La guerra entre Rusia y Ucrania, y más específicamente parte del argumento que maneja Vladimir Putin para la escalada bélica, bien podría ser prueba de que la Ley de Godwin es real.
La premisa parece sacada de un mal chiste: “a medida que se alarga una discusión, se hace cada vez más probable que alguien establezca una comparación con Hitler o con los nazis”. Un ejemplo: el uso del término feminazi.
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Putin, sin embargo, es más cauto al momento de disfrazar sus intenciones y apuesta por traer a un demonio del pasado y, aunque sin pruebas, afirmar que vive y es poderoso.
Así, el jueves 24 de febrero, justificó la invasión:
“He tomado la decisión de llevar a cabo una operación militar especial. Su objetivo será defender al pueblo que durante ocho años ha sufrido persecución y genocidio por parte del régimen de Kiev. Para ello, apuntaremos a la desmilitarización y desnazificación de Ucrania”.
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El gobernante ruso obvia el hecho de que el mandatario ucraniano, Volodimir Zelenski, es judío y que, hasta el 2019 el primer ministro, Volodimir Groysman, también lo era.
De hecho, según “The New York Times”, Ucrania fue el primer país, además de Israel, en “donde los dirigentes de Estado y de gobierno” eran judíos.
La pregunta, entonces, cae de madura: ¿qué tiene que ver el nazismo con Ucrania?
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Una primera pista
Se trata, dice la BBC, de una justificación “ante el mundo” sustentada en “una serie de conceptos y hechos históricos” que no se condicen con la realidad actual.
Según el medio, Putin se esfuerza por recordar al Ejército de Liberación de Ucrania -”grupo que luchó junto a los nazis”- y mezcla dicha referencia con hechos actuales elegidos a su conveniencia.
“Los grupos de extrema derecha estuvieron en primera línea luchando contra los rusos en el 2014, año en el que se da la caída del presidente prorruso Víktor Yanukóvich y los consecuentes cambios políticos”, explica el internacionalista Óscar Vidarte.
“Esto hizo que estos sectores nacionalistas empezaran a ganar exposición en el debate público y hasta lograr tener representación en el Parlamento”.
La BBC recuerda que, luego del derrocamiento de Yanukóvich -por negarse a acercar Ucrania a la Unión Europea-, se llevaron a cabo varias manifestaciones en la plaza Maidán de Kiev.
Allí se vieron banderas de Stepán Bandera, recordado por haber trabajado con los nazis y luego luchar contra ellos al notar que Ucrania no sería libre.
“Hay un segmento de la población ucraniana que recuerda esos intentos de lograr la independencia de Ucrania bajo Stalin, aliándose con Hitler, no como una colaboración con el nazi-fascismo, sino como actos de patriotas y héroes nacionales ucranianos”, explica el profesor de Ciencia Política de la Universidad de Syracuse Brian Taylor.
Esa habría sido una primera chispa.
“Rusia tomó represalias por el derrocamiento de Yanukovich apoderándose de Crimea y desencadenando una rebelión en el este de Ucrania liderada por separatistas respaldados por Rusia: el enfrentamiento contra las fuerzas ucranianas se ha cobrado unas 14.000 vidas”, escribe la BBC.
El argumento se diluye
La segunda chispa se dio cuando algunos nacionalistas fueron elegidos para ciertos puestos públicos y empezaron a legislar según sus credos. No es nada extraño si se toma en cuenta que se trata de una corriente que cada vez gana más espacio en Europa.
Una de las leyes que apoyaron trataba de “imponer una moratoria al uso y transmisión pública de cualquier contenido en lenguaje ruso hasta que Rusia retire todos sus soldados de Ucrania”, un sinsentido porque gran parte de la población, sobre todo al este, se manejaba con ese lenguaje. Pero la legislación no avanzó. Vidarte anota: “Rusia vio esto como un acto de discriminación contra la población rusa”.
“La narrativa oficial rusa se nutre de esta leyenda histórica y de que la extrema derecha habría ganado espacio en la política ucraniana para construir un discurso y legitimarse frente a los mismos rusos”.
“Es una narrativa interna que terminó por ser asumida a nivel internacional”.
Pero el argumento se cae por sí solo.
Después que la guerra fuera anunciada, el presidente Zelenski se dirigió a los rusos:
“A ustedes les dicen que somos nazis. Pero, ¿puede un pueblo que dio más de 8 millones de vidas por la victoria sobre el nazismo apoyar a los nazis?”
“¿Cómo puedo ser nazi? Explíquele eso a mi abuelo, que pasó por la guerra en infantería en el Ejército soviético y murió como coronel en la Ucrania independiente”.
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