Durante los últimos días, una vez más, el conflicto entre Rusia y Ucrania estuvo a punto de escalar, resucitando el temor de que alcance niveles similares a los de una nueva conflagración mundial.
Esta preocupación surgió luego de que un misil impactara el martes 15 en el pueblo polaco de Przewodow, cerca de la frontera con Ucrania, matando a dos personas.
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Las investigaciones han revelado, hasta el momento, que lo más probable es que se haya tratado de un misil disparado “por error” por las fuerzas ucranianas que intentaban repeler el masivo bombardeo lanzado por Rusia sobre su territorio esa misma tarde. Sin embargo, en un primer momento, los dedos apuntaron a Moscú.
Tras la explosión, las alarmas internacionales se encendieron. Polonia es un país miembro de la OTAN y, según las normas de esta alianza militar, el resto de integrantes podrán responder ante una agresión directa contra uno de ellos.
El gobierno polaco, comandado por Andrzej Duda, convocó a un Consejo de Seguridad Nacional, puso al Ejército en alerta y citó al embajador ruso en Varsovia para dar “explicaciones detalladas inmediatas”.
Al otro lado del mundo, en Bali, Indonesia, donde se celebraba la cumbre del G20, los líderes de Estados Unidos, Alemania, Canadá, Francia, Italia, Japón y Reino Unido (quienes conforman el denominado G7) se reunieron “de emergencia” con sus pares de España, Países Bajos y representantes de la Unión Europea para abordar la situación.
Lo cierto es que las primeras versiones no ayudaron a despejar las dudas. El gobierno polaco informó inicialmente que el proyectil era de “fabricación rusa”, provocando que tanto el Pentágono como la OTAN o la Comisión Europea condenaran el suceso.
Más tarde ese mismo día, el presidente Duda diría que no había “prueba inequívoca” de quién había disparado el misil, aunque reafirmó que este era “probablemente de fabricación rusa”.
Desde Moscú señalaron que estas declaraciones no tenían fundamento y eran peligrosas. Duda, en otro pronunciamiento, instó “a todos los polacos a mantener la calma ante esta tragedia” y a “ejercer la moderación y la precaución”.
La culpa es de Rusia
El miércoles 16, en dos pronunciamientos por separado, tanto el presidente Duda como el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, indicaron que la información recabada por Varsovia señalaba que lo más probable era que el misil hubiera sido lanzado accidentalmente por las fuerzas ucranianas.
“Fue un misil S-300 fabricado en la Unión Soviética, un proyectil antiguo, y no hay evidencia de que fuese lanzado por el bando ruso”, precisó Duda. “Es muy probable que haya sido lanzado por las defensas antiaéreas ucranianas y que, desafortunadamente, cayó en territorio polaco”.
Stoltenberg, por su parte, señaló que las investigaciones que aún se mantienen en curso indicaban que la explosión en Przewodow fue “probablemente causada por las defensas ucranianas que intentaban defender su territorio”.
Horas más tarde, el presidente estadounidense Joe Biden consideró “poco probable” que el misil fuese disparado por Rusia. La Casa Blanca emitió un comunicado afirmando que no había “visto nada que contradiga” la versión polaca.
Desde Kiev, sin embargo, Volodymyr Zelensky fue a contramano de esta versión. “No tengo ninguna duda de que no fue un misil nuestro. Pienso que es un misil ruso, basándome en nuestros informes militares”, señaló el gobernante ucraniano.
El pronunciamiento de Zelensky iba en línea, además, con lo que Stoltenberg agregó en sus declaraciones. “Déjenme ser claro: esto no es culpa de Ucrania (...) Rusia tiene la responsabilidad final mientras continúa su guerra ilegal contra Ucrania”, señaló.
Este jueves 17, el secretario de Estado de EE.UU., Antony Blinken, se pronunció en la misma línea que el líder de la OTAN. “Independientemente de cual sea la conclusión de esta investigación, ya sabemos quién es el responsable en última instancia: Rusia”, indicó el jefe de la diplomacia estadounidense.
“Se me ocurren dos posibilidades. Probablemente los ucranianos piensan sinceramente que el misil fue disparado por Rusia. La otra posibilidad es que no quieren regalarle ningún punto propagandístico a Rusia haciendo ver que el misil fue suyo”, señala a El Comercio el analista internacional Roberto Heimovits.
