La sola existencia del batallón Azov plantea un dilema. La gesta espartana de los que resisten en y evitan la caída de a manos de , tiene entre sus filas a supremacistas blancos. Antes -la administración que los expulsó- hubo neonazis y seguidores de ideologías afines. ¿En qué momento la ultraderecha armada cobró tanta relevancia y cómo es que ahora es vital para evitar que los someta?

Azov fue creado en el 2014, es producto del Euromaidán y culpa de los rebeldes prorrusos del Donbás apoyados por una Rusia que quería anexionarse Crimea. El batallón defendió Mariúpol y ganó. La incapacidad estatal y las capacidades del grupo paramilitar obligó al Gobierno a oficializarlos como miembros de la Guardia Nacional, aunque les dio ciertas libertades. Por liberar ciudades y espantar a los invasores, son considerados héroes y aplaudidos en desfiles.

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Empezaron como una milicia y, con la venia del Estado, empezaron a comprar más armas hasta convertirse en una brigada de élite. Su reputación y el alza de movimientos ultranacionalistas en Europa lo volvieron atractivo. Y, para entender el fenómeno, no hay que dejar de lado la aparición de lo que llama “campamentos de verano para niños a cargo de hipernacionalistas ucranianos”.

Lo que allí se enseña, cuenta el , son habilidades en el uso de armas, himnos nacionalistas y otras formas para responder en caso de ataques inesperados. a odiar a los rusos y amar a Ucrania sobre todas las cosas. “No soy de izquierda. No soy comunista. No soy nazi. No soy un fascista. Soy un nacionalista ucraniano”, declaró uno de los entrenadores del campamento que, según la , admite a muchos hijos de miembros de Azov.

En esas condiciones, ser nacionalista significa oponerse a la migración y preferir a la gente blanca. Las pistas saltan a la vista: los símbolos que los identifican también fueron usados por los nazis. Por el ejemplo, el Wolfsangel -técnicamente es la figura de dos piezas de metal unidas por una cadena y se parece a la esvástica- que visten sin pudor alegando que su autoría data desde antes que los de Hitler. Y ni hablar de las en las que sus miembros hacen el saludo fascista.

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Imagen del 2015. Voluntarios del batallón Azov del ejército ucraniano realizan ejercicios de entrenamiento cerca de Mariúpol. EFE
Imagen del 2015. Voluntarios del batallón Azov del ejército ucraniano realizan ejercicios de entrenamiento cerca de Mariúpol. EFE
/ IVAN BOBERSKYY

¿Por una nueva Ucrania?

Para Andriy Biletsky no hay que preocuparse tanto por Azov. Lo que él fundó y lidera es, en sus propias palabras, una “hermandad militar” que “propone nuevos valores ucranianos”. La revista “” puede dar fe de ello porque asistió a uno de los eventos de reclutamiento sucedidos en el 2019. “Miles de personas fueron a ser parte de días de eventos de pelea y mucha propaganda. Hubo símbolos neonazis, tatuajes y carteles por todos lados. Y muchos de los asistentes parecían ser muy receptivos a la ideología de extrema derecha de Azov”, narró el reportaje.

De allí que no sorprenda que Biletsky -quien en el 2010 que buscaba “liderar las razas blancas del mundo en una cruzada final”- se haya interesado por la política. Según “”, en el 2005 impulsó a los neonazis de Patriotas de Ucrania, y tres años después, fundó la Asamblea Nacional Social, compuesto por otros partidos extremistas a quienes se les de atacar a las minorías. Fue recién en el 2016 que aparece Cuerpo Nacional, partido con el que llegó al Parlamento.

En una ocasión se a los otros padres de la patria: “Conseguiremos el valor, la fuerza y la determinación para disolver el parlamento. Les doy mi palabras. Nos hemos reunido aquí empezar la lucha por el poder”.

Foto del 13 de junio del 2014. Miembros de Azov capturan a un separatista prorruso. REUTERS
Foto del 13 de junio del 2014. Miembros de Azov capturan a un separatista prorruso. REUTERS
/ POOL

De propaganda y resistencia

El batallón Azov es música para los oídos de Putin y la propaganda rusa aprovecha para culparlos de algunos ataques a la población. “Y les permite seguir alegando que están combatiendo contra neonazis, aun cuando estos no representan a una parte significativa de la población”, dice Norberto Barreto, historiador e internacionalista. “Si han ganado notoriedad en Occidente es porque sí, se les podrá cuestionar sus ideas, pero dan pelea contra la invasión rusa”.

Su fuerza es minúscula contra el poder de Moscú y, aun así, pelean. “Por eso algunos ucranianos los consideran patriotas que resisten. Si los liquidan, probablemente se conviertan en mártires”. Hoy por hoy, resisten a duras penas en la acería de Azovstal. Si bien su vicecomandante, Svyatoslav Palamar, ha que su “sacrificio no está siendo en vano”, también le ha reclamado al Gobierno que los proteja. “El enemigo tiene todas las ventajas por aire y por mar y, por lo tanto, es una situación muy difícil. Nuestros dirigentes tendrían que haber reaccionado antes, de inmediato”, .

Entre tanto, sus esposas visitan al papa Francisco y le piden que intervenga, que hable con los presidentes y que las ayude a salvar a los heridos y recuperar los cuerpos de sus seres queridos.

11 de mayo del 2022. El papa Francisco recibe a Yuliia Fedosiuk y Kateryna Prokopenko (esposa del comandante de Azov, Denys Prokopenko), quienes le piden ayuda para sus familiares en el Donbás. AP
11 de mayo del 2022. El papa Francisco recibe a Yuliia Fedosiuk y Kateryna Prokopenko (esposa del comandante de Azov, Denys Prokopenko), quienes le piden ayuda para sus familiares en el Donbás. AP
/ Domenico Stinellis

Por eso bien podría considerarse a Azov como el producto de la política expansionista que Rusia mantiene por décadas. Barreto recuerda que, durante la Segunda Guerra Mundial y la invasión nazi, los ucranianos tomaron posturas muy diversas. “Hubo los que resistieron y los que vieron en los alemanes una forma de liberarse de los rusos. Hubo cooperación, o sea, autoridades que fueron muy importantes para el holocausto de judíos. Pero también hubo los que escondieron a los judíos, los protegieron y se enfrentaron a los nazis”.

Esa derecha en Ucrania es antigua y el conflicto en el Donbás ha servido para hacerlos más visibles y que se popularice. Obviamente, también hay que entender que es parte del renacer de la derecha en Europa”, acota el especialista.

La tendencia es atroz. “” cuenta que, entre el 2014 y el 2019, los ataques terroristas orquestados por supremacistas blancos -hay registros de personas involucradas que se formaron en Azov- en países occidentales aumentaron en un 320%. La pregunta se concreta: ¿en qué momento los ultranacionalistas racistas decidieron inmolarse por el bien común? ¿Su actitud frente a la guerra es suficiente como para obviar sus ideas más polémicas?

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