La reunión de 15 personas solo duró unos 90 minutos, pero tuvo un gran impacto en la vida de millones de personas en Europa hace 80 años.
El 20 de enero de 1942, altos funcionarios del gobierno nazi de Adolf Hitler se encontraron en una mansión de campo ubicada a orillas del lago Wannsee, al oeste de Berlín.
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En aquel día invernal no hubo un gran banquete. Solamente se sirvieron algunos entremeses y coñac en una gran mesa en la que a la cabeza se sentó uno de los líderes nazis, Reinhard Heydrich.
Estaban ahí para discutir un punto: “la solución final de la cuestión judía en Europa”.
Más allá de los eufemismos con los que hablaron durante el encuentro formal, lo que aquellos funcionarios nazis estaban realmente pactando fue la detención, concentración y asesinato masivo de judíos en Europa.
Once millones era el número que tenían en mente.
Fue el Holocausto judío lo que discutieron en un lapso de una hora y media en la que fue llamada la Conferencia de Wannsee.
El hombre “de todas las cosas malas”
Reinhard Heydrich era uno de los hombres más temibles de la Alemania nazi, alguien que no tenía miedo de ensuciarse las manos.
En 1934 fue él quien planeó la Noche de los Cuchillos Largos, una purga interna en el partido Nacionalsocialista Obrero Alemán creado por Hitler. Y fue el quien ideó la excusa para la invasión alemana a Polonia, lo que hizo estallar la Segunda Guerra Mundial.
“Así que era el malvado de todas las cosas malas que había que hacer. Y, por supuesto, el antisemitismo era un punto central de la ideología nazi. Durante mucho tiempo, buscó la oportunidad de convertirse en el único encargado de la solución final”, explica a la BBC el historiador Norbert Kampe.
Tras el ataque a Pearl Harbor, en diciembre de 1941, Estados Unidos declaró la guerra a las potencias del Eje, por lo que los líderes alemanes tenían varias cuestiones a discutir sobre la causa nazi.
Y una de ellas fue lo que llamaron “la cuestión judía”, el antisemitismo que profesaban los nazis y por el que desde meses antes ya habían detenido o asesinado a decenas de miles de personas en los territorios controlados por Hitler en Europa.
La Conferencia de Wannsee fue convocada por Heydrich para crear un “protocolo”, es decir, las medidas prácticas para concentrar y matar a los judíos.
Pero los 15 altos jefes del nazismo participantes en la reunión no lo plantearían en esos términos, sino en otros más eufemísticos como “evacuación”, para referirse a la deportación forzada, o “reducción” para hablar de asesinato masivo.
“Heydrich había invitado a dos asesinos experimentados, el doctor Rudolph Lange, del área del Báltico, y el doctor Karl Eberhard Schöngarth, que ya había matado a judíos”, explica Kampe.
“Varios de los participantes tenían títulos de doctorado y todos eran académicos altamente capacitados, por lo que es un grupo bastante curioso de asesinos”, añade el historiador.
Por su planeación, Heydrich luego sería llamado el “arquitecto del Holocausto”.
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Los 15 en la Conferencia de Wannsee
- Reinhard Heydrich, jefe de la Oficina de Seguridad del Reich
- Otto Hofmann, jefe de la Oficina Principal de Raza y Asentamiento de las SS
- Heinrich Müller, jefe de la sección IV de la Gestapo
- Rudolf Lange, comandante de la Policía de Seguridad en Letonia
- Karl Schöngarth, comandante de la Policía de Seguridad
- Wilhelm Stuckart, secretario del Ministerio del Interior del Reich
- Georg Leibbrandt, subsecretario del Reich para los Territorios Ocupados del Este
- Erich Neumann, jefe de la Oficina de Planeación de los Cuatro Años
- Friedrich Kritzinger, secretario de la Cancillería del Reich
- Gerhard Klopfer, secretario de la Cancillería del Reich
- Adolf Eichmann, jefe del grupo IV de la Gestapo
- Alfred Meyer, viceministro del Reich
- Josef Bühler, secretario del gobierno general de Polonia
- Roland Freisler, secretario del Ministerio de Justicia del Reich
- Martin Luther, subsecretario del Ministerio de Relaciones Exteriores
La reunión con coñac
Diversos historiadores y expertos sobre el Holocausto han insistido en que no solo se debe responsabilizar a las 15 personasreunidas en Wannsee de los crímenes de lesa humanidad ahí acordados, pues era la ideología compartida por muchos, desde Hitler hacia abajo.
Pero Heydrich destaca por su frío y escalofriante razonamiento sobre la vida de millones de personas.
