Margaret Campbell, la famosa y bella duquesa de Argyll, había sido una celebridad, y una fuente de escándalo, incluso antes de sus días de debutante.
Pero sería recordada por una sola cosa: el llamado ‘divorcio del siglo’, que puso fin a su matrimonio con el duque de Argyll en 1963.
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Unas fotos, arrebatadas a la fuerza por su marido y presentadas como prueba, la mostraban desnuda con sus distintivas perlas, en lo que el juez presidente llamó "una forma grosera de relación sexual" con un hombre no identificado.
El divorcio convulsionó al Reino Unido de la década de 1960, y reflejó los cambios que estaban por venir.
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Lo que quizás se ha perdido en el camino es la sensación de que la duquesa, y de hecho el duque, eran seres humanos vivos, de carne y hueso.
Una nueva miniserie “A Very British Scandal” o “Un escándalo muy británico”, con los actores Claire Foy y Paul Bettany interpretando a los Argyll, trata de rectificar eso.
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Pero esta es una de esas historias que le dan sentido al viejo cliché que dice: la verdad es más extraña que cualquier ficción.
Escandalosa y adorada
Hija de un millonario escocés, criada principalmente en Nueva York, la joven Margaret Whigham creció en una atmósfera de privilegios, pero de inseguridad emocional.
Cuando tenía 19 años, ya era una veterana de los compromisos: con el príncipe Aly Khan, el conde de Warwick, el hijo del magnate de los periódicos Lord Beaverbrook, y el deportista millonario casado Glen Kidston.
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También, como le dijo a un aspirante a biógrafo, quedó embarazada del actor David Niven y se sometió a un aborto ilegal.
En 1933, a los 20 años, se casó con el rico empresario y socialité Charles Sweeny. Había tanto entusiasmo público en torno a su vestido de novia que el evento paralizó el tráfico en Knightsbridge, una elegante zona de Londres, durante tres horas.
Tal era su estatus que en una versión de la exitosa canción de Cole Porter 'You're The Top' hacía referencia a 'Mrs Sweeny'.
Pero después de 13 años, dos hijos, un mortinato y ocho abortos espontáneos, la pareja se divorció en 1947, comparativamente amistosamente, según los estándares de lo que vendría.
“Frío y desagradable”
A diferencia del anterior, el matrimonio de Margaret cuatro años después con el undécimo duque de Argyll fue problemático desde el principio.
Ian Campbell era el jefe de su clan, Maestro hereditario de la Casa Real de Escocia, con muchos otros títulos contundentes.
Pero también era un adicto a la bebida, el juego y los medicamentos recetados, que seguía sufriendo un trauma como consecuencia de haber sido prisionero de guerra en Alemania.
Sus dos esposas anteriores hablaron de su violencia física y crueldad emocional, y de su despiadada determinación de utilizar su dinero para la preservación de su hogar familiar, el castillo de Inveraray.
El escritor Norman Mailer, que se casó con la hija del duque de Argyll de un matrimonio anterior, lo describió como "uno de los hombres más fríos y desagradables que he conocido".
¿Por qué se divorciaron los duques de Argyll?
El caso de divorcio de 1963 fue solo la culminación de una larga batalla en la que durante unos cinco años los Argyll, ya separados, se habían demandado y contrademandado entre sí.
Durante el prolongado proceso legal, Margaret falsificó evidencia documental para sugerir que los hijos del duque de un matrimonio anterior eran ilegítimos y acusó al duque de infidelidad con su propia madrastra.
A su vez, el duque logró una orden judicial para mantenerla alejada de Inveraray y saqueó su casa en busca de sus papeles privados. Y entre ellos estaban las mentadas fotos.
Las fotografías explícitas mostraban a una mujer, aparentemente Margaret, identificada por su característico collar de perlas de tres hilos, haciendo una felación a un hombre.
Cuando las imágenes se presentaron como prueba durante el caso de divorcio, el interés público se centró en la identidad del hombre, cuya cabeza no se podía ver y a quien Margaret nunca nombraría.
¿Quién era el “hombre sin cabeza”?
Los amantes conocidos de Margaret incluyeron a Duncan Sandys, ministro de Defensa británico y yerno de Winston Churchill; el diplomático alemán Sigismund von Braun; dos ricos empresarios estadounidenses, y la estrella de Hollywood Douglas Fairbanks Jr.
Durante el proceso se diría que había 88 posibles candidatos, que Margaret era, en palabras del juez, "una mujer altamente sexual a la que ya no la satisfacían las relaciones normales".
