Con el invierno en ciernes, los ucranianos temen lo peor. Quedarse sin calefacción en medio de la guerra luego que el 30% de sus centrales eléctricas quedasen destruidas por los incesantes ataques rusos de los últimos días.
Un día después de una lluvia de drones que se estrellaron contra varias ciudades, sobre todo Kiev, las fuerzas rusas bombardearon más de 35 localidades utilizando nuevamente aparatos no tripulados, así como misiles crucero, misiles antiaéreos y aviación.
LEE TAMBIÉN: El frío como arma de guerra: ¿cómo podría usar Putin un gélido invierno en Europa?
La infraestructura eléctrica y de agua fueron parte de los objetivos, según reconoció el propio Ministerio de Defensa de Rusia: “Durante el día, las Fuerzas Armadas de la Federación Rusa continuaron atacando con armas de alta precisión de largo alcance desde el aire y el mar el comando militar y los sistemas de energía de Ucrania, así como arsenales con municiones y armas de fabricación extranjera”.
La compañía DTEK Energo informó de que dos de sus centrales térmicas fueron atacadas de nuevo con misiles rusos.
Debido a ello, más de 1.100 ciudades se han quedado sin electricidad. Según el Gobierno de Ucrania, hubo cortes de energía en partes de Kiev, en varias zonas de la región de Yitomir, al oeste de la capital, y en Dnipró y Mikoláiv, al sur.
Los ataques del martes se enfocaron hacia Kiev, Sumy, Donetsk, Dnipró, Vinnytsia, Zhitómir, Járkov, Krivói Rog, Mykolaiv y Zaporiyia. Al menos seis personas murieron.
En la capital ucraniana, ataques con misiles dañaron dos instalaciones eléctricas y mataron a dos personas. El ataque dejó a 50.000 personas sin electricidad durante unas horas, informó el operador de energía.
“Desde el 10 de octubre, el 30% de las centrales eléctricas de Ucrania han sido destruidas, provocando apagones masivos en todo el país”, escribió en Twitter el presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky.
Solo en la última semana, más de 100 de los drones se han estrellado contra plantas de energía, centros de tratamiento de residuos, edificios residenciales, puentes y otros blancos en zonas urbanas, explicó el Ministerio de Exteriores ucraniano.
“La situación es ahora crítica en todo el país (...) todo el país tiene que prepararse para los cortes de electricidad, agua y calefacción”, dijo por su parte Kyrylo Tymoshenko, jefe adjunto de la oficina del presidente ucraniano.
LEE TAMBIÉN: ¿Qué dicen los drones suicidas que usó Rusia sobre la (curiosa) amistad de Putin con Irán?
Ciudades a oscuras
Ante los cortes de energía, el presidente ha pedido a sus compatriotas reducir el consumo de electricidad durante las horas punta “para permitir que todo el país atraviese este periodo de forma más estable”. Ante ello, muchas tiendas, bancos y empresas están apagando sus carteles luminosos o apagando las luces no necesarias en los supermercados.
Como cuenta The New York Times, en la capital algunas vallas publicitarias ya no se iluminan por la noche, y los faros de luz en las calles se están apagando parcialmente.
“La ciudad no tiene ni electricidad ni agua”, alertó el alcalde de Zhitómir, Serguéi Sujomlin. “Los hospitales funcionan con energía de reserva”, añadió en Facebook.
Rusia nombró a principios de mes al general Sergei Surovikin como comandante general de las fuerzas de Moscú en Ucrania. Surovikin sirvió en Siria y Chechenia, donde las fuerzas rusas redujeron las ciudades a escombros en una brutal pero eficaz política de tierra quemada contra sus enemigos.
“La nueva estrategia de Rusia sería no solo buscar la victoria militar, que cada vez está más difícil, sino romper el espíritu ucraniano a través de ataques indiscriminados contra la infraestructura, que es esencial. Y ante un invierno que se viene, que será muy duro, se requiere recursos energéticos para que la gente no muera de frío”, señala a El Comercio el internacionalista Jesús Ágreda Rudenko, docente de la Facultad de Estudios Internacionales y Políticos de la Universidad del Rosario (Bogotá).
Sin embargo, añade que la destrucción de parte de la infraestructura eléctrica puede leerse de otra manera: “Que Rusia solo haya afectado el 30% se debe a la capacidad que ha tenido Ucrania de interceptar los ataques con la tecnología antiaérea que ha estado recibiendo de otros países”.
Nueva táctica
Para el jefe de gabinete de Zelensky, Andriy Yermak, Rusia continúa con sus “ingenuos intentos de doblegarnos e intimidarnos”. “Piensan que lograrán el objetivo de congelar a los ucranianos, dejándonos sin luz ni calefacción”, escribió.
El Kremlin ya había afirmado que esta nueva oleada de ataques masivos son una respuesta al bombardeo ucraniano de inicios de octubre contra un puente en la península de Crimea, anexionada en el 2014 por Rusia.
“El ataque contra el puente representa para Putin dos problemas”, explica el experto. “El primero es un problema práctico, porque es un puente de comunicación vital, es una arteria esencial para conectar Crimea con el resto de Rusia”, explica Ágreda Rudenko.
“Ucrania está ejerciendo mucha presión militar sobre la región de Jersón, y el mecanismo para abastecer y garantizar la capacidad de defensa rusa en esa región pasaba necesariamente por el puente de Crimea, así que su salida de funcionamiento temporal debilitó mucho la capacidad rusa”.
El puente sobre el estrecho de Kerch entró en funcionamiento en el 2018 y el bombardeo también fue un ataque simbólico contra Rusia. “Y este ha sido el segundo problema, porque el puente era uno de los símbolos de la anexión de Crimea”.
Entonces, ante este duro golpe ucraniano hacia Vladimir Putin -que ya viene enfrentando cuestionamientos de sectores ultranacionalistas sobre su liderazgo y el destino de la guerra-, el presidente ha optado por esta escalada masiva de ataques.
“Putin necesita mostrar resultados, que tiene la iniciativa y que todavía tiene el control”, precisa a el académico.
Pero hay un factor clave. “El problema es que este tipo de ataques exigen ciertas capacidades, que en el caso ruso se ven muy limitadas”.
Ágreda Rudenko considera que los ataques con armas más sofisticadas, como los misiles crucero, están complicando a las fuerzas rusas porque, al ser más precisas y costosas, necesitan componentes elaborados y complejos, a los que ya no tienen acceso debido a las sanciones.
“Putin está cambiando de táctica y está dejando de utilizar armas más complejas para usar otras más sencillas y accesibles, pero que son mucho menos precisas, como estos drones kamikaze que ahora estamos viendo en acción”.