Cabe resaltar que el primer escenario planteado por Heimovits daría mayor sentido al pronunciamiento del secretario del Consejo de Defensa y Seguridad Nacional ucraniano, Oleksiy Danilov, quien aseguró en su cuenta de Twitter que están “listos para entregar pruebas del rastro ruso que tenemos (del misil)”.
“Esperamos la información de nuestros socios en base a la cual se llegó a la conclusión de que es un misil de defensa antiaérea”, añadió.
We advocate for a joint examination of the incident with the missile’s landing in Poland. We are ready to hand over evidence of the russian trace that we have. We are expecting information from our partners, based on which a conclusion was made that it’s a 🇺🇦 air defense missile.
— Oleksiy Danilov (@OleksiyDanilov) November 16, 2022
Al cierre de este artículo, ni Danilov ni ningún otro funcionario de Kiev ha publicado las supuestas evidencias mencionadas.
El papel de la OTAN
En caso de determinarse que Rusia finalmente, de forma directa o indirecta, fue responsable del disparo, esto podría considerarse un ataque contra un miembro de la alianza transatlántica. Con ello se abriría la posibilidad de activar el Artículo 5 de la OTAN, que indica que cualquier “ataque armado” contra un miembro es considerado una agresión hacia todos los miembros.
“Cada uno de los miembros, en ejercicio del derecho de legítima defensa individual o colectiva reconocido por el artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas, asistirá a la parte o partes atacadas tomando inmediatamente, individualmente y en concierto con las demás partes, las acciones que considere necesarias, incluido el uso de la fuerza armada, para restaurar y mantener la seguridad en el área del Atlántico Norte”, precisa el estatuto.
Pero, ¿habría posibilidades reales de que la OTAN le declarase la guerra a Rusia por este suceso? “No lo creo. Eso sería una escalada muy peligrosa por un solo misil, aunque este haya tenido el trágico saldo de dos vidas humanas. Si se determinara que el misil finalmente era ruso, la OTAN reaccionaría de manera gradual, por ejemplo aumentando su asistencia de armamento a Ucrania. Pero creo que todavía no se involucraría directamente”, plantea Heimovits.
El apoyo occidental ha sido determinante para que las fuerzas ucranianas resistan al asedio ruso durante estos casi 9 meses. Esto quedaría reflejado con la retirada protagonizada por las fuerzas de Moscú de un amplio territorio al este de Ucrania durante las últimas semanas.
“Aumentar la cantidad y calidad de armamento que la OTAN envía a Ucrania elevaría el número de muertos y heridos rusos, además de la pérdida de material. Eso acercaría el fin de la guerra porque aumentarían las críticas dentro de Rusia a esta aventura bélica de Putin. Podría llevar a Rusia a negociar”, considera el experto.
“Rusofobia”
En Moscú, mientras tanto, consideran que las acusaciones son un esfuerzo polaco y ucraniano por generar un “enfrentamiento directo” entre Rusia y la OTAN, según señaló ante el Consejo de Seguridad de la ONU el embajador ruso, Vasili Nebenzia.
Para el diplomático, el señalamiento inicial de Polonia sobre el origen del misil respondería a una “actitud rusófoba” que solo varió ante la aparición de fotografías “que no dejaban duda de que eran misiles de la defensa aérea ucraniana los que cruzaron a Polonia”.
Este mismo término había sido usado un día antes por el portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, quien señaló que varios países habían hecho “declaraciones sin fundamento” sobre la participación de Rusia en “otra reacción rusofóbica histérica y frenética, sin tener idea de lo que había sucedido”.
Lo cierto es que este último episodio ya ha provocado que diversos miembros de la OTAN llamen a reforzar aún más sus fronteras aéreas. Alemania, por ejemplo, le ofreció el miércoles 16 a Polonia reforzar su espacio aéreo con naves de combate germanas. Berlín también estaría estudiando junto a los Países Bajos ampliar el plazo de despliegue del sistema antimisiles Patriot en Eslovaquia, planeado para funcionar hasta mediados del 2023, hasta por lo menos el 2024.
“Es una muestra de solidaridad hacia Polonia, que es un aliado importante para Alemania. Por otro lado, también responde a intereses propios. No olvidemos que Polonia se encuentra entre Ucrania y Alemania, mientras más protegidos estén los polacos menos probable es que cualquier misil ruso se acerque a territorio alemán”, señala Heimovits.