Para entender la guerra entre Rusia y Ucrania es preciso recordar la historia de la región. Hay que saber que el Imperio ruso se convirtió, en la segunda década del siglo XX, en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), un proyecto que terminaría por desmoronarse entre 1990 y 1991. El fracaso del sueño de su líder, Vladimir Lenin, dio vida a quince repúblicas independientes, entre ellas Moldavia, Ucrania y Georgia.
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Estas naciones están íntimamente vinculadas con Rusia -por ejemplo, en muchas de ellas se habla ruso-, argumento que toma Vladimir Putin para sustentar su visión de la región. Muchos especialistas coinciden que lo que el mandatario busca es que el Kremlin vuelva a ser el faro que las ilumine; es decir, influir en ellas.
Las 15 repúblicas que se formaron son:
- Rusia
- Estonia
- Letonia
- Lituania
- Bielorrusia
- Moldavia
- Ucrania
- Georgia
- Armenia
- Azerbaiyán
- Turkmenistán
- Uzbekistán
- Tayikistán
- Kirguistán
- Kazajistán
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Los países bálticos (Estonia, Letonia y Lituania) son los que más se alejaron de la influencia rusa, al punto que hoy son partes de la Unión Europea y miembros de la OTAN. La Revolución Cantada es vital para entender su historia.
“El País” la recuerda como un hecho anecdótico, cuando “cientos de manifestantes de Estonia, Letonia y Lituania se lanzaron a la calle a entonar canciones patrióticas e himnos católicos en sus respectivos idiomas”.
Hubo represión, pero los ciudadanos se impusieron, al punto que algunos se dieron cita en la frontera entre Estonia y Letonia para organizar “el funeral simbólico de una cruz gamada dentro de una estrella roja”.
En 1988, en Lituania, se formó el partido político de oposición Sąjūdis que se opuso a los dictámenes de la URSS. “El 24 de febrero de 1990, ganó las elecciones, y el 11 de marzo, unos meses tras la caída del Muro de Berlín, Lituania se convirtió en el primer Estado soviético en declarar su independencia. El resto vinieron en cascada”, anota el medio español.
Y agrega: “El mundo tardó casi un año en reconocer a las tres naciones, a finales de 1991, mediando un intento de Moscú de recuperar por la fuerza el control de Letonia y Lituania”.
“La Vanguardia” recuerda que, entre 1987 y 1991, se sucedió la Revolución Cantada, “una serie de sucesos que condujeron a los Estados bálticos [Estonia, Letonia y Lituania] a independizarse de la URSS”.
Los amigos del Kremlin
De los quince países, seis son los más cercanos. O, mejor dicho, cinco, porque Ucrania ha dejado bien claro que no quiere tener mayor relación con Rusia. De hecho, esa es una de las razones por la cual es actualmente invadido por Moscú.
Pero no siempre fue así. Antes, Ucrania, Bielorrusia, Moldavia, Georgia, Armenia y Azerbaiyán -países que, para la Unión Europea, formaban la Asociación Oriental- sí mantuvieron buenas relaciones con el Kremlin.
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Quizás el más fiel sea Bielorrusia, que antes fue la República Socialista Soviética de Bielorrusia. Fue en julio de 1990 que se declaró independiente y, cuatro años más tarde, Aleksandr Lukashenko llegó a la presidencia, cargo que todavía ostenta.
Lukashenko es muy cercano a Moscú y por eso no duda en ayudar a Putin en su guerra.
Quienes no están conformes con su relación con Rusia son Moldavia y Georgia. La primera teme ser invadida por las fuerzas rusas -que se esfuerzan por la separación de Transnistria, región que ya está siendo atacada-; mientras que la segunda fue invadida en el 2008.
Sobre la relación de estos países con Rusia, France 24 escribe:
“Durante las últimas tres décadas, [el Kremlin] ha respaldado un régimen prorruso en la región disidente de Moldavia, Transnistria. En 2008, lanzó una invasión convencional en Georgia en apoyo de los gobiernos separatistas de Osetia del Sur y Abjasia, dos provincias con gran población de habla rusa. Seis años después, Rusia arrebató Crimea a Ucrania y comenzó a apoyar una insurgencia de separatistas prorrusos en el Donbás”.
Sobre Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán, Uzbekistán y Turkmenistán, “La Vanguardia” escribe que “no tuvieron grandes reivindicaciones” independentistas, lo que hizo que “el poder siguiera en las mismas élites”.
“Es por eso que la influencia del gobierno ruso aún sigue siendo muy fuerte en toda la región”.
Los otros actores
Otro gran proyecto que terminó por desintegrarse fue Yugoslavia, un Estado que se sustentaba en la idea de un solo pueblo eslavo. De hecho, yug significa “sur” y slavija, “tierra de eslavos”.
Pero lo que el sueño no tuvo en cuenta fue que “con el tiempo fueron formándose identidades nacionales, las etnias mayoritarias que constituyeron la antigua Yugoslavia: croatas, serbios, eslovenos, bosnios, macedonios, y albaneses”.
La BBC anota que “el Reino de los Serbios, Croatas y Eslovenos adoptó el nombre de Reino de Yugoslavia —se le conoce como la primera Yugoslavia— en 1929 hasta 1941. Ese año fueron invadidos por las potencias del Eje fascista”.
La segunda Yugoslavia -cuyo nombre era República Federativa Socialista de Yugoslavia- función entre 1943 y 1991. Ese país, liderado por el dictador Josip Broz Tito, fue uno de los creadores del Movimiento de Países No Alineados.
Hacia los años 70, el desempleo y la inflación se volvió la regla e hizo que los nacionalismo se dieran cita en la vida pública. Más tarde, en 1974, se modificó la Constitución para garantizar “la autodeterminación de cada una de las seis repúblicas yugoslavas”.
Allí fue que, dentro de Serbia, se crearon las comunidades autónoma, Kosovo y Voivodina.
Los problemas rebalsaron en 1991, cuando Eslovenia reclamó su independencia. Le siguió Croacia, que se fue a la guerra con Serbia. Luego fue el turno de Macedonia y, un año más tarde, Bosnia y Herzegovina, cuya capital Sarajevo fue escenario de masacres.
Recién en febrero del 2008, Kosovo reclamó su independencia.
Actualmente, los países que se crearon después de la ruptura de Yugoslavia son:
- Eslovenia
- Croacia
- Bosnia y Herzegovina
- Serbia
- Kosovo
- Macedonia del Norte
- Montenegro