreadas por la Organización Mundial de la Salud, ente que ha dicho que entre las pocas que se encuentran en las etapas finales de prueba, no está la Sputnik V.
La BBC anota que para que se demuestre que una vacuna es eficaz y no peligrosa debe ser probada en miles de personas. A eso se le llama la fase 3. Dicho eso, “Forbes” señala que la Sputnik V ya fue aprobada para ser usada en Rusia, “a pesar de que los ensayos finales de la fase 3, que involucran a unas 40 mil personas”, comenzaron la semana pasada.
UN GOLPE DE EFECTO
Para dejar de lado cualquier tipo de duda, Vladimir Putin anunció que su hija había recibido la vacuna. Su temperatura subió, bajó, volvió a subir y se estabilizó. Los síntomas daban cuenta, según el ministro de Salud ruso Mikhail Murashko, de la efectividad y seguridad de la medicina.
Más tarde, Alexander Gintsburg –director del Instituto Gamaleya, encargado de desarrollar la Sputnik V– afirmó que él y otros colegas también habían sido inoculados.
Las declaraciones estaban destinadas no solo argumentar a favor de la eficiencia de la vacuna, sino a despejar cualquier duda ética. Si ellos mismos se inyectaron y no tuvieron problemas, ¿por qué no hacer lo mismo con la población del mundo? Un certero golpe de efecto para seguir con los planes de vacunar mientras se hacen ensayos clínicos.
Vale decir que todavía no se ha publicado la información detallada sobre la Sputnik V, lo que hace imposible que la comunidad científica dé un veredicto al respecto.
LA POCA TRANSPARENCIA
Cuando se anunció la vacuna, se afirmó que no existían efectos secundarios. Así lo recogió la Deutsche Welle, medio que en una nota agregó: “Esto sería asombroso, porque [siempre los hay], aunque solo sea la hinchazón en el lugar de la inyección”.
Días después, el gobierno ruso compartió algunas contraindicaciones. Según el noticiero chileno “24 horas”, Murashko dijo que esta no se puede aplicar a “menores de 18 años, a mayores de 70 años, mujeres embarazadas y personas con enfermedades preexistentes”.
Entre los efectos secundarios están la “hinchazón, fiebre, malestar estomacal, entre otros”.
A ello habría que sumarle que cierta parte de la comunidad científica teme que la Sputnik V haga que el coronavirus mute.
Reuters recogió el testimonio de Ian Jones, profesor de virología en la Universidad de Reading del Reino Unido. Él anotó: “Una protección que no sea completa podría proporcionar una presión de selección que impulse al virus a evadir los anticuerpos que hay, creando cepas que luego evaden todas las respuestas de la vacuna. En ese sentido, una mala vacuna es peor que ninguna vacuna”.
Con todo esto, es entendible que los mismos rusos rechacen la vacuna –pero es preciso señalar que, en el caso de los profesores, se trata de un sindicato pequeño (reúne a 700 de 1,2 millones)–. En ese sentido, también es curioso que algunos municipios o gobiernos regionales peruanos, o países como Venezuela se desvivan porque Rusia les done la Sputnik V.
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