Agencia EFE

El ministro de Finanzas alemán, Olaf Scholz, ha sido la apuesta de su formación política, el Partido Socialdemócrata (SPD) para alcanzar la Cancillería tras ocho años como socio minoritario de la coalición presidida por .

Scholz, un socialdemócrata pragmático y perteneciente a la corriente más centrista de la agrupación, ha estado en la última legislatura al frente de la cartera de Finanzas y como vicecanciller en el equipo de Merkel.

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Las bases del partido, cansadas de la gran coalición, no lo quisieron como líder de la agrupación y prefirieron al dúo formado por Saskia Eskien y Norbert Walter-Borjans.

Sin embargo, cuando Eskien y Walter-Borjans tuvieron que escoger un candidato a la Cancillería recurrieron a Scholz sabiendo que era el más indicado para captar votos de centro y disipar los temores de un giro a la izquierda en la política alemana.

Scholz, nacido en Osnabrück (norte de Alemania) en 1959, saltó al primer plano de la política durante la era del último canciller socialdemócrata, Gerhard Schröder.

Pese a que su imagen sufrió con los graves disturbios registrados en las calles de Hamburgo durante la cumbre del G20 en 2017, cuando era alcalde-gobernador de la ciudad estado, su carrera ha sido de constante ascenso.

Entre 2002 y 2004, cuando Schröder no sólo era canciller sino también presidente del Partido Socialdemócrata (SPD), Scholz fue secretario general de la formación política y, como tal, un defensor radical del paquete de reformas conocidas como la Agenda 2010.

La iniciativa de Schröder implicaba recortes sociales y llevó a una escisión dentro del SPD y al surgimiento del partido La Izquierda, en el que los disidentes socialdemócratas se unieron a los postcomunistas.

La canciller alemana Angela Merkel y el ministro de Finanzas y vicecanciller alemán Olaf Scholz llegan a la última reunión del gabinete antes de las elecciones. (Markus Schreiber / POOL / AFP).
La canciller alemana Angela Merkel y el ministro de Finanzas y vicecanciller alemán Olaf Scholz llegan a la última reunión del gabinete antes de las elecciones. (Markus Schreiber / POOL / AFP).

Siendo secretario general, Scholz declaró que las diferencias que tenía el SPD con La Izquierda eran más grandes que las que tenía con cualquier otro partido. En esos momentos todavía no existía la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD).

En todo caso, su apoyo a la Agenda 2010 y su rechazo a posibles coaliciones con La Izquierda han hecho que a Scholz se le sitúe habitualmente dentro del ala más conservadora del SPD, e incluso se le suele aplicar el adjetivo de “schröderiano”.

Su carácter pragmático volvió a ponerse de relieve durante su gestión como ministro de Trabajo de la primera gran coalición de Merkel, cuando fue responsable de la ley que establecía un aumento paulatino de la edad de jubilación hasta los 67 años.

FLEXIBILIDAD EN EL GASTO

Su pasado y su gestión en la cartera de Trabajo hicieron durante un tiempo que su nombre fuera casi una provocación para el ala izquierda del SPD.

Sin embargo, también hay otra cara del pragmatismo de Scholz que se hizo evidente tanto en su gestión como alcalde de Hamburgo como en su etapa como titular de Trabajo, y es su disposición a recurrir al gasto en momentos en que lo considera necesario, sin pensar demasiado en la financiación.

Eso continuó en su gestión en los últimos años como ministro de Finanzas cuando tuvo que hacer frente a las repercusiones económicas de la pandemia.

Como ministro impulsó la ley que reglamentaba la jornada reducida subvencionada, uno de los instrumentos claves con los que la primera gran coalición evitó que el paro se disparara en Alemania durante la crisis económica y financiera internacional.

Un cartel de campaña que muestra al ministro de Finanzas alemán, vicecanciller y candidato a canciller del Partido Socialdemócrata (SPD), Olaf Scholz. (INA FASSBENDER / AFP).
Un cartel de campaña que muestra al ministro de Finanzas alemán, vicecanciller y candidato a canciller del Partido Socialdemócrata (SPD), Olaf Scholz. (INA FASSBENDER / AFP).

“Scholz estaba dispuesto a gastar dinero cuando lo consideraba políticamente necesario”, explicaba un analista del periódico económico “Handelsblatt”, Chistoph Kapalschinski, en un artículo titulado “La financiación se arregla después”.

El mismo lema pareció orientar las decisiones que se tomaron frente a la pandemia que llevó a que Alemania relajará el estricto curso de consolidación fiscal que había seguido con el anterior ministro de Finanzas, el conservador Wolfgang Schäuble.

En la campaña de Scholz la clave está en las inversiones, relacionadas tanto con la reconstrucción económica como con la lucha contra la crisis climática.

Su gestión bajo el Gobierno de Merkel le ha permitido crear confianza en muchos sectores que tienden a identificarlo como una apuesta por cierto grado de continuidad.

Consciente del prestigio de Merkel, ha coqueteado con ello y ha posado ante los fotógrafos haciendo un gesto típico de la canciller, un rombo formado con los dedos de las dos manos, lo que creó indignación entre los conservadores.

Si llega a la Cancillería, Scholz puede llegar a tener conflictos con el ala izquierda de su partido, y con la cúpula, con lo que se repetiría lo que ocurrió durante la era Schröder cuando muchos militantes dejaron el partido como protesta por la agenda 2010.

Ahora, sin embargo, las circunstancias que invitan a una fuerte acción del Estado en la reconstrucción económica pueden permitirle a Scholz hacer concesiones a los más puristas dentro de la agrupación.

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