Europa ha sido la región que más ha reforzado su arsenal militar durante los últimos cinco años, según reveló el último informe elaborado por el Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI).
Esta tendencia, además, va a contracorriente de la que se aprecia a escala global, donde las compras descendieron entre el 2017 y el 2021 en un 4,6% con respecto al lustro anterior.
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Y todo indica que esto recién empieza en el Viejo Continente. La invasión rusa a Ucrania ha provocado que, en los últimos días, países como Alemania, Dinamarca o Suecia hayan anunciado planes bélicos inéditos.
Berlín está por aprobar su nuevo presupuesto militar, que pasará de US$52 mil millones a US$56 mil millones. Además, dispondrá de un fondo de US$110.000 millones para modernizar su ejército en los próximos años y tiene como meta destinar eventualmente al menos el 2% de su PBI en defensa cada año. Alemania es la cuarta economía global y en el 2021 registró un PBI mayor a US$4 billones.
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Tanto Copenhague como Estocolmo se han comprometido también a seguir el plan del 2% del PBI propuesto por la OTAN.
“Europa es el nuevo punto caliente”, resumió al presentar el informe Siemon Wezeman, coautor del mismo e investigador del SIPRI.
Razones del aumento
Si bien se ha publicado en plena guerra ruso-ucraniana, cabe resaltar que el informe del SIPRI refleja datos previos a la ofensiva militar. Sin embargo, en él se resalta que el mayor catalizador para la compra de armamento en Europa ha sido la creciente tensión entre Rusia y sus vecinos de continente tras la anexión de la península de Crimea en el 2014.
“Aunque ese es el factor clave, la situación de seguridad en Medio Oriente y África del Norte, incluidas las actividades militares de los estados europeos, contribuyeron a incentivar aún más el aumento. La recuperación de las economías después de la crisis financiera del 2008 también lo facilitó”, explica Wezeman en diálogo con El Comercio.
Aunque no se conoce la cifra exacta –debido a la opacidad en la industria–, se estima que el comercio mundial de armas genera unos 100 mil millones de dólares anuales.
Sobre las principales adquisiciones, el investigador resalta la compra de aviones de combate y misiles. “Sin embargo, los estados europeos están invirtiendo en todas las categorías de armas. Se están implementando varios contratos importantes de submarinos y fragatas, y varios estados han pedido sistemas avanzados de defensa aérea y antimisiles. La demanda de tanques también experimentó un marcado aumento”, advierte.
Esto nos lleva a preguntarnos si Europa ya se preparaba para una guerra desde mucho antes que Moscú lanzara su ofensiva militar.
“No, no se estaba preparando para eso”, considera Wezeman. “Europa occidental y central fortalecieron sus fuerzas armadas mediante la importación de armas para poder disuadir a Rusia de una agresión militar”.
Según el informe del SIPRI, 60 países fueron exportadores de armas y otros 163 fueron importadores en el período 2017-2021.
Escenario futuro
Ante el evidente fracaso en su táctica disuasiva, tanto la Unión Europea como la OTAN, la ONU y EE.UU. decidieron tomar un nuevo camino. En las últimas semanas se han ido acumulando, una tras otra, sanciones contra la industria y élite rusas. Pero ¿cuál será el efecto de esos castigos en el segundo vendedor de armas del mundo?
“Los efectos reales en general y en términos monetarios aún son difíciles de evaluar”, dice el investigador. “EE.UU. aumentará la presión sobre los estados para que dejen de comprar armas rusas, utilizando tanto ‘palos’ –como las sanciones que ha experimentado Turquía– como ‘zanahorias’, ofreciendo alternativas. Esta misma semana EE.UU. ofreció a Egipto aviones de combate como opción a unos similares que recibiría de Rusia. Al mismo tiempo, las sanciones a los bancos rusos harán que sea más difícil pagar ese equipo y las sanciones al transporte aéreo generarán obstáculos para la entrega de armas y repuestos. Por último, algunos estados pueden ponerse del lado de Ucrania y, por lo tanto, ya no considerar el comercio de armas con Rusia”.
Wezeman recalca que los efectos tanto de la guerra como de las adquisiciones de armamento serán visibles recién a mediano plazo. “El efecto real en las entregas se verá dentro de algunos años, ya que el proceso de selección, pedido, producción y entrega de las principales armas suele tardar entre 2 y 10 años o incluso más”.
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