La brutalidad obligó a Gisèle Pelicot a convertirse en un símbolo de lucha en Francia. Mientras el juicio en contra de su exesposo, Dominique Pelicot, acusado de drogarla y abusar sexualmente de ella durante más de una década junto a decenas de otros hombres, avanza en un tribunal de Aviñón (en el sur del país), miles de franceses salen a las calles para expresar su indignación por uno de los casos más sórdidos de los últimos años.
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El proceso judicial contra Dominique y otros 50 acusados empezó el 2 de septiembre, pero la pesadilla para Gisèle comenzó varios años atrás. Las autoridades han determinado que, por lo menos desde el 2011, la mujer de ahora 72 años fue drogada y violentada sexualmente por su entonces esposo, quien posteriormente comenzó a convocar a decenas de otros hombres a través de foros en Internet para que hicieran lo propio con la inconsciente mujer.
“En efecto, es un caso que ha conmocionado a la sociedad por varios motivos. El primero es que la historia se descubrió accidentalmente”, comenta a El Comercio el analista político peruano asentado en París, Rodrigo Murillo.
En octubre del 2020, la policía francesa detuvo a Dominique Pelicot por grabar a mujeres en un supermercado. Posteriormente, se abrió una investigación en contra del sexagenario y fue entonces cuando los agentes descubrieron en su computadora las grabaciones que registraban las vejaciones sufridas por su esposa.
La propia Gisèle narró posteriormente que llegó a pensar en suicidarse luego de que las autoridades le mostraran las evidencias de los crímenes.
“Otro término sorpresivo en este monstruoso crimen es que las personas que participaron parecían personas normales, eran farmacéuticos, bomberos, periodistas; es decir, gente con trabajos establecidos, con familias establecidas, a los que nadie de sus comunidades habría señalado por algo así”, comenta Murillo.
A partir del material incautado, la policía ha determinado que al menos 73 hombres violentaron a Gisèle durante esos años, de los cuales 51 han sido llevados ante la justicia. El principal acusado, Dominique Pelicot, se declaró culpable el martes 17 y podría enfrentar una pena de hasta 20 años de cárcel por violación agravada.
Las acusaciones contra el resto de implicados, cuyas edades van desde los 26 hasta los 74 años, fluctúa entre violaciones, agresión sexual e intento de violación. Se espera que el proceso dure tres meses más.
Desde el inicio del juicio, Gisèle Pelicot decidió renunciar a su derecho de anonimato y propuso, a cambio, que sean los agresores y no las víctimas quienes sientan vergüenza por sus actos.
“Las estadísticas arrojan una cifra de violencia contra las mujeres en la sociedad europea que puede alcanzar al 40% de la población femenina. Parece que necesitamos hechos de extraordinaria gravedad para avergonzarnos de lo que es un hecho cotidiano para millones de mujeres en Europa”, alertó en diálogo con la agencia EFE Marisa Soleto, directora de la Fundación Mujeres.
- Impacto en las calles -
Desde el 2 de septiembre la sociedad francesa no solo ha seguido el caso a través de los medios de comunicación, sino que miles de ciudadanos han salido a las calles para expresar su apoyo a Gisèle y a protestar contra la violencia sexual contra las mujeres.
El 17 de septiembre, cuando Dominique admitió su falta y Gisèle presentó su testimonio, un grupo de manifestantes la recibió a la salida de la corte con aplausos, ovaciones y flores. La víctima, visiblemente emocionada, hizo una reverencia con sus manos en agradecimiento por el sorpresivo apoyo.
“Ella se ha convertido en un símbolo de valentía y coraje”, explicó a la BBC Anna Toumazoff, una de las organizadoras de las protestas.
“Si bien es cierto que Francia es una sociedad totalmente movilizada por el feminismo, donde a diario se informa sobre los derechos de las mujeres y muchísimos grupos pretenden concientizar al resto de la gente sobre la importancia de estos temas, aparentemente hay personas que en la intimidad no le dan ninguna importancia al tema y vieron como algo normal o que la señora Pelicot permitía. A nadie se le ocurrió denunciar el anuncio que Dominique Pelicot lanzó por foros”, reflexiona Murillo.
El analista reafirma, además, el impacto en distintas dimensiones que ha tenido el caso en la sociedad francesa, aunque explica que las movilizaciones se han visto limitadas por las particularidades políticas que se viven en el país. “Francia está prácticamente paralizada por la expectativa en torno a la formación del nuevo gobierno luego de las elecciones legislativas. Es la primera vez en la historia de la quinta república que el presidente no elegirá a su primer ministro de la fuerza política que ganó las elecciones así que todos los canales de televisión están enfocados en el Palacio del Elíseo”, señala Murillo.
Pero la crueldad del caso Pelicot no es ajeno al campo político. “El presidente Macron prometió que haría algo significativo por las mujeres. Y siete años después de ser elegido, las mujeres todavía estamos esperando”, reclamaba Toumazoff en su diálogo con la BBC.
“El caso contribuye en cierta forma a degradar, a deslegitimar todavía más la imagen de Macron y, en general, del momento actual que vive Francia social y políticamente”, considera Murillo. Según el especialista, las diferentes aristas que componen este espeluznante crimen despiertan serias dudas sobre “la capacidad que tiene el Estado para afrontar problemas”.
“La pregunta que se comienzan a plantear algunos individuos es si el gobierno realmente está capacitado para intervenir en esta suerte de monstruosidad íntima que a veces existe en múltiples hogares. Creo que la frustración que comparten muchos franceses tiene que ver con el hecho de que empiezan a convencerse de que el sistema político es naturalmente incapaz de responder a este tipo de temas tan complejos, que incluyen la violencia contra la mujer pero también la migración desenfrenada, la inseguridad, la disminución del poder adquisitivo, entre otros”, concluye el analista.