Kaliningrado es ahora el nuevo nombre que nos tendremos que aprender para entender otra arista de la invasión de Rusia a Ucrania. Esta región administrativa de Rusia tiene varias peculiaridades: tiene costas en el Mar Báltico, no tiene fronteras terrestres con el resto del país y, además, está rodeado por Polonia y Lituania.
Justamente por ello, se ha vuelto en otro punto de conflicto. El Gobierno de Lituania anunció que impedirá el paso de productos rusos sometidos a sanciones de la Unión Europea hacia Kaliningrado, lo que ya provocó la indignación desde Moscú que ya lo ha puesto en el punto de mira.
Se trata de restricciones al tránsito de mercancías de hierro y acero a través de un corredor ferroviario que une Kaliningrado con el resto del territorio continental ruso y que debe cruzar Lituania y también Bielorrusia, aliada del Kremlin.
“Rusia responderá sin duda a esas acciones hostiles”, dijo este martes Nikolai Patrushev, exagente de la KGB que ahora es secretario del Consejo de Seguridad de Rusia. “Se están elaborando medidas apropiadas y se tomarán en un futuro próximo. Sus consecuencias tendrán un grave impacto negativo en la población de Lituania”.
Lituania, miembro de la OTAN y de la Unión Europea, ha señalado que solo está aplicando las sanciones acordadas por el bloque a Rusia, añadiendo que es “irónico” escuchar las quejas de Moscú.
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“Es irónico escuchar la retórica sobre las supuestas violaciones de los tratados internacionales de un país que ha violado posiblemente todos los tratados internacionales”, dijo a los periodistas la primera ministra lituana, Ingrida Simonyte.
Moscú ha acusado a Lituania de violar tanto el Acuerdo de Colaboración y Cooperación de 1994 como la Declaración Conjunta del 2002 sobre el tránsito entre Kaliningrado y el resto del territorio de la Federación de Rusia.
Según el Gobierno de Lituania, no se ha aplicado ningún bloqueo a Kaliningrado, como afirma el Kremlin. Pero lo cierto es que impedir el tránsito de mercancías sancionadas entre Rusia y Kaliningrado complica especialmente al enclave, que depende casi totalmente de los envíos de productos que llegan desde el territorio ruso.
Estratégica y nuclear
Kaliningrado es una de las 46 regiones administrativas -u oblásts- que tiene la Federación de Rusia, y es la única que no comparte frontera terrestre con el país. Fue territorio alemán hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), cuando tras el Acuerdo de Yalta el entonces puerto de Königsberg pasó a la Unión Soviética y rebautizada como Kaliningrado, en honor al revolucionario bolchevique Mijaíl Kalinin.
Como recuerda la agencia AFP, el territorio tiene una importante tradición militar desde su pasado prusiano y fue un enclave estratégico durante la Guerra Fría.
Ante la expansión de la OTAN hacia el este europeo, Moscú ha reforzado su presencia militar en Kaliningrado. En el 2012, el Kremlin desplegó ahí el S-400, un sistema de defensa antimisiles de largo alcance; y en el 2016 envió un sistema de misiles Iskander con ojivas nucleares capaces de alcanzar Alemania y los países escandinavos.
En febrero de este año, Rusia desplegó ahí misiles hipersónicos, justo antes de la entrada de sus tropas en Ucrania.
Relaciones tirantes
Durante casi 45 años, Lituania y Rusia pertenecieron al mismo estado: la Unión Soviética. Tras el fin de la Guerra Fría, el país báltico declaró su independencia en 1990 y mantuvo una relación cercana con Boris Yeltsin, el primer presidente de la Federación de Rusia.
Sin embargo, desde la década del 2000, las relaciones entre ambos países empezaron a enfriarse, sobre todo desde la adhesión en el 2004 de Lituania a la OTAN, la alianza atlántica militar liderada por países occidentales y que se ha convertido en el principal dolor de cabeza de Moscú. Estonia y Letonia, el resto de los países bálticos con pasado soviético, también ingresaron a la OTAN como una manera de defenderse ante Rusia y sirviendo de tapón en el complicado mapa geopolítico de Europa oriental.
El Kremlin sabe que cualquier intimidación militar a los países bálticos determinará la respuesta de la OTAN, gracias al tratado que señala que se debe defender cualquier agresión a un país miembro.
Igualmente, Lituania entró a la Unión Europea y empezó a vincularse más política y económicamente con los países de Europa occidental.
Así lo explica Ramūnas Vilpišauskas, profesor del Instituto de Relaciones Internacionales y Ciencias Políticas de la Universidad de Vilna, en Lituania: “Durante la década del 2000, los desacuerdos políticos entre Lituania y Rusia en asuntos como el tratamiento de la historia mutua se acentuaron. Las demandas de las autoridades lituanas para compensar los daños sufridos por el país debido a la ocupación soviética fueron recibidas con hostilidad en Moscú. Asimismo, los puntos de vista sobre las cuestiones de seguridad regional y la relación entre las organizaciones occidentales y los vecinos del Este, como Ucrania, Moldavia o Georgia, divergieron considerablemente. Mientras que Lituania apoyaba la elección soberana de esos países para llevar a cabo su política exterior y elegir a sus aliados, Rusia se oponía firmemente a que estrecharan sus relaciones con la UE y la OTAN”, señala el académico en un artículo para la Universidad de Turku, Finlandia.
Estos desacuerdos entre Lituania y Rusia crean, sin duda, un nuevo frente de confrontación en la guerra de Ucrania que, por ahora, está lejos de terminar, y ponen más tensión en el Mar Báltico que dentro de poco pasaría a estar controlado en un 90% por los países de la OTAN, si se concreta pronto el ingreso de Suecia y Finlandia.
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