En las primeras 72 horas posteriores al inédito ataque de Irán sobre Israel, el Gabinete de Guerra hebreo se ha reunido en cinco oportunidades buscando alcanzar un consenso sobre la forma en la que deberán responder al bombardeo ordenado desde Teherán. Una decisión que podría definir el futuro de la seguridad en Medio Oriente y, probablemente, en el mundo.
MIRA: Qué se sabe del poderío militar de Irán y de su programa nuclear secreto
“Israel actuará con inteligencia estratégica y responderá en el lugar, momento y de la manera que elija”, advirtió a la república islámica Benny Gantz, actual miembro del Gabinete de Guerra.
Este gabinete, creado cuando se desató el conflicto bélico contra Hamás en octubre del 2023, tiene la potestad de adoptar cualquier decisión sobre la guerra sin tener que recibir la aprobación del Knesset (Parlamento israelí).
Está compuesto, principalmente, por el primer ministro Benjamín Netanyahu, el ministro de Defensa, Yoav Gallant; y el exgeneral de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) Benny Gantz.
El centrista Gantz es uno de los principales rivales políticos de Netanyahu; sin embargo, ha demostrado estar siempre dispuesto a apoyar al país en momentos de emergencias, tal como lo hizo en el 2020 gestando un gobierno de unidad para hacer frente al COVID-19 o ahora al ser convocado como parte del gabinete especial.
Gallant, por su parte, podría definirse como un halcón del Ejército. Un término acuñado en la década de los 70 para definir a quienes planteaban acabar el conflicto con los palestinos por la vía militar. Pese a ser parte del Likud -el partido de Netanyahu- ha mostrado profundas discrepancias con el primer ministro e incluso fue destituido de su cargo en marzo pero la presión popular obligó al gobierno a dar marcha atrás.
Además de ellos tres, forman parte del gabinete el ministro sin cartera Gadi Eisenkot, el ministro de Asuntos Estratégicos, Ron Dermer; y el actual jefe del Estado Mayor de las FDI, Herzi Halevi. Estos tres miembros, sin embargo, solo participan como observadores y no tienen derecho a voto.
Desde la andanada de misiles y drones lanzada por Irán, el gabinete se debate entre dos corrientes igual de fuertes: responder con contundencia y asumir el riesgo de que el conflicto escale a un nivel sin precedentes, o realizar un ataque quirúrgico que corre el riesgo de parecer insuficiente a los ojos de la extrema derecha.
- Camino a tomar -
“No hay duda de que la reacción israelí es solo cuestión de tiempo, pero los aliados occidentales harán todo lo posible para que sea limitada y se centre únicamente en las infraestructuras militares”, comenta a El Comercio el investigador de la Universidad de Haifa e historiador israelí Ido Zelkovits.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha advertido que Washington no participará en una acción de represalia contra Irán, a pesar de su inquebrantable apoyo a Israel.
El primer ministro británico, Rishi Sunak, urgió a Netanyahu a actuar con “sangre fría”. “Una escalada significativa no redundaría en interés de nadie y solo profundizaría la inseguridad en Medio Oriente”, insistió.
El mandatario francés, Emmanuel Macron, aseguró en una entrevista televisiva que si bien se encuentra del lado israelí se debe “pedir proporcionalidad en la respuesta”.
Mientras que Alemania, a través de su ministra de Exteriores Annalena Baerbock, advirtió a Israel sobre una eventual respuesta militar contra Irán, porque “las represalias no figuran en el derecho internacional”.
Todos estos pedidos de mesura y diplomacia contrastan radicalmente con las voces de importantes figuras de la extrema derecha israelí, como el actual ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben Gvir, o el líder del partido Sionista Religioso, Bezalel Smotrich.
Ben Gvir, quien ha protagonizado más de un episodio que elevó las tensiones con los palestinos incluso antes de la guerra que actualmente se libra en Gaza, llamó el mismo sábado 13 a que el país “se vuelva loco” en su contraataque.
Smotrich, por su parte, aseguró que si su país no responde al ataque “nos pondremos, y a nuestros hijos, ante un peligro existente”.
“Smootrich y Ben Gvir no tienen ningún impacto en el gabinete de guerra en realidad. Están sentados allí como observadores y si Netanyahu pudiera deshacerse de ellos, lo haría. Ya son considerados un problema político para él porque lo están atacando desde la derecha más acérrima, pero no son parte de los que toman decisiones”, asegura Zelkovits.
- Ataque indirecto -
Hasta ahora, Israel e Irán libraban la denominada “guerra en la sombra” en la que no recurrían al ataque directo sino que, más bien, preferían los ciberataques, asesinatos selectivos, sabotajes o enfrentamientos a través de terceros actores.
Con el bombardeo del fin de semana, Teherán ha prometido cambiar esta dinámica por una más frontal. “Decidimos crear una nueva ecuación. De ahora en adelante, si el régimen sionista ataca nuestros intereses, bienes, personalidades y ciudadanos en cualquier momento, tomaremos represalias desde la República Islámica de Irán”, dijo a canales locales de TV el comandante en jefe de la Guardia Revolucionaria, el general de brigada Hosein Salamí.
Del lado israelí, sin embargo, la respuesta a la encrucijada en torno a su contraataque podría estar en un regreso a las viejas técnicas. “No creo que Netanyahu vaya a una operación militar que suponga un ataque directo a Irán o dentro del territorio iraní sin tener luz verde de Estados Unidos o estar sincronizado con la Administración Biden. Israel no quiere romper la sólida alianza que tiene con las superpotencias militares occidentales y, por lo tanto, luego de generar la simpatía mundial tras ser atacado por el régimen islamista de Teherán, Israel limitará su reacción y la conducirá de la mano con las demandas de la administración de EE.UU.”, estima Zelkovits.
En ese sentido, la participación de los denominados proxies iraníes podrían abrirle paso a una respuesta israelí que satisfaga tanto las voces locales que piden consecuencias al ataque como a los actores internacionales que temen desatar una guerra a gran escala.
“Israel también tiene otras opciones que no son el ataque directo. Israel puede atacar infraestructuras militares. La noche que atacó Irán observamos como las bases de misiles en Yemen y Líbano se activaron. En Siria también hay algunas milicias chiítas organizadas y lo mismo en suelo libanés. Personalmente considero que no solo son un objetivo, sino un objetivo legítimo para el Ejército israelí”, comenta el analista.