Dos meses después de los ataques en París, un atribulado debate sobre la radicalización islamista tiene lugar en Bélgica, donde vivían tres de los atacantes.
Un alto ex oficial de la policía advirtió que el fracaso de este país en integrar a su minoría musulmana ha creado un "sistema de apartheid" de facto en el país.
La BBC estuvo investigando.
En la academia para policías de Bruselas, los nuevos reclutas combaten entre sí para practicar técnicas de control sin armas.
Hay unos 40 jóvenes de unos 20 años, hombres y mujeres, pero lo que es más notable en el grupo es que excepto uno, todos son blancos.
En la sesión discutieron por qué tantos jóvenes belgas van a combatir a Siria.
El número es mucho más alto, proporcionalmente, que en cualquier otro país de Europa.
Y durante la clase estalló un acalorado argumento cuando Suhaila, la única recluta que no es de raza blanca, de origen marroquí como muchos musulmanes belgas, dijo que podía entender por qué los jóvenes musulmanes se convierten en yihadistas.
"Toda la clase reaccionó y de forma extrema", dice Jacobs.
"Era la primera vez que hablaban con alguien de origen marroquí".
Segregación
Quizás eso sorprenda a quien visite Bruselas, donde más de un cuarto de la población es musulmana.
Pero Paul Jacobs no está asombrado para nada.
"Tengo un poco de temor de usar este término, pero creo que vivimos en un sistema de apartheid (segregación racial). Realmente tenemos guetos. Y lo que es más importante y más peligroso, no es que la gente no se mezcle sino que se trata de un gueto mental", afirma el investigador.
El gobierno está planeando llevar a cabo allanamientos casa por casa en Molenbeek. (Foto: Getty Images)
Pero Jacobs afirma que la verdad es lo opuesto: porque cada uno de esos grupos está encerrado en sí mismo.
"Siempre hablamos de los otros en términos negativos, incluso entre los belgas", afirma.
"Decimos: 'Somos un pueblo flamenco que trabaja mucho, ¡y los valones son flojos!'. Y de la misma forma pensamos: "Hay gente blanca, los verdaderos belgas, y hay recién llegados'", explica Jacobs.
Los reclutas graduados de policías reciben en total seis horas de enseñanza sobre diversidad en su curso de un año de duración, explica Jacobs, mientras que los reclutas no graduados no reciben ninguna enseñanza.
Integración
En Amberes, una ciudad donde uno de cada seis pobladores es musulmán, de entre 2.600 oficiales de policía solo 22 no son blancos, explica Jacobs.
La pregunta de cómo los belgas de distintos orígenes pueden vivir juntos se ha convertido en un asunto urgente desde los ataques de París.
En los medios se escuchan afirmaciones como que distritos como Molenbeek, donde vivían tres de los atacantes de París, son semilleros del extremismo islamista.
Bélgica es el país con mayor número de yihadistas en Siria. (Foto: AFP)
Los estudiantes de un colegio de Bruselas, el Koninklijk Atheneum Anderlecht, donde 80% de los alumnos son musulmanes, produjeron un video en el que afirman que quieren gozar una vida integrada, cualquiera que sea el origen.
El director, Erik Van Den Berghe, creció en Molenbeek.
"Realmente me gusta el ambiente intercultural, y yo solía jugar baloncesto y fútbol con todos los grupos étnicos y religiones", afirma.
Pero desde el ataque muchos creen que el carácter de Molenbeek se ha vuelto más islámico, y que las oportunidades para mezclarse socialmente se han reducido.
Conocí a Sarah Turine, la funcionaria local a cargo de política juvenil, en uno de los únicos cafés en ese distrito que atrae a gente de distintos orígenes.
El recientemente inaugurado "Palais de Balkis" tiene un diseño moderno y luminoso, con paredes blancas y muebles de pino natural. Ofrece la novedad de embutidos halal de carne de cordero y res hechos en casa.
"La gente en Bruselas vive uno al lado de otro, pero a menudo no se encuentran entre sí", dice Turine.
Ella piensa que las divisiones se han visto reforzadas debido a que muchos jóvenes belgas de descendencia marroquí o turca están reaccionando contra el sentimiento antimusulmán surgido desde los ataques del 11 de setiembre del 2001 en Estados Unidos.
"Los jóvenes quieren una identidad musulmana, pero no han leído el Corán, así que se ha vuelto un asunto de consignas: las niñas deben usar el hijab y los niños deben dejarse la barba", señala Turine.
Brecha "infranqueable"
Sarah Turine está de acuerdo con la opinión de Paul Jacobs de que es una sociedad dividida por una "brecha infranqueable".
"Las explicaciones simplistas son las más exitosas, especialmente la conversación de línea dura en Arabia Saudita con su distinción binaria entre lo que es haram (prohibido) y lo que no, entre 'nosotros' y 'ellos'", dice.
Estas son las distinciones utilizadas por los reclutas islamistas que deliberadamente intentan atraer a los jóvenes en distritos como Molenbeek, agrega.
Malika Saissi, madre de cuatro hijos que organiza actividades sociales para mujeres en Molenbeek afirma: "Durante 20 años he visto a mujeres que tenían miedo. Miedo de que sus hijos fracasaran en la escuela, miedo de que se involucraran con drogas".
"Pero a esas mujeres esos asuntos ya no les importan. Hoy lo que temen es una cosa sobre todo lo demás: que sus hijos se conviertan en terroristas", dice Saissi.
Un grupo de mujeres musulmanas, algunas de las cuales tienen hijos que viajaron a Siria, pidieron al ministro del Interior belga, Jan Jambon, que se reuniera con ellas poco después de los ataques de París para discutir formas de evitar la radicalización.
Pero dicen que el ministro no les respondió ni envió a un representante y que él no ha visitado Molenbeek desde los ataques.
Les decepciona que, en los comentarios más divulgados que Jambon hizo sobre la "amenaza terrorista", dijo que quería "limpiar" Molenbeek y que organizaría allanamientos casa por casa en el distrito.
"Lo único que he escuchado del liderazgo político es represión y 'limpia'", dice Johan Leman, el organizador de la reunión de las mujeres con el ministro, veterano activista para la integración del centro comunitario Le Foyer.
"Si dices 'limpia' a la gente que no confía en tí, ¿cuál va a ser su reacción? Lo que hace falta ahora es un buen programa de prevención para invitar a debatir a la gente que entiende el problema. Esto es lo que verdaderamente hace falta", concluye Leman.