Los inmigrantes que llegan a Finlandia tienen la opción de tomar clases de valores finlandeses y de cómo comportarse con las mujeres.
El gobierno, preocupado por el aumento en el número de abusos sexuales en Finlandia, desea asegurarse de que la gente que proviene de culturas muy conservadoras está consciente de lo que se espera de ellos en su nuevo hogar.
Johanna es una de las activas y animadas profesoras cuya energía atrae hasta el alumno más renuente a comprometerse con la lección.
La mujer utiliza ambas manos para enfatizar lo que quiere decir y siempre suaviza con una sonrisa los puntos difíciles.
"De manera que en Finlandia" -dice suavemente-, "no puedes comprar una esposa. Una mujer sólo será tu esposa si ella lo desea, porque aquí las mujeres son iguales a los hombres".
La miran detalladamente. Algunos de los jóvenes iraquíes, que hablan buen inglés y finlandés pasable, asienten con seguridad.
Otros, en particular los hombres de mayor edad, se miran entre sí con las cejas levantadas mientras las palabras de Johanna son traducidas al árabe para ellos.
Más de 32.000 inmigrantes llegaron a Finlandia en el 2015. (Foto: AFP)
Un hombre, agachado dentro de su chaqueta negra para esquiar, parece estar tomando notas con una leve sonrisa, mientras que la única mujer en el salón, que lleva la cabeza tapada con un pañuelo, esboza una leve sonrisa.
"Pero aquí sí puedes ir a una discoteca con una mujer", dice Johanna alegremente. "Aunque recuerden que, incluso si ella baila con ustedes muy de cerca y está vestida con una falda corta, eso no significa que ella quiera tener relaciones sexuales con ustedes".
Un adolescente somalí se coloca las manos en la cabeza como si su cerebro no pudiera absorber toda esta nueva información.
"Este es un país muy liberal", dice con incredulidad. "Tenemos mucho que aprender. En mi país, si tienes sexo con una mujer te matan".
Un joven de Mali sentado a su lado afirma: "Es increíble. En mi país una mujer no debe salir sin su esposo o su hermano".
Parece una pantomima pero los centros de recepción de Finlandia toman estas clases voluntarias sobre modales y cultura con extrema seriedad.
Si los hombres que llegan de distintas culturas conservadoras no se hacen conscientes de que Finlandia tiene costumbres y reglas que deben respetarse, nunca se integrarán, dice Johanna.
Quizás los hombres se quejen cuando ella les dice que los finlandeses hacen el trabajo del hogar, pero ya no les extrañará ver a una mujer conductora de taxis.
Desde el otoño, cuando Johanna comenzó a dar estas clases, las mujeres solicitantes de asilo se acercan a ella para quejarse de que sus maridos no las tratan de acuerdo con las costumbres finlandesas.
Los hombres también reciben clases de derecho penal para que sepan lo que pueden enfrentar si tocan a una mujer de forma inapropiada.
Estas clases reciben apoyo del ministerio del Interior y de la policía.
Hace unos meses tres solicitantes de asilo fueron condenados por violación y a principios de año hubo una serie de asaltos sexuales similares a los ocurridos en Colonia y Estocolmo.
Fenómeno
Las víctimas informaron que los responsables parecían provenir de Medio Oriente. Y el subdirector de la policía de Helsinki, Ilkka Koskimaki, decidió hacer público este hecho.
"Es algo difícil de hablar", admite mientras circula en una patrulla por las calles de la ciudad.
"Pero tenemos que decir la verdad. Por lo general no revelaríamos el origen de un sospechoso, pero estos incidentes, en los que grupos de extranjeros rodean a una joven en un lugar público y la molestan, se han convertido en un fenómeno", afirma.
La patrulla se detiene en un centro de recepción en el centro de la ciudad, donde un equipo de Koskimaki da clases similares a las de Johanna.
Un hombre iraquí se me acerca cautelosamente y me pregunta susurrando por qué necesito visitar el centro con tres policías.
"Por favor", me ruega, "no pienses que, por unos pocos criminales, todos los solicitantes de asilo son peligrosos".
La lección en el centro de recepción de Raasepoori está finalizando y los solicitantes de asilo tienen la tarea opcional de investigar sobre las leyes de igualdad finlandesas.
Cuando salimos del salón, un iraquí con una colorida chaqueta me tiende la mano.
"Es fantástico (estar) en Finlandia", dice. "Pero cuando me case, mi esposa será un ama de casa que cocinará los alimentos que comeré y ciertamente no irá a las discotecas".