Hay quienes ven con reticencia la cumbre demográfica que se está celebrando en Hungría. Que se junte la derecha conservadora -liderada por el anfitrión, el primer ministro Viktor Orban- para “defender a la familia”, a la “nación” y acusar al “lobby” gay como uno de los orígenes de los problemas, puede crispar algunos nervios.
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Pero Enrique Banús, director del Instituto de Estudios Europeos de la Universidad de Piura, prefiere tomar las cosas con calma: la realidad es que se trata de una reunión sin un poder real.
“Ninguna cumbre es vinculante, ni siquiera las de las Naciones Unidas. Y todas consisten en lo mismo: mover una opinión, convencer a los que ya están convencidos y, si se puede, convencer a los que no”, explica.
Puede que un político tome alguna de las ideas de la reunión y, luego, la proponga en su país, pero esta tiene que pasar siempre por la vía parlamentaria, así que no se trata de antojos.
Aun así, las palabras de los invitados a la reunión generan polémica. Por ejemplo, el exvicepresidente de Estados Unidos Mike Pence sostuvo que el camino de la prosperidad es “preservar y reforzar las familias sobre la que se construyeron las naciones”, lo que sustenta su política de cerrar fronteras.
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Orban, por su lado, habló sobre el “lobby” gay como una amenaza que intenta “relativizar la noción de la familia”. Por eso, dice la agencia AFP, es que el Parlamento húngaro prohibió recientemente “la promoción y la representación de la homosexualidad” frente a menores de 18 años.
¿El problema demográfico es una excusa para proponer una agenda conservadora? Banús no comparte esa opinión.
“Ellos tienen varios objetivos, entre ellos el tema demográfico, asunto que el gobierno húngaro viene tratando y sobre el que ha tomado acción con políticas de apoyo a la familia, de natalidad”.
“Francia hizo lo mismo hace bastantes años, Suecia también. Puede que partan de presupuestos ideológicos distintos, pero, en fin, son gobiernos que hacen políticas en esa línea”.
La postura de Banús, si bien es comprensiva, no es complaciente. A él le queda bastante claro que, en ese marco de discusión, los invitados aprovechan para presentar sus ideas y sus objetivos.
“Es lo que hace todo el mundo: convocar a un panel o una reunión y tratar determinados temas desde ciertas perspectivas. El tema de fondo, el problema demográfico, sí me parece serio”.
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MIGRANTES EN EL CENTRO
La Cumbre Demográfica de Budapest se formó en el 2015 y reúne a líderes del mundo cada dos años. Cuenta AFP que la coyuntura actual le cayó como anillo al dedo a Viktor Orban, quien recibió a Alexander Vuci (presidente de Serbia), Janez Jansa (primer ministro de Eslovenia) y Marion Maréchal le Pen (exdiputada francesa).
Luego de que el expresidente de EE.UU. Donald Trump y el exprimer ministro de Israel Benjamin Netanyahu salieran del radar del poder, Orban se “ha presentado como el último recurso frente al pensamiento liberal en las democracias occidentales”.
Y quizás entonces es que la cumbre le genere algunos conflictos a Enrique Banús.
Para él, es necesario “dar una respuesta” y tomar acción sobre la evolución demográfica en Europa antes de que las consecuencias sean mayúsculas. “Si la población envejece, hay que atenderla, y eso tiene una carga económica importante. Y si la clase trabajadora disminuye, entonces la carga social será mayor”.
El problema se inicia con las soluciones que propone la derecha identitaria, que vive preocupada por la identidad nacional, de que “pueden perder la sustancia” a partir de las “migraciones”.
“Ellos sienten que los están invadiendo, y ese es un denominador común, más que los temas de género. Hay que recordar que, si bien todos son conservadores, hay matices”.
¿Existe una paranoia frente al otro, al distinto?
El académico prefiere utilizar otras palabras para referirse al asunto porque comprende que, más allá de coincidir o no, esta es una preocupación real de muchas personas. “Desde hace años se habla de resistencia cultural, y seguro que entre ellos habrá gente con paranoia, pero no todos”.
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“En todo caso, me parece una preocupación injustificada. Yo no comparto esas ideas: me parece que una sociedad se vacía cuando se vacía desde adentro. Cuando uno ya no está convencido de lo suyo, efectivamente, aparece cualquier y se acaba imponiendo”.
Y Banús concluye:
“En los últimos años hubo mucha migración hacia Europa y no toda se ha integrado, pero de ahí a decir que por eso aumentó la criminalidad, es falso. Las estadísticas nos dicen que no es así. Es muy fácil estigmatizar al otro, al migrante, y declararlo peligroso”.
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