Equipos ucranianos y fuerzas de la ocupación rusas evacuaron el miércoles a miles de civiles de las zonas inundadas tras la destrucción de la represa de Kajovka, en una zona controlada por Rusia en el sur de Ucrania, una situación que hace temer una catástrofe humanitaria y ecológica.
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Rusia acusó además este miércoles a Kiev de haber hecho explotar en un “acto terrorista” un tramo del conducto de amoniaco que une la ciudad rusa de Togliatti y Odesa, en el sur de Ucrania, crucial para la exportación de esta substancia y de los fertilizantes.
Moscú y Kiev se culpan mutuamente del ataque el martes contra la represa de Kajovka, que alimenta a Crimea, anexionada por Rusia en 2014.
En su primera reacción pública sobre el suceso, el presidente ruso, Vladimir Putin, lo calificó de una “salvajada” cometida por Kiev que provocará “un desastre ambiental y humanitario a gran escala”, durante una conversación telefónica con su homólogo turco, Recep Tayyip Erdogan.
Las calles de la ciudad de Kherson, bajo control ucraniano desde noviembre, a 70 km de la represa, estaban totalmente inundadas. Una vecina, Natalia Korj, de 68 años, explicó que tuvo que nadar para irse de su domicilio.
“Todas las habitaciones están bajo el agua. Mi nevera flota, el congelador, todo. Estamos acostumbrados a los disparos (de artillería), pero una catástrofe natural es una auténtica pesadilla. No me lo esperaba”, dijo a AFP, descalza y con las manos paralizadas por el frío, tras ser rescatada por los servicios locales.
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Agua hasta la cintura
En las calles del centro, continuaban las evacuaciones. En esta zona, el agua llegaba hasta la cintura, y cerca del río Dnipro, el nivel alcanzó cinco metros.
“El peligro o viene de allí, o de aquí”, dijo Svetlana Abramovitch, de 56 años, otra vecina, señalando lejos el frente donde están los cañones rusos, o el agua a sus pies.
Según Oleksander Prokudin, jefe de la administración militar de la región de Kherson, 1.700 personas fueron rescatadas de las zonas inundadas bajo control ucraniano. Kiev estima que hay que evacuar a más de 17.000 civiles.
Según Ucrania, el ataque a la represa, tomada por Rusia en los albores de la guerra en febrero del año pasado, fue un intento de Moscú de frenar la esperada ofensiva de Kiev, cuyo gobierno aseguró que no se verá afectada.
Para el primer ministro ucraniano, Denys Shmyhal, Rusia provocó “una de las peores catástrofes medioambientales de las últimas décadas”.
Las aliados occidentales de Kiev también fustigaron un ataque que ponía en peligro la vida de civiles, en una región ya asolada por la guerra.
La Casa Blanca afirmó que habrá “probablemente muchas muertes”.
China, aliado clave de Rusia, expresó su “profunda preocupación” por “el impacto humano, económico y medioambiental” de la explosión.
El presidente turco Erdogan sugirió la creación de un comisión de investigación internacional sobre el incidente, en una conversación telefónica con su homólogo ucraniano, Volodymir Zelensky.
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“Bomba ambiental”
El mandatario ucraniano advirtió a Erdogan de las “consecuencias humanitarias y ambientales” tras el “acto terrorista ruso” contra la represa, incluyendo “los riesgos en la central nuclear de Zaporiyia”, según tuiteó.
Zelensky ya acusó a Rusia de detonar una “bomba ambiental de destrucción masiva”. Más de 150 toneladas de aceite de motor se propagaron en el río, y miles de hectáreas de tierras cultivables quedarán anegadas, según Kiev.
En la zona ya se “registraron pérdidas de peces”, advirtió el miércoles el ministerio ucraniano de Agricultura, añadiendo que habría escasez de agua de riego, puesto que el depósito de Kajovka se estaba vaciando.
La destrucción parcial de la represa, construida en los años 1950, hace temer consecuencias para la central nuclear de Zaporiyia, ubicada a 150 km río arriba, porque garantiza su enfriamiento.
Sin embargo, “no hay peligro nuclear inmediato”, subrayó el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA).
La explosión que, según Moscú, destruyó el lunes por la noche un tramo del conducto de amoniaco entre la ciudad rusa de Togliatti y la ucraniana de Odesa, tuvo lugar cerca de Masiutovka, un pueblo controlado por las fuerzas rusas en la región de Járkov (noreste).
Varias personas resultaron heridas y afectó a unas instalaciones “cruciales para garantizar la seguridad alimentaria en el mundo”, afirmó el miércoles la portavoz de la diplomacia rusa, María Zajarova.
Antes del conflicto, el conducto le permitía a Rusia exportar cada año más de 2,5 millones de toneladas de amoniaco, un componente fundamental para los fertilizantes, principalmente a la Unión Europea. Desde febrero de 2022 estaba desactivado, pero Moscú esperaba su puesta en funcionamiento.
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