La historia de Iryna Filkina, de 53 años, comenzó a salir a la luz luego de que una manicura y maquilladora reconoció a la víctima de la masacre de Bucha por la particular forma en que estaban pintadas sus uñas, cuatro de color rojo y un corazón negro en el dedo anular, que sobresalían entre horribles escenas de muerte y destrucción en esa ciudad de los alrededores de Kiev, la capital de Ucrania.
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Anastasia Subacheva, una maquilladora residente en Gostomel, localidad cercana a Bucha, fue quien identificó la mano perfectamente cuidada, una mano que había visto en reiteradas ocasiones sosteniendo una brocha de lápiz labial o extendiendo sombra de ojos durante sus lecciones de maquillaje. En efecto, Filkina era una de las alumnas del curso que estaba impartiendo Subacheva, que tuvo su última clase el 23 de febrero, justo antes del inicio de la invasión rusa.
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“Cuando vi la foto, sentí físicamente que mi corazón comenzaba a romperse”, reveló la maquilladora a The New York Times.
Subacheva conocía a muchas mujeres de Bucha ya que trabajó bastante tiempo allí, y había varias vecinas que eran sus alumnas. “Filkina me había contado que le gustaba mucho la cuestión de maquillarse y que la hacía sentirse muy bien cuando lo hacía”, escribió en Facebook. “Sus ganas de vivir, su fuerza, su amabilidad, su energía me habían conquistado”, añadió. El 14 de febrero, día de San Valentín, Filkina decidió pintarse las uñas de color rojo cereza, con un corazón en el dedo anular “porque dijo que estaba aprendiendo a amarse también a sí misma”, recordó Subacheva.
La muerte de Filkina el pasado 5 de marzo fue además captada por un dron que recogió la secuencia del ataque que acabó con su vida y que fue difundida por la cadena CNN.
En el desgarrador video se ve en los primeros minutos a la mujer que circula en bicicleta por la calle Yablunska en Bucha. Cuando se aproxima a la esquina desciende de la bici, comienza a empujarla y sigue a pie. Las imágenes del dron muestran luego que, al doblar la esquina, un blindado ruso apostado a mitad de cuadra le lanza al menos cuatro disparos. Después se ve salir humo del lugar donde supuestamente estaría la mujer.
La historia de la muerte de Filkina se completa con el relato de Olga Shchyruk, la hija de 26 años que viajó a Polonia junto a su hermana tras la invasión rusa. Su mamá prefirió quedarse en el centro comercial Epicenter de Bucha, alimentando a las personas que se refugiaban allí y cocinando para el Ejército ucraniano.
Luego de una semana de estar encerrada en ese lugar, Filkina quiso volver a su casa en uno de los autos en los que estaban evacuando a las personas del centro comercial. Pero como no consiguió lugar en los vehículos, decidió regresar en bicicleta y se lo comentó a su hija Olga en diálogo telefónico.
“Le dije que no era seguro volver a casa en bicicleta. Los rusos habían ocupado todo el pueblo y estaban matando gente”, dijo la hija a CNN.
“¡Puedo mover montañas! ¿No conoces a tu mamá?”, respondió, siempre de buen humor, Filkina.
Pero esa fue la última conversación que tuvieron. La madre no llegó a la casa.
“Toda su vida, se entregó por los demás. Ella dio su vida a las necesidades de los otros”, recordó la hija. Fue después de un viaje familiar a Egipto hace dos años, la primera vez que Filkina vio el mar, cuando decidió que además “quería comenzar a concretar también sus propios sueños”, agregó.
La hija de Filkina hizo una reflexión final. “Quiero que la imagen de su mano sea símbolo de nuevos comienzos”, dijo. “Ese dibujo del corazón en la mano izquierda, la del corazón, que se vio en todo el mundo, les dice a los ocupantes rusos que pueden hacer cualquier cosa, pero no pueden quitarnos lo principal: el amor”.