Un cohete Soyuz 2.1b con el módulo de aterrizaje Luna-25 despega de la plataforma de lanzamiento en el cosmódromo de Vostochny, a unos 180 km al norte de Blagoveschensk, en la región de Amur. (Foto de Handout / Agencia Espacial rusa Roscosmos / AFP)
Un cohete Soyuz 2.1b con el módulo de aterrizaje Luna-25 despega de la plataforma de lanzamiento en el cosmódromo de Vostochny, a unos 180 km al norte de Blagoveschensk, en la región de Amur. (Foto de Handout / Agencia Espacial rusa Roscosmos / AFP)
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Agencia EFE

El , necesitado de buenas noticias, recibió el domingo un duro revés al estrellarse la sonda rusa contra la cuando estaba a punto de convertirse en la primera nave en alunizar en el Polo Sur del satélite terrestre.

La Luna-25 asumió una órbita no prevista y dejó de existir como resultado de la colisión contra la superficie lunar”, informó la agencia espacial rusa, Roscosmos, en su canal de Telegram.

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Esto allana el camino para que sea la sonda india Chandrayaan-3 -que realizó con éxito esta madrugada la maniobra de aproximación- la que alcance por primera vez ese inhóspito territorio de la Luna antes que potencias tradicionales como Rusia, Estados Unidos y China.

La órbita lunar, un obstáculo infranqueable

Alunizar en el satélite terrestre y regresar para contarlo no es tarea fácil. Son muchas las estaciones automáticas que se han estrellado a lo largo de la historia. De hecho, la India realiza ahora su tercera intentona.

Pero Moscú se las prometía felices cuando este miércoles la Luna-25 alcanzó sin contratiempos la órbita lunar, comenzó a girar alrededor del satélite y a enviar imágenes de su superficie. Roscomos mantenía invariable la fecha del alunizaje, el 21 de agosto.

Algo se torció el sábado. La agencia rusa levantó todas las alarmas al informar sobre una “situación de emergencia” cuando los motores impulsaron la Luna-25 hacia la órbita previa al alunizaje.

Los ingenieros rusos en Tierra perdieron la comunicación con la estación a las 14.57 del sábado (11.57 GMT) y nunca pudieron recuperarla.

Según los resultados del análisis preliminar, el motivo del accidente fue “la desviación de los parámetros reales de impulso” previamente calculados.

A la Luna-25 sólo le dio tiempo a enviar varias imágenes de la superficie lunar -el cráter Zeeman, de 184 kilómetros de diámetro-, realizar algunas mediciones y experimentos científicos, y registrar el impacto de un micrometeorito contra la Luna.

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El precio de las sanciones

Después de unos años aciagos para el programa espacial ruso, que provocaron una purga en la industria coheteril, el presidente ruso, Vladímir Putin, presumía en abril de que hacía varios años -más de cien lanzamientos seguidos- que las naves rusas no sufrían accidentes.

Roscosmos también quitó hierro a la decisión de la Agencia Espacial Europea (ESA) de suspender el pasado año tras el comienzo de la guerra en Ucrania la cooperación con el programa lunar ruso, pero las consecuencias están a la vista.

Putin, que no asistió al lanzamiento de la sonda -en 2016 presidió el fallido primer lanzamiento desde el cosmódromo Vostochni-, ha dedicado en los últimos dos años gran parte del presupuesto público a fabricar armamento, munición, drones y otros equipos para la campaña militar en Ucrania. Según los expertos, el resto de programas estatales ya no eran prioritarios.

Rusia confiaba en que la sonda fuera la primera en hallar agua en forma de hielo en cráteres y otros lugares ocultos de la Luna, además de tomar muestras de la superficie, estudiar la capa superior del regolito lunar, desde su relieve hasta su composición y solidez, y también analizar su exosfera.

Entre otros equipos la nave contaba con un espectrómetro de masa LAZMA para estudiar la composición química de la superficie lunar; un detector de partículas neutras y cargadas ARIES; un detector de polvo lunar PML; un espectrómetro infrarrojo LIS y un espectómetro de neutrones y rayos gamma ADRON-LR.

Rusia se rezaga en la carrera lunar

La soviética Luna-2 fue la primera sonda en posarse sobre dicho satélite en 1959, proeza que EE.UU. sólo pudo emular años después con su programa Ranger.

La conquista espacial es uno de los mayores orgullos patrios, pero el rezago tecnológico ruso ha sido evidente en los últimos años.

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La NASA confirmó hace una semanas el lanzamiento en 2024 del Artemis II, la primera misión tripulada al satélite desde 1972 (Apollo 17). Si culmina con éxito esa misión orbital -algo que la Artemis I ya completó sin tripulación en 2022-, la Artemis III alunizará en el Polo Sur en 2025.

China, que en 2019 se convirtió en el primer país en alunizar con una sonda en la cara oculta de la Luna, anunció recientemente la construcción para la próxima década de una base de exploración científica en el Polo Sur.

Ante la falta de inversión estatal, Moscú ha decidido cooperar con Beijing en un programa tripulado y en el lanzamiento para 2035 de la Estación Internacional de Investigación Lunar. Pero el miércoles, si todo va según lo previsto, será la sonda india la que alunice en el Polo Sur.

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