Heydrich estaba solo por debajo de Heinrich Himmler, el jefe de las SS, como jefe de la Oficina de Seguridad del Reich.
“El verdadero propósito de la conferencia era mostrar su poder y que ahora él estaba a cargo”, explica Kampe.
El que hubiera llevado a unos jóvenes judíos a hacer trabajos forzados de cuidado en esa casa, ayudó años después a los investigadores del Holocausto a conocer detalles de la reunión.
La otra gran fuente sobre lo ocurrido ahí fueron las actas que elaboró el especialista de Heydrich en asuntos judíos, Adolf Eichmann. Solo una copia quedó preservada.
En su juicio en 1961 en Israel, Eichmann aportó más detalles.
“Recuerdo que uno a uno de los presentes se le dio la palabra, tal como se hace en esas ocasiones. (…) El ambiente era muy tranquilo, muy amable, muy educado. No se dijo mucho y no pasó mucho tiempo antes de que llegaran los camareros para servir coñac”.
Por espacio de 90 minutos acordaron qué hacer con “la cuestión de los judíos en Europa”.
El “Protocolo de Wansee”
Heydrich abrió la reunión anunciando que el propio subalterno de Hitler, Hermann Göring, lo había puesto a cargo de los preparativos para la “solución final”.
“El momento anterior a la solución final significó la expulsión de los judíos del campo de influencia alemán, pero la solución final significó, después de la conferencia de ese día, la destrucción total de la vida judía en Europa”, explica Kampe.
A las medidas de emigración forzada que ya estaban en marcha por Europa, Heydrich dijo con su lenguaje frío y eufemístico que lo que seguiría sería la deportación de los judíos a campos de exterminio.
“Con la previa aprobación del Führer, actualmente la evacuación de los judíos al este reemplaza la emigración como posible solución adicional. Sin embargo, estas operaciones deben considerarse provisionales en vista de la próxima solución final de la cuestión judía”, dice el Protocolo.
Kampe explica que Heydrich no era un gran orador y no era tan dominante en su apariencia física. “Pero, por supuesto, todos sabían que era un hombre peligroso”, así que le prestaban atención.
El Protocolo tenía un reporte detallado de cuántos judíos vivían en cada país de Europa, incluidas naciones que no estaban bajo el dominio nazi como Inglaterra y la Unión Soviética.
La “solución final” consideraba a 11 millones de judíos de Europa.
Después venían algunas consideraciones escalofriantes de Heydrich, como que los judíos mayores de 65 años fueran enviados a guetos para ancianos.
Los adultos sanos realizarían trabajos forzados en el este.
Como dice el documento, esperaban que la mayoría “muriera de desgaste natural”. Y los que no lo hicieran tendrían que ser parte de un “tratamiento adecuado”.
“Sin duda, representan la parte más resistente y, por lo tanto, una élite natural que, si se libera, sería una semilla para una resurrección judía. Pruebas de ello da la historia”, señala el texto.
Luego el Protocolo abunda sobre lo que sucederá con las personas de “sangre mezclada”. Entonces vino una discusión de los participantes de la mesa.
“Erich Neumann, el hombre del Ministerio de Municiones, pidió no deportar a los trabajadores esclavos judíos que se utilizan en las fábricas. Y recibió la promesa de que solo serían deportados después de que los trabajadores esclavos de Europa del Este estén disponible para trabajar allí”, explica Kampe.
“Se habló de matar, eliminar y exterminar”
En su testimonio de 1961, Eichmann dijo que, una vez finalizada la parte oficial de la reunión, hubo una discusión más informal con copas de coñac. La gente hablaba libremente y ya no se escuchaba el lenguaje formal del Protocolo.
“Se habló de matar, eliminar y exterminar. De hecho, yo mismo tuve que hacer los preparativos para redactar el acta. No podía quedarme ahí parado y solo escuchar. Pero las palabras sí me llegaron”, sostuvo Eichmann.
Al parecer todo el mundo estaba satisfecho con las opciones de aniquilación masiva, explica Kampe.
“Eichmann, en su estrategia de defensa, dijo: ‘Yo era el de rango más bajo en la conferencia, y esas personas presentes para mí habían sido los papas del Tercer Reich. ¿Y por qué debería dudar de que fuera bueno o malo matar judíos cuando estaban tan satisfechos con esto?’”, señala el historiador.
Una semana después de la Conferencia de Wannsee, Heydrich emitió las primeras órdenes de deportación de judíos.
Aunque fue herido de muerte cinco meses después en Checoslovaquia, el plan del Holocausto ya estaba en marcha y unos seis millones de judíos fueron asesinados en Europa por la Alemania nazi.
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