Como en un dejá vu, porque se trata de un fenómeno dramático y recurrente, otra vez el sur de Italia está viviendo una oleada récord de desembarques de migrantes provenientes del norte de África. Según datos del Ministerio del Interior, en los últimos cinco días arribaron a las costas de la península 6564 personas. Se trata de un número enorme, que ha provocado caos en lugares que son punto de llegada como la isla de Lampedusa, sobre todo si se lo compara con cifras de los últimos años, marcados por la pandemia. Desde el primero de enero hasta el 27 de marzo de este año arribaron 26.927 migrantes, en comparación con los 6543 que hubo 2022 y los 6334 que hubo en 2021.
Los números se conocieron en momentos en los que, nuevamente, los centros de recepción del sur se encuentran al borde del colapso. Y cuando vuelve a haber un duro enfrentamiento entre el gobierno de derecha de Giorgia Meloni y las ONG que rescatan a los desesperados que intentan cruzar el Mediterráneo y llegar a Italia a bordo de pateras con las que lucran los “scafisti”, como son llamados los traficantes de seres humanos.
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La guardia costera italiana acusó a las naves Ocean Viking y Sea Watch de “obstaculizar la ayuda”. Y se encuentra bloqueada en la isla de Lampedusa la nave humanitaria Louise Michel, financiada por el artista Bansky, que habría violado un decreto vigente por el que sólo debería haber realizado una única operación de rescate autorizada. El barco, en cambio, después de haber obtenido permiso para atracar en el puerto de Trapani, siguió rescatando gente y arribó al puerto de Lampedusa.
“Hay muchos barcos en dificultad, muchos pedidos de ayuda que caen en el vacío, las autoridades no parecen ser capaces de responder a todos y al mismo tiempo se bloquean las naves de rescate”, protestó Morana Milijanovic, responsable de la Louise Michel, en una entrevista con La Repubblica.
La semana pasada Meloni reclamó en una reunión del Consejo Europeo una mayor colaboración de la Unión Europea (UE) para enfrentar la emergencia migrantes. Pero no obtuvo nada concreto, sino tan sólo que la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Layen, en una carta a los 27 Estados miembros planteara la necesidad de nuevas medidas.
En los últimos días de desembarques sin fin –y de naufragios frente a las costas de Libia-, el ministro del Interior, Matteo Piantedosi –hombre cercano al vicepremier y hombre fuerte de la xenófoba Liga, Matteo Salvini-, dijo que los desembarques tienen que ver con una opinión pública favorable al fenómeno migratorio, algo que provocó polémicas.
Tanto Piantedosi como la Guardia Costera italiana y el propio gobierno de Meloni quedaron al centro de controversias después de la tragedia que hubo hace un mes en Cutro, Calabria, que volvió a poner sobre el tapete la cuestión migratoria. Y que dio lugar a investigaciones judiciales sobre si las autoridades hicieron lo suficiente para evitar ese desastre. Al menos 90 personas –entre las cuales mujeres y niños-, murieron al estrellarse y naufragar su embarcación en una rocas cercanas a la costa de Cutro. La nave –que venía reclamando ayuda-, había partido de Turquía y llevaba desesperados que habían emprendido su “viaje de la esperanza” hacia Europa desde países como Pakistán, Afganistán y demás. En los últimas días, la mayoría de las embarcaciones –con personas procedentes de Siria, Pakistán, Egipto, Bangladesh, Costa de Marfil, etc-, partieron de Libia y Túnez, países con situaciones políticas y económicas desastrosas.
“Basta mirar el cuadro político de la geografía mediterránea, lo que pasa en Túnez, un verdadera bomba de tiempo, lo que pasa en la nueva ruta de Turquía, para entender que este fenómeno no puedo ser manejado de modo ordinario, sin una intervención de la UE, que debe comenzar por el bloqueo de los embarques”, dijo Nello Musumeci, expresidente de la región Sicilia y ministro para la Protección Civil y las Políticas del Mar.
Salvini, que cuando fue ministro del Interior, en 2018, directamente le cerró a las naves de las ONG los puertos italianos y se enfrentó con la UE, habló parecido. “O Europa se despierta o me pregunto qué sentido tiene su existencia... Bruselas debería finalmente darnos una mano, porque Lampedusa, Trieste o Ventimiglia son fronteras italianas y europeas”, clamó. “Acá evidentemente hay un ataque de la malavida en curso y por lo tanto esperamos de la UE una mano porque Italia no puede ser dejada sola enfrentando este problema”, agregó el vicepremier.
En medio de la emergencia, este lunes tuvo lugar el denominado “click day”, el sistema telemático a través del cual el gobierno otorga permisos de trabajo a 82.705 trabajadores extracomunitarios, en el marco de un decreto para regular los flujos. Se trata de un número considerado insuficiente ya que las empresas necesitan al menos el doble de mano de obra, en sectores que van desde la agricultura y el turismo, hasta la industria. Lo cierto es que, tal como destacó el Corriere della Sera, el sitio del Ministerio del Interior enseguida colapsó debido a la demanda: a las 10 de la mañana, poco después de que se abriera la posibilidad de realizar el trámite, ya había recibido 238.335 pedidos, casi el triple del número previsto.
Por Elisabetta Piqué