El temor a la amenaza yihadista en Europa puede haber resonado menos en los últimos años, pero no ha desaparecido. El recuerdo de los atentados que enlutaron a Francia, Alemania o Bélgica entre los años 2015 y 2017 siguen aún muy frescos, mientras las autoridades buscan mantener a raya estos actos de insania.
El miércoles 25, un ataque en España hizo revivir ese temor. Un ciudadano marroquí de 25 años armado con un machete atacó dos iglesias de la ciudad andaluza de Algeciras. Mató a un sacristán e hirió a un cura, en un hecho que la Policía española investiga como atentado yihadista.
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El Ministerio de Interior español ha dicho que sobre el sospechoso, identificado como Yasin Kanza, pesa “un expediente de expulsión por situación irregular” abierto “en junio pasado”. No tenía antecedentes penales por terrorismo ni estaba bajo vigilancia policial. Hasta el momento, se cree que actuó solo.
Fuentes cercanas a la investigación dijeron a la agencia EFE que el sospechoso gritó “muerte a los cristianos” y “Alá es grande” mientras cometía el ataque.
España no sufría atentados graves desde agosto del 2017, cuando dos ataques yihadistas perpetrados por el Estado Islámico dejaron 16 muertos y 140 heridos en Cataluña.
La alarma yihadista también sonó esta semana en Alemania. Dos personas murieron y otras siete resultaron heridas luego de que un sujeto armado con un cuchillo los atacara en un tren regional en el trayecto entre Kiel y Hamburgo.
Aunque se desconoce la motivación del atacante, los medios germanos recordaron que el país está en alerta desde hace varios años debido a la amenaza yihadista.
Temor latente
Si bien lo ocurrido en España reactivó los temores a este tipo de ataques, lo cierto es que ese país sufrió en años recientes atentados menos letales y frecuentes que sus vecinos, entre ellos Alemania, donde un ataque con un camión reivindicado por el Estado Islámico dejó 12 muertos en Berlín en diciembre del 2016, convirtiéndose en el atentado más letal cometido en esa nación.
Otras imágenes que aún perturban a Europa son la de los atentados en París de enero del 2015. Los ataques en un supermercado y el semanario Charlie Hebdo dejaron 17 muertos. En noviembre de ese mismo año, otro atentado yihadista, esta vez en bares, restaurantes y en la sala de conciertos Bataclan, se saldaron con 130 fallecidos.
También se recuerdan los atentados cometidos en Bruselas en marzo del 2016, cuando seguidores del Estado Islámico atacaron el aeropuerto y la red de metro de la capital belga causando la muerte de 35 personas y dejando a 340 heridas.
Igual conmoción provocó el atentado en Niza, Francia, del 2016. El 14 de julio de ese año Mohamed Lahouaiej Bouhlel, un residente tunecino, perpetró un atropello masivo cuando arrolló a una multitud que estaba celebrando el Día Nacional de Francia, en el Paseo de los Ingleses. El saldo fue de 86 muertos y 434 heridos.
Carlos Igualada, director del Observatorio Internacional de Estudios sobre Terrorismo (OIET), afirma que pese a no estar confirmado todavía que exista detrás una motivación terrorista -solo el atentado en Algeciras se investiga como tal-, desde diversos foros y chats proyihadistas se ha celebrado los ataques en España y Alemania, algo muy frecuente por otro lado cuando ocurren ataques en Europa.
“De comprobarse la inspiración yihadista, estos ataques coincidirían aparentemente con el patrón que llevamos viendo en Europa Occidental desde finales del 2017: atentados mediante arma blanca cometidos por un único terrorista sin ninguna vinculación directa con Al Qaeda o el Estado Islámico”, dice Igualada.
El experto se refiere a que muchos de los atentados que azotaron a Europa en los últimos años fueron perpetrados por los llamados ‘lobos solitarios’, yihadistas radicales que actúan por su cuenta.
Afirma que desde fines del 2017, el número de actos terroristas en Europa ha bajado considerablemente y los ataques que se están produciendo son de escasa letalidad, con armas blancas en los que solo participa un atacante.
Medidas necesarias
Al reportar el ataque en Algeciras, los medios de comunicación españoles han enfatizado que las características del caso ponen en evidencia cómo los ataques de posibles lobos solitarios siguen siendo un desafío para el Estado.
En una columna de opinión titulada “Extremar el celo ante la radicalización islamista”, el diario español “El Mundo” recuerda que en la última década, con excepción de los atentados en Cataluña del 2017, España no ha tenido que lamentar tragedias vinculadas al Estado Islámico, a diferencia de lo ocurrido en países como Francia o Alemania.
“El problema, en todo caso, es de dimensión europea. Y así quedó de manifiesto en la reciente cumbre hispanofrancesa, donde el presidente Macron se negó a abrir los pasos fronterizos de los Pirineos alegando precisamente riesgos de seguridad”, dice el medio.
Enfatiza que es clave actuar contra los potenciales lobos solitarios, que suponen “un reto mayor que los grupos organizados, ya que sus vínculos con las células no son orgánicos y porque para frenarlos se requiere una intervención decisiva en el ámbito privado, donde el salafismo mejor anida”.
El sitio web del Consejo de la Unión Europea afirma que la lucha contra el terrorismo es una prioridad máxima para el bloque y asegura que “tras una serie de atentados perpetrados desde el 2015, la Unión Europea ha adoptado diversas medidas para acabar con este problema”.
“Las tecnologías de comunicación en línea han facilitado la comunicación transfronteriza a los terroristas y han amplificado la propaganda terrorista y la propagación del extremismo”, añade.
En abril del 2021, la UE adoptó un reglamento para combatir la difusión de contenidos terroristas en línea. Las nuevas normas se aplican desde el 7 de junio del 2022.
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