La situación en Kursk es “extremadamente grave” debido a los combates entre las fuerzas ucranianas y rusas muy cerca de la central nuclear en esa región, alertó este martes 27 el director general del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), Rafael Grossi, luego de una visita a la zona.
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“Una central nuclear de este tipo tan cerca de un punto de contacto o frente militar es algo extremadamente grave”, declaró Grossi luego de visitar la central, ubicada a solo 50 kilómetros del frente de combate abierto el 6 de agosto, cuando el Ejército ucraniano ejecutó una operación sorpresa que le permitió hacerse con el control de un centenar de localidades en este óblast fronterizo ruso.
Durante su visita, Grossi pudo observar las “marcas del impacto” de drones que la semana pasada había denunciado Rusia. Estas se encontrarían a unos 150 metros del depósito de combustible nuclear utilizado por la planta.
“Puede parecer algo simple y de sentido común: no ataquen una central nuclear”, señaló el jefe de la OIEA, una petición que en este conflicto bélico se ha dado mucho más que en cualquier otro.
Durante los primeros días de la guerra, en marzo del 2022, las fuerzas rusas tomaron el control de la planta nuclear de Zaporizhia, en el sur de Ucrania, y de Chernóbil, en el norte.
“Es la primera vez que se ve este riesgo, no existió un conflicto previo en el que haya centrales nucleares inmensas dentro de una zona bélica”, alerta a El Comercio Carlos Umaña, uno de los máximos referentes mundiales en la lucha contra las armas nucleares.
- ¿Otro Chernóbil? -
La central de Kursk cuenta con cuatro reactores soviéticos RBMK 1000 -dos en funcionamiento y dos paralizados- que son estabilizados por grafito, muy similar al sistema que utilizaba la central nuclear de Chernóbil. Además, un reactor más se encontraba en construcción.
Fue la segunda central de este tipo construida por la Unión Soviética y para que operase fue necesario construir un embalse de enfriamiento. Debido a sus casi 50 años de antigüedad, la central no cuenta con cúpulas especiales de protección sobre los reactores.
“En el caso de la central de Kursk, vemos que es particularmente vulnerable porque el techo del reactor es uno común y corriente, no está hecho para resistir el más mínimo ataque explosivo. Entonces, encontrar estos restos de drones e índices de un ataque armado, pues ello lo convierte en una situación bastante peligrosa”, resalta Umaña.
El exdirector de inspecciones del OIEA Robert Kelley aseguró a diferentes agencias de noticias internacionales que el riesgo de que en Kursk suceda una catástrofe como la de Chernóbil, en la que el reactor estalló y ardió durante días, “es nula”.
“En un buen día las centrales nucleares generan un riesgo alto y están expuestas a errores humanos, que fue lo que generó el accidente de Chernóbil, o también a una falta de suministro eléctrico que fue lo que generó el accidente de Fukushima (Japón) en el 2011. Estos dos riesgos siempre están presentes en todas las centrales nucleares. En este momento, con esta guerra, estamos con la situación sin precedentes de que hay centrales nucleares en una zona de guerra”, explica Umaña, quien recibió el Nobel de la Paz en el 2017 por su lucha contra la proliferación de las armas nucleares en el mundo.
“En ese contexto, vemos que el riesgo del error humano, con el personal que ahí trabaja en una situación de alta tensión, aumenta potencialmente y también se eleva el riesgo de que existan cortes eléctricos. Pero además se suma el riesgo de un ataque directo a la central”, agrega el experto.
- Consecuencias a escala -
Según Umaña, para medir el daño que podría causar un desastre en una planta nuclear hace falta tomar en cuenta distintos factores, como las dimensiones de la central o las condiciones climáticas en el momento que suceda.
Por ejemplo, un desastre es Kursk sería “devastador” pero considerablemente inferior a uno en Zaporizhia, donde hay seis reactores en funcionamiento. “La de Zaporizhia tiene el riesgo de que la pluma radioactiva se extienda más allá del centro de Europa y afecte a una población bastante más amplia”, indica.
En Kursk, mientras tanto, “no solo estaría la contaminación a través del aire, sino también porque existe un cuerpo de agua inmenso cerca de la central que podría afectar a las poblaciones corriente abajo. Esto lo que puede afectar, sobre todo, es la capacidad de producción alimentaria de Ucrania. Recordemos que Ucrania es uno de los graneros mundiales, muy importante para zonas como África y Europa. Esta producción se podría ver afectada por la contaminación”, señala.
Para el experto, “con esta guerra estamos viendo el peor lado de la era nuclear, el riesgo de una guerra nuclear a gran escala es el más alto de la historia”.
Umaña agrega, además, que mientras esta situación se agrava la comunidad internacional no consigue ponerse de acuerdo para establecer medidas que contengan de cierta forma los riesgos de una catástrofe nuclear.
“Debería ser de interés para toda la comunidad internacional declarar a las centrales nucleares como zonas desmilitarizadas, que por lo menos estén protegidas por el derecho internacional. Pero no ha podido haber ningún acuerdo aparentemente por bloqueos tanto de Rusia, en su deseo de querer controlar Zaporizhia, como por parte de Israel y Estados Unidos, que quieren tener la potestad de poder atacar las centrales nucleares iraníes en caso de una guerra. Por ello, en la conferencia preparatoria del tratado de no proliferación nuclear no ha habido ningún avance en este tema, a pesar de que todo el mundo está de acuerdo en que el riesgo es altísimo, debido a estas fuerzas políticas tan egoístas”, lamenta.