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Del referéndum en el Donbás se habla desde antes de la invasión rusa. Previo a declararle la guerra a Ucrania, Moscú repitió su supuesta preocupación por dichos territorios: Donetsk y Lugansk, las autoproclamadas repúblicas independientes, quieren unirse al Kremlin y sus autodeterminaciones debían ser escuchadas.
La intención de Moscú, además, se basa en una supuesta protección a los rusos -o ciudadanos afines- de las fuerzas ultranacionalistas que operaban en la zona.
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Vladímir Medinski, quien a mediados de marzo oficiaba de jefe negociador ruso, declaró: “La cuestión del Donbás es uno de los temas clave de las negociaciones. Es cierto que lo vemos de manera diferente. La parte ucraniana cree que la cuestión de gobernar el territorio debe decidirse en Kiev. Y nosotros creemos que el tema de la gobernanza debe ser decidido por la gente del Donbás”.
Las posturas divergentes no eran nuevas. De hecho, como consecuencia, se sucedió un conflicto armado -entre los prorrusos de dicha región y las fuerzas ucranianas- que se inició en abril del 2014. El resultado fue el referéndum en el que Donetsk y Lugansk se declararon independientes.
Mikhail Podoliak, asesor del Gobierno del presidente ucraniano Volodymyr Zelensky, explicó, también a mediados de marzo, cómo se vivía en esos lugares.
“Con respecto a los territorios ocupados, la posición de Ucrania permanece sin cambios: las fronteras del país no se pueden cambiar”.
“Sin embargo, creo que debemos ser comedidos en nuestros juicios. Por derecho, Crimea, Donetsk y Lugansk siguen siendo parte de Ucrania, pero no los controlamos de facto, la administración rusa trabaja allí”.
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La cuestión de la consulta popular vuelve ahora debatirse. El Departamento de Estado de Estados Unidos “sospecha que Rusia tiene planes para celebrar un referéndum de autonomía para la creación de una República Popular de Jersón”, y que esta se llevaría a cabo este mes.
“The New York Times” recoge las declaraciones de Michael Carpenter, embajador de Estados Unidos ante la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE). Para él, Putin vuelve a aplicar lo que dice su “libro de jugadas”.
Es decir, un referéndum con “resultados fabricados” e ilegítimos, un nuevo intento de “anexar otro territorio de Ucrania”.
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EL RECUERDO DE CRIMEA
Antes de que cayera el gobierno prorruso del ucraniano Viktor Yanukóvich, el presidente ruso Vladimir Putin enviaba tropas a las “bases que Rusia tenía en Crimea gracias al Tratado de Partición de 1997″.
Mientras esto se sucedía, el “Parlamento de Crimea eligió a un primer ministro prorruso y votó a favor de separarse de Ucrania”.
La excusa era la misma que todavía se escucha ahora: hay que proteger a los habitantes de la amenaza de los extremistas de Kiev que hasta trataban de prohibir el “derecho a hablar ruso en la región”.
Así, el 16 de marzo del 2014 y apoyados por Rusia, Crimea organizó un referéndum secesionista que, para Occidente y la propia Ucrania, fue ilegal.
El resultado de la consulta popular fue tajante: el 96,77% votó por la “incorporación de este territorio a Rusia”.
“El País” recuerda que, según la televisión de Crimea, la participación en el referéndum fue alta: en Sebastopol, 89,5%; Simferópol, 88,5%; y 82,7% “en el resto de la península”.
“Todos estos datos son imposibles de verificar, porque el número de observadores se limitaba a varias decenas de personas complacientes que no veían nada anormal en la consulta. Además, los ciudadanos no incluidos en las listas podían votar en si rellenaban una solicitud en el mismo colegio electoral”, anota el medio.
Rusia estaba preparada para estos resultados. En el 2001, una ley aprobó que el país pudiera aumentar sus dimensiones al incorporar Estados “mediante la firma un acuerdo bilateral internacional”.
“Dado que Crimea, según su propia lógica, se convierte en independiente, esto significa que Moscú, también desde su propia lógica, puede firmar un acuerdo con Simferópol al margen de Ucrania”, agrega “El País”.
Sergei Neverov, entonces vicepresidente de la cámara baja del Parlamento ruso, declaró:
“Los resultados del referéndum en Crimea muestran claramente que los residentes consideran su futuro únicamente como parte de Rusia”.
“Mucha gente ha votado a favor de la adhesión de Crimea a Rusia, lo que habla por sí mismo. Es la respuesta a todos los que estos últimos días han intentado evitar que los habitantes de Crimea determinen su destino, su futuro y el futuro de sus hijos”.
OTRA VEZ EL MANUAL
Es Estados Unidos el que adelanta la posibilidad del referéndum auspiciado por el Kremlin. Y, si bien es cierto que parte de la propaganda occidental -a veces disfrazada de información privilegiada conseguida por el Pentágono- ha errado en sus vaticinios, esta vez no habría que desconfiar tanto.
Por lo menos para el analista Carlos Novoa, sí es factible que la consulta popular se suceda. “Porque está adentro de las competencias que, a la fuerza, tiene Rusia”.
“También veo muy factible que Moscú la ‘gane’ porque, evidentemente, allí no hay ningún tipo de democracia o libertad”.
Para Novoa, sin embargo, repetir la misma estrategia que en Crimea podría ser una forma de enmendar los errores. “Parece que Putin no pensó que esto sería un trabajo de largo aliento, así que bien podría aplicar esta forma de legalizar una situación de facto, un contexto que no se ajusta al derecho internacional”.
En todo caso, la gran diferencia con Crimea es que en el 2014 nadie vio venir la jugada.
“El caso de Crimea no fue tan mediático como lo es esta guerra contra Ucrania, un país más grande, con personalidad propia y más conocido en Occidente”.
La fecha es un albur, pero hay pistas.
El papa Francisco reveló que el presidente de Hungría, Viktor Orbán -conocido por sus tendencias autocráticas y de extrema derecha-, le contó que esto es parte del plan de los rusos “y que el 9 de mayo todo terminará”
“Eso explicaría la prisa de la escalada de estos días. Ahora ya no es solo el Donbás: es Crimea, Odessa, y quitarle a Ucrania el puerto en el Mar Negro”, dijo el Sumo Pontífice.
ABC agrega que, para el Papa, gran parte de la responsabilidad de esta situación cae en manos de Occidente.
“El Papa sugiere que ‘los ladridos de la OTAN a las puertas de Rusia’, desencadenaron la ira de Putin, -’una ira que no sé decirle si fue provocada, pero quizá sí que facilitada’”.
La fecha parece ser precisa: el 9 de mayo se celebra el Día de la Victoria.
“The Independent” escribe:
“[El 9 de mayo,] Rusia conmemora la victoria sobre la Alemania Nazi en la Segunda Guerra Mundial, una de las festividades más grandes del año, que se celebra con desfiles militares en todo el país y que, según los informes de inteligencia, el presidente busca utilizar para reafirmar su posición como líder y jefe de Estado”.
Y así, todas las excusas para la invasión convergerán. El mismo medio concluye:
“Putin utilizará el discurso sin sustento real de la ‘nazificación’ de Ucrania, con el que justificó la invasión en primer lugar, a pesar de que el presidente ucraniano Volodymyr Zelensky es judío”.
“El 9 de mayo será para el presidente ruso una ‘nueva victoria’ sobre los ‘nazis’, algo que llega al corazón de la memoria del pueblo ruso”.
