Aunque Occidente no ha enviado tropas al frente de batalla, sí ha entrado a la guerra utilizando una extensa artillería económica contra el gobierno de Vladimir Putin.
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La Unión Europea, Estados Unidos, Reino Unido y sus aliados prohibieron esta semana las transacciones en dólares estadounidenses con el Banco Central de Rusia en represalia por la invasión de Ucrania.
A la medida se sumaron otras sanciones como la exclusión de algunos bancos rusos del sistema internacional de pagos SWIFT, que permite la transferencia directa de dinero a través de las fronteras, con el objetivo de aislar a Moscú del sistema financiero internacional.
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El gobierno británico, por su parte, dijo que congelará los activos de los principales bancos rusos y los excluirá del sistema financiero del Reino Unido, mientras que la Unión Europea anunció sanciones dirigidas al 70% del mercado bancario ruso y empresas estatales clave como las de defensa.
Las potencias occidentales también han impuesto sanciones a algunos millonarios rusos y al propio Putin, cuyos activos conocidos en el extranjero serán congelados.
El sector privado se está plegando a las restricciones. Las firmas Visa y Mastercard, por ejemplo, anunciaron el bloqueo de algunos bancos rusos de sus sistemas de pago.
En paralelo, se ha producido un éxodo de empresas privadas que operan en Rusia, incluyendo a firmas como BP, Shell o Equinor.
En BBC Mundo conversamos con Julia Friedlander, investigadora senior y directora de la Iniciativa de Estadismo Económico del Centro de GeoEconomía del Atlantic Council, en Estados Unidos, para abordar el alcance de las medidas financieras contra el gobierno de Vladimir Putin.
Friedlander fue asesora principal de políticas para Europa de la Oficina de Terrorismo e Inteligencia Financiera del Departamento del Tesoro de EE.UU. y participó como macroeconomista en la Oficina de Europa del Departamento de Asuntos Internacionales del Tesoro.
Hasta 2019 trabajó en el Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca en temas de seguridad y relaciones económicas. Previamente fue analista de la Agencia Central de Inteligencia, CIA.
¿Cuál ha sido el impacto real que han tenido las sanciones impuestas por Occidente a Moscú?
Estamos tratando de entenderlo porque las cosas están cambiando a cada momento, en tiempo real.
Los rusos subieron su tasa de interés 20% tratando de evitar un colapso de su moneda, pero no lo lograron.
Por otro lado, el Banco Central de Rusia tiene reservas en el país que le han permitido evitar un colapso económico tras las sanciones, pero las restricciones impuestas son duras.
¿Pero hasta qué punto las sanciones impuestas hasta ahora pueden tener un efecto determinante? Hay analistas que insisten en la idea de que no son suficientes para frustrar la campaña militar de Vladimir Putin en Ucrania…
Va a tomar un poco de tiempo antes de que los rusos agoten los recursos que tienen para mantener su economía. Los rusos aún tienen un salvavidas financiero con sus reservas locales, pero se les puede acabar bastante rápido.
El escenario está cambiando. Las sanciones financieras pueden provocar un colapso de la economía rusa y cambiar el rumbo de la guerra, pero no sabemos si eso va a ocurrir.
Lo que hemos visto es que hay una implosión de la banca comercial como resultado de las sanciones.
Se han impuesto sanciones económicas a países como Irán o Venezuela. ¿Es posible hacer algún tipo de comparación?
Comparado con lo que hemos hecho con Irán o Venezuela, estas sanciones están golpeando duro. Pero hay que tener en cuenta que esas economías son minúsculas al lado de Rusia.
Rusia es la undécima economía más grande del mundo. Además, las sanciones impuestas a Irán han tomado años, mientras que las sanciones a Rusia se han tomado en unos días.
Lo que enfrenta Moscú no tiene precedentes en la historia de las sanciones.
¿Qué es lo que más le preocupa en estos momentos?
Hay muchas interrogantes sobre cuál será el verdadero impacto de las medidas, como por ejemplo, si los bancos seguirán siendo solventes, si los sistemas de pago podrán funcionar, si las exportaciones rusas recibirán un impacto, o qué va a pasar con los mercados de seguros y los mercados para enviar los productos.