También se sugirió durante el curso del juicio que un accidente, una caída por el hueco de un ascensor dos décadas antes, había desencadenado en ella lo que se describió como ninfomanía.
Por otro lado se decía que muchos de los hombres cuya compañía disfrutaba eran homosexuales, pero que ella se negó a ponerlos en peligro confirmándolo, en un momento en que la homosexualidad en Reino Unido todavía era ilegal.
Un año escandaloso
Enre 1962 y 1963 los británicos vieron el estallido no de uno, sino tres escándalos extraordinarios, todos vinculados en la mente de la prensa y el público.
El Vassall Affair vio a John Vassall, un empleado del gobierno en la embajada británica en Moscú, atrapado en una "trampa de mie"': fue fotografiado en la cama con otros tres hombres desnudos y luego chantajeado por la KGB.
Al regresar a Inglaterra y trabajar en varias oficinas de inteligencia, filtró documentos en la Unión Soviética hasta su descubrimiento, arresto, juicio y sentencia en octubre de 1962.
Durante el invierno siguiente, el caso continuó en espiral hasta que provocó la renuncia de un Lord del Almirantazgo, y una cacería de brujas en los círculos oficiales; el objetivo, como lo describió Vassall, era menos perseguir a los comunistas que a los homosexuales.
Más famoso, en la primavera de 1963, cuando las batallas de los Argyll alcanzaron un clímax, fue el Profumo Affair.
En el verano de 1961, el secretario de Estado de Guerra británico, John Profumo, conoció a la "chica alegre" Christine Keeler en la piscina del Hotel Cliveden. También estaba presente otro de los amantes de Keeler: Eugene Ivanov, agregado naval ruso y espía.
El breve romance entre Profumo y Keeler incluyó escenas ridículas, con el ministro británico entrando a visitarla por la puerta principal mientras el agente ruso se iba por la parte trasera.
Un año después, en el otoño de 1962, una pelea con cuchillos entre dos de los otros amantes de Keeler la llevó ante la policía y a la atención pública.
En enero de 1963, le dijo a los periódicos que si querían historias, tenía otra que podían vender mejor.
Y días más tarde, dos periodistas fueron encarcelados por negarse a revelar sus fuentes sobre el caso Vassall; y la prensa enojada estaba ansiosa por cualquier cosa que pudiera desacreditar al gobierno.
Como en esas otras dos historias de alto perfil que hicieron de la primavera de 1963 una verdadera temporada de escándalos, había otros asuntos en juego en el caso Argyll.
El caso arrojó luz sobre las relaciones entre Fleet Street y el establishment, y entre el sexo y la política. Después de todo, era un momento crucial de la década de 1960: se avecinaba una revolución sexual.
Apenas unas semanas después de que se finalizara el divorcio de Argyll, Lord Denning, Master of the Rolls -el segundo juez más importante de Inglaterra y Gales-, tuvo una entrevista confidencial con la duquesa y con los hombres que se consideraba que más probablemente fueran su amante sin cabeza.
Se consideró que su relación con Duncan Sandys, el ministro de Defensa británico, abría la posibilidad de que ella fuera un riesgo para la seguridad nacional.
¿Qué pasó con la duquesa de Argyll?
La reputación de Margaret nunca se recuperaría del escándalo de su divorcio y, aunque sobrevivió al duque de Argyll por dos décadas y murió en 1993, sus últimos años no fueron felices. En sintonía con las actitudes de la época, el duque sería menos vilipendiado.
El feroz juicio de 50.000 palabras del juez Lord Wheatley la había descrito como "una mujer completamente promiscua". Famoso por su dura postura sobre la moralidad sexual, se mofó de que su actitud hacia el matrimonio "era lo que los modernos llamarían 'ilustrada'".
Pero las mujeres que habían visto el caso desde la galería pública escribieron expresando su apoyo a la duquesa.
Y Sarah Phelps, escritora del nuevo drama televisivo, la describe como alguien que fue "castigada por ser mujer, por ser visible, por negarse a dar marcha atrás, comportarse bien y quedarse callada".
Visto a través del lente actual, la duquesa fue víctima de 'slut-shamming', el acto de culpabilizar a una mujer por comportamientos o deseos sexuales considerados contrarios a los tradicionales, sea cierto o no.
Además, fue abusada en su entorno doméstico y sus comunicaciones privadas fueron pirateadas.
No es la forma en que se la ha visto durante el último medio siglo, pero quizás hoy sería considerada como una heroína en vez de villana.
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