El ruso Alexander Litvinenko murió en noviembre del 2006 en un hospital de reabrirá el caso.
Antes de su muerte, Litvinenko estaba realizando una investigación sobre el asesinato, también en el 2006, de la periodista rusa Ana Politkovskaya, quien fue acribillada a balazos en la puerta de su casa en Moscú.
Ella era una de las periodistas más críticas de la política de Kremlin y Litvinenko, ex agente de la KGB, se había convertido en un colaborador del servicio de inteligencia del Reino Unido.
Litvinenko nació en el pueblo ruso de Voronéz el 4 de diciembre de 1962. Había sido un hombre brillante que al acabar la escuela se convirtió en militar y trabajaba para el departamento de contraespionaje de la KGB.
En 1991, tras la disolución de la Unión Soviética, Litvinenko se dedicó a trabajar para el Servicio Federal de Seguridad (FSB), encargado de combatir el terrorismo y el crimen organizado.
Su carrera se terminó en 1998, cuando apareció en conferencia de prensa en Moscú para denunciar acciones irrgulares del FSB, liderado entonces por Vladimir Putin, quien estaba en pleno ascenso político en Rusia. Litvinenko ya no juagaba más a favor de su gobierno.
Los años pasaron y Litvinenko, ya convertido en agente británico, se encontraba en una nueva nueva misión.
Litvinenko estaba en un restaurante japonés de Londres en compañía de un profesor italiano llamado Mario Scaramella, quien gracias a sus contactos que provenían del espionaje, tenía información valiosa en el caso de Politkovskaya. Scaramella, experto en seguridad, también le informó que ambos figuraban en la lista negra del Kremlin.
El agente comenzó a perder el pelo repentinamente y en paralelo cada órgano interno se iba destruyendo. Los médicos no daban con la causa. En un principio supusieron que fue talio, un raticida inodoro e incoloro. Pero lo que causó su muerte, según autopsias posteriores, fue polonio-210.
Horas antes de que falleciera, el agente habló con el director de cine Andrei Nekrasov, muy amigo suyo y que se dedicaba a publicar sus palabras en el diario “The Times”, Nekrasov percibía las ganas de vivir de su amigo, sin embargo, estas no serían suficientes.
En una carta redactada en su lecho de muerte, el hombre acusó al presidente ruso, Vladimir Putin, de encargar su asesinato, una acusación que el Kremlin siempre ha negado.
Litvinenko pronunció “Los bastardos me atraparon, pero no atraparán a todo el mundo”. El agente se despidió del mundo el 26 de noviembre del 2006.