El puente de Venecia del que un autobús cayó el martes por la noche, matando a 21 personas, estaba en mal estado y debía ser renovado desde hace años, incluyendo para tapar un “hueco” en la barandilla de seguridad, informaron el jueves los medios de comunicación italianos.
En 2016 se puso en marcha un proyecto para renovar el puente, construido hace unos cincuenta años, pero las obras no comenzaron hasta septiembre y aún no habían llegado a la sección del puente donde se produjo la tragedia, explicó Renato Boraso, responsable de transportes en la alcaldía de Venecia.
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El autobús eléctrico, que llevaba a unos cuarenta turistas extranjeros del centro histórico de vuelta a su camping, chocó contra la barandilla de seguridad, rodó unos metros y pasó por un “hueco” de 1,5 metros, según las reconstrucciones de los medios de comunicación.
Después chocó contra una segunda barrera antes de estrellarse diez metros más abajo, cerca de una vía férrea, de acuerdo a las mismas fuentes.
Todavía se desconocen las circunstancias precisas del accidente, aunque de momento se privilegia la hipótesis de que el conductor sufriera un desmayo o un problema de salud.
“Dos metros sin barrera, así cayó el autobús”, resumió el diario Il Corriere della Sera, mientras que La Stampa denunció “el escándalo de la barandilla de seguridad”.
“Estas barreras no cumplen la legislación actual, pero sí la cumplían cuando fueron diseñadas. Los huecos debía ser cubiertos el próximo año con las obras ya decididas”, se defendió ante la prensa Boraso.
“Desde 2016, nuestros servicios se ocupan en reparar este tramo”, dijo, añadiendo que “no se pueden adjudicar obras por valor de siete millones de euros sin sacarlas a concurso”.
“Preguntémonos por qué en Italia un procedimiento para realizar una obra tiene que tardar tanto”, concluyó.
El accidente dejó 21 muertos y 15 heridos, cinco de ellos en estado grave.
Además del conductor italiano, murieron 9 ucranianos, 4 rumanos, 3 alemanes, 2 portugueses, 1 croata y 1 sudafricano.
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