Un soldado ucraniano camina frente a un edificio destruido del Aeropuerto Internacional de Kherson en el pueblo de Chornobaivka, en las afueras de Kherson, el 20 de noviembre de 2022. (Foto: BULENT KILIC / AFP)
Un soldado ucraniano camina frente a un edificio destruido del Aeropuerto Internacional de Kherson en el pueblo de Chornobaivka, en las afueras de Kherson, el 20 de noviembre de 2022. (Foto: BULENT KILIC / AFP)
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Agencia EFE

En medio de una situación humana complicada, sigue bajo el fuego ruso con múltiples víctimas civiles y alerta de que todavía posee muchos misiles S-300 con los que atacar ciudades cerca del frente.

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“Pensé que los daños a las infraestructuras iban a ser nuestro mayor problema, pero estaba equivocada”, escribe Evgenia en su página de Facebook, donde ha venido describiendo la situación en la ciudad, de la que se marcharon las tropas rusas hace unos días.

Como otros residentes de Kherson, ha vivido el incremento de los ataques rusos, que de momento han costado la vida este jueves de siete personas y que continuaban este viernes.

Cuenta que su barrio fue bombardeado al menos entre nueve y diez veces la pasada noche. En cada ocasión el ataque duró unos diez minutos y la siguiente oleada sucedía después de unos quince minutos. Evgenia solo pudo dormir unas horas cuando el bombardeo se centró en otra zona de la ciudad.

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Los ciudadanos creen que Rusia emplea bombas de racimo para atacar Kherson, que es objeto de ataques en todos sus distritos.

Olena Afanasieva, que huyó de la ciudad durante la ocupación, comparte una fotografía que recibió de un amigo en Kherson que le muestra con varios fragmentos como clavos en la palma de su mano y que recogió tras el bombardeo cerca de su casa.

“Algunos se clavan en el asfalto y no los puedes arrancar”, explica.

Olena explica a EFE que su amigo vive “en una zona normal de viviendas en Kherson que no tiene instalaciones militares o grandes edificios”. Le dice que un menor de 13 años resultó muerto por esos fragmentos y que dos personas también murieron así en su barrio el jueves.

Los mensajes que sus amigos consiguen enviar a pesar de la falta de una conexión estable a internet y de telefonía móvil indica que calles enteras pueden haber sido destruidas por el bombardeo de la pasada noche y que algunos ciudadanos parece que han huido hacia Mikolaiv.

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“El bombardeo no cesa”, dice Oksana Pogomij, miembro del gobierno local, quien consigue hablar por teléfono con EFE desde la ciudad. Afirma que algunas personas murieron o resultaron heridas el jueves en un incendio que comenzó tras el ataque ruso.

Fuentes oficiales indican que unas 7 personas murieron y 21 resultaron heridas en los bombardeos del jueves.

Al mismo tiempo, Pogomij y su equipo están ocupados en la distribución de ayuda humanitaria que llevaron sus amigos de la fundación benéfica Petro Poroshenko a la ciudad, que lleva sin agua, electricidad y calefacción desde hace más de tres semanas.

“Nos centramos en los ‘burzhuikas’ (hornos de leña portátiles) y en comida rápida. Son también ahora muy necesarios productos de higiene, como pañales para niños y para personas con deficiencias”, agrega.

Soldados ucranianos revisan la zona tras la retirada de las tropas rusas de Kherson, en el aeropuerto internacional de la aldea de Chornobaivka. (Foto: EFE/EPA/ROMAN PILIPEY)
Soldados ucranianos revisan la zona tras la retirada de las tropas rusas de Kherson, en el aeropuerto internacional de la aldea de Chornobaivka. (Foto: EFE/EPA/ROMAN PILIPEY)
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Evgenia destaca que los habitantes de Kherson salen de sus casas para calentarse en el exterior. “Ayer se estaba más caliente fuera que en casa”. La gente o bien hace cola para conseguir agua o se mete en la cama bajo dos o tres mantas.

“Esperamos que los especialistas en reparaciones logren al menos arreglar una de las tres líneas de alto voltaje que alimentan la ciudad para poder tener luz, agua y calefacción, al menos un poco”, escribe.

Pogomij se apresura para recibir otro cargamento de ayuda y explica a EFE que, habiendo aguantado durante toda la ocupación, no piensa en huir a pesar de los riesgos.

“Si todo el mundo se va se acaba la ciudad, ¿no?”, afirma.

Dice que se quedará hasta que Ucrania gane y espera que el Ejército logre pronto que no haya bombardeos procedentes de la orilla oriental del río Dniéper, a donde se retiraron las tropas rusas tras el avance del Ejército de Ucrania.

Varios representantes de las autoridades ucranianas advirtieron recientemente de que Rusia se puede estar quedando ya sin misiles de largo alcance, pero tiene todavía reservas de los de más corto radio, los S-300.

Habitualmente empleados para la defensa aérea, han sido reconvertidos por Rusia para bombardear ciudades como Kharkiv, Zaporizhzhia y Mikolavi. Ahora se teme que Kherson sea la que sufra más los ataques rusos, advirtió este jueves Andriy Yusov, del servicio de inteligencia del Ejército.

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