Y hay dudas sobre qué va a pasar con los mercados de materias primas.
Nos preocupa lo que podría pasar en los mercados globales de crédito. Si hay un default en Rusia, eso tendría un impacto en los tenedores de bonos.
No digo que vaya a pasar pero hay una posibilidad de contagio financiero al resto del mundo en ese escenario.
Si miramos el paquete completo de sanciones, ¿cuáles son las más duras?
Definitivamente las medidas contra el Banco Central de Rusia. El uso de las reservas del banco es la más dura sanción que podemos tomar en el escenario actual.
Y si las sanciones económicas no logran el resultado que se busca, ¿cuál sería el paso siguiente?
Depende de cuáles son los resultados que se esperan. Lo que estamos tratando de hacer es poner suficiente presión en la economía para que no puedan continuar con la guerra.
Estamos usando armas económicas para detener una guerra real, ese es el objetivo esencial.
Pero quién sabe si eso se va a conseguir. ¿Quién puede saberlo? El peor escenario sería que destruyas la economía rusa y que Ucrania también quede destruida.
Tienes a los rusos luchando contra la insurgencia en Ucrania, pero todo podría ocurrir.
Y al revés,¿cuál sería el mejor escenario en las actuales condiciones del conflicto?
Que apretemos tan fuerte a Putin que esté dispuesto a negociar algo. El problema es que hemos implementado estas medidas tan rápido que no se si queda espacio para algún tipo de negociación.
Si vas a aplicar las medidas más fuertes que puedes poner, ellos también lo van a hacer. Estás atascado.
Tal como han avanzado los acontecimientos hasta este punto en que pese a las presiones internacionales, Rusia está atacando directamente blancos civiles, ¿qué es lo que realmente está buscando Putin?
Hemos llegado a un momento en que él decidió revisar la historia. Putin quiere restaurar las fronteras de la Unión Soviética empezando por Ucrania.
Es increíble que él pueda pensar que eso es posible. ¿Cómo puedes negociar con alguien como él? Si ese es su objetivo y nosotros no estamos dispuestos a iniciar una guerra, ¿cuál es el potencial de que las sanciones financieras funcionen?
Es difícil saberlo. Lo que nos queda es hacer correr el reloj financiero antes de hacer correr el reloj militar.
Desde una perspectiva más global y aunque suene un poco desmesurado, ¿qué tan posible es que lleguemos a una Tercera Guerra Mundial?
Hay todo tipo de accidentes en la historia que pueden llevarte a un conflicto que no fuiste capaz de predecir.
En la Primera Guerra Mundial las condiciones estaban dadas y solo era necesario un catalizador para que se desatara.
Es imposible saber si podría haber una guerra de esas proporciones en la actualidad. Pero puede haber una amenaza nuclear.
Durante la Guerra Fría vimos momentos en que hubo la posibilidad de estar al borde de una escalada, como en la Crisis de los misiles de Cuba.
Pero hubo acuerdos que des-escalaron el conflicto. Eso es lo que vamos a tener que buscar aquí. Me pregunto cuál será el precio. Me pregunto si habrá algún tipo de acuerdo en relación a Ucrania.
Por ahora estamos armando a los ucranianos e intentando que se vuelva insostenible seguir con la guerra. Tiene que haber alguna salida.
En los últimos días hemos comenzado a ver un éxodo masivo de empresas privadas de Rusia. ¿Qué efectos puede tener esa salida y qué hay detrás de la decisión de abandonar ese mercado?
Las empresas que están abandonando Rusia lo están haciendo porque hay un riesgo político y el riesgo político es un riesgo comercial.
¿Qué pasaría si la situación económica se volviera tan insostenible que estas empresas no pueden seguir funcionando o sus socios quedaran insolventes? ¿O qué pasaría si el gobierno ruso las nacionaliza?.
A eso se suma la amenaza de que se impongan nuevas sanciones financieras. Es por eso que muchas compañías occidentales van a retirarse.
Por otro lado, hay algunos sectores de la economía europea que están muy expuestos a Rusia, como la banca comercial y otras industrias.
Y mirando Asia, en China tampoco está el mejor ambiente para hacer negocios. Entonces, creo que este es un momento para que la economía transatlántica se consolide aún más.
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