Los franceses quieren que la inauguración de los Juegos Olímpicos París 2024 sea inolvidable. El tradicional desfile de las delegaciones deportivas dentro del estadio quedará de lado para hacer del río Sena el protagonista. Una flota de 94 botes navegará el próximo 26 de julio durante 6 kilómetros llevando a los miles de atletas de 206 naciones, ante la mirada de decenas de jefes de Estado y unas 300 mil personas que podrán estar a orillas del río.
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Una ceremonia fastuosa al aire libre que romperá esquemas, pero que también se ha vuelto una preocupación extrema para las autoridades galas pues saben que es el escenario ideal para un atentado terrorista. Y Francia ha sufrido varios en la última década.
Tras el sangriento ataque del Estado Islámico del Jorasán (o ISIS-K) en Moscú, que dejó 144 muertos, el gobierno de Emmanuel Macron decidió elevar su nivel de alerta terrorista al máximo, y es probable que la alarma se mantenga hasta incluso el final de los Juegos Paralímpicos, programados del 28 de agosto al 8 de setiembre.
Pese a que sus actividades parecían haber menguado, por lo menos en Occidente, las organizaciones islamistas no han cesado de trabajar y pueden volver a dejar su marca, sobre todo en medio de un contexto geopolítico tan complejo, como las guerras en Ucrania o Gaza.
Y los eventos deportivos, que son vistos por millones de personas en el mundo, están en el punto de mira.
Como ocurrió esta semana, cuando el Estado Islámico amenazó directamente los partidos de ida de los cuartos de final de la Liga de Campeones, que se jugaron en Madrid, París y Londres. La seguridad en los estadios se reforzó y se multiplicó el número de agentes previstos. Aunque, felizmente, no hubo ningún incidente, la sombra de una masacre está en ciernes, sobre todo ante los Juegos Olímpicos que albergará Francia y la Eurocopa que se jugará en Alemania en junio.
Ya lo dijo hace unas semanas el portavoz del Estado Islámico, Abu Huzaifa, tras lo ocurrido en Moscú: “Incitamos a los leones solitarios a tener como objetivo a los judíos y cruzados en todos los lugares, especialmente en Estados Unidos y Europa”.
“Los países occidentales, incluyendo los de América Latina, hemos perdido el foco de lo que está pasando con estos grupos islamistas y terroristas, porque son autores geopolíticos muy importantes que se mueven de manera autónoma”, señala Roxana Juárez Parra, analista de la consultora Southern Pulse.
Tanto Francia como Alemania están alertas ante cualquier amenaza de piratas informáticos que pueden perturbar el desempeño de los eventos deportivos. En el 2018, EE.UU. culpó a la inteligencia militar rusa de crear un virus que dañó computadoras en los Juegos Olímpicos de Invierno de Pyeongchang, Corea del Sur.
“Estos grupos yihadistas están presentes desde finales de los años 90, y ahora se han reinventado y fortalecido en lo que era el Jorasán, una zona geopolítica del Asia Central muy importante porque está rodeada de países como Tayikistán, Uzbekistán o Kazajistán, en donde no se ha puesto la suficiente atención pese a la serie de problemas étnicos y religiosos que tienen”, agrega la experta mexicana.
El ISIS-K tiene a Afganistán como centro de operaciones, pero también está en Pakistán y muchos de sus militantes son tayikos o uzbekos, como los que perpetraron el ataque en Moscú.
Para Arlene Ramírez Uresti, académica de la Universidad Iberoamericana de México y articulista de “Forbes”, desde que Estados Unidos dijo que el Estado Islámico había sido desmantelado como califato en Iraq y Siria, los países occidentales se confiaron. “Incluso vimos una baja en su actividad, pero en la realidad esas células siempre han estado activas”.
En alerta total
Francia es especialmente vulnerable y ha sido un objetivo recurrente del terrorismo islamista. Desde el 2015 ha sufrido 22 atentados, como el del Bataclán en París que mató a 130 personas, o contra las instalaciones de la revista “Charlie Hebdo”, además de ataques antisemitas.
Debido a ello, los servicios de inteligencia franceses están trabajando al máximo. De hecho, el primer ministro Gabriel Attal dijo que desde inicios de año se desbarataron dos ataques del ISIS-K.
A inicios de marzo, antes del atentado de Moscú, la directora general de Seguridad Interior, Céline Berthon, declaró que “las organizaciones terroristas que apuntan contra Occidente aprovecharán sin duda la oportunidad que brindan los Juegos Olímpicos”.
Pero antes de la cita olímpica, se jugará en Alemania la Eurocopa, uno de los eventos futbolísticos más esperados. Son diez sedes las que acogerán los partidos, y la alerta también está en esas ciudades.
Por ahora, el Gobierno Alemán no ha dado muchos detalles de los dispositivos de seguridad, pero sí ha puesto el foco en los controles fronterizos, los cuales se van a reforzar, según detalló la ministra alemana del Interior, Nancy Faeser. “Queremos evitar la entrada de posibles delincuentes violentos al país”, dijo.
El peligro de los radicalismos
“Una lógica que comparten estos grupos islamistas es estar en contra de Occidente, de los ‘cruzados’, pero también de Israel”, afirma Juárez Parra, quien critica “la miopía” ante el trabajo de estas organizaciones extremistas en varias partes del mundo.
“Lo que ocurrió con el atentado en Moscú mostró cómo los propios rusos se olvidaron de su ‘patio trasero’ y cómo ha ido creciendo el yihadismo en esa zona. Pero además, ellos son capaces de reorganizarse en otras partes del mundo, como lo han hecho en el Sahel, en África”.
Sin embargo, Ramírez Uresti advierte que no solo se debe estar alerta ante la amenaza de un ataque terrorista del radicalismo islámico. “También las amenazas provienen de los mismos ultranacionalismos europeos”, señala. “Europa se está reacomodando, y desde ese reacomodo social interno hay muchos grupos radicales que están despiertos en Europa, y los liderazgos en algunos países tampoco ayudan mucho”, agrega.
La ultraderecha en Francia y Alemania se ha fortalecido, tomando la bandera de la lucha contra la inmigración y la islamofobia, pero también, en algunos casos, del antisemitismo, y los bombardeos de Israel en la franja de Gaza también están realimentando odios. “Lo que está ocurriendo con Israel está generando muchas reacciones en Europa, por eso las amenazas podrían estar más orientadas a lo que está pasando con la geopolítica, más que con el estigma tradicional de que provenga de un grupo islamista, que tampoco hay que descartar”, explica.
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