Los británicos viven una nueva era. Carlos III asumió como rey del Reino Unido tras la muerte de su madre, Isabel II, quien fue monarca de los británicos durante 70 años. Pero su ascensión al trono vino acompañada de otro simbólico cambio: el nombramiento de la primera princesa de Gales desde la muerte de Diana, en 1997.
El título de princesa de Gales se otorga a la esposa del heredero de la corona británica y su labor actual se centra principalmente en causas sociales. Antes de Diana –que lo modernizó–, la última en ostentarlo fue María de Teck, en la primera década del siglo XX. Camila Parker no usó ese título al casarse con Carlos. Y ahora es Kate Middleton quien lo recibe, por ser esposa del príncipe William, quien con la muerte de su abuela se convirtió en el heredero al trono. Hasta ahora ambos eran conocidos como los duques de Cambridge.
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El tema es que Diana es una figura venerada en el Reino Unido. Su trágica muerte en un accidente automovilístico el 31 de agosto de 1997 en París y la reticencia inicial de Isabel II a suspender sus vacaciones en Balmoral para regresar a Londres acabaron de consagrarla en el corazón de los británicos y acrecentaron su fama mundial.
Por eso, rápidamente surgieron dudas sobre si Kate, de 40 años, y plebeya antes de conocer a William, estará a la altura de su difunta suegra. Una fuente de palacio indicó a la prensa que ella “apreciaba la historia vinculada a este papel”, pero que trazaría “su propio camino”. Los ciudadanos interrogados por AFP no tienen dudas de que la esposa de William “hará un buen trabajo como princesa de Gales” y como “embajadora”.
“Es una princesa increíble y estoy impaciente de verla como reina. Creo que es muy elegante, hermosa y representa muy bien a la monarquía desde el comienzo”, asegura Selma White, una abogada de 40 años. “Amo a Diana, pero también amo a Kate”, agrega.
Podría mantener la popularidad de la realeza “entre los más jóvenes”
Cuando llegó a la familia real, en 2011, se cuestionaba su inexperiencia, pero pronto se convirtió en un modelo, por su aplomo e imagen de familia feliz. Su popularidad ya estaba asentada cuando su cuñada, la exactriz estadounidense Meghan Markle, la acusó de haberla hecho llorar, durante una explosiva entrevista en 2021 con Oprah Winfrey, que distanció todavía más a los hijos de Diana. El experto en realeza Richard Fitzwilliams no cree que se termine comparando a Kate con Diana, “porque Kate no es Camila”. Cuando se casó en 2005 con el entonces príncipe de Gales, Camila no recibió el título de princesa de Gales, muy asociado a Diana.
Kate, el miembro más popular de la familia real con un 68% de aprobación y solo por detrás de la difunta reina (75%) según un sondeo de YouGov en primavera, podría representar además un salvavidas de popularidad para una familia real encabezada por Carlos y Camila, menos populares. “El foco está ahora en William y Kate (...) trabajando junto a nuestro nuevo rey y reina consorte”, indicó en la cadena Channel 4 Ed Owens, experto de la familia real, para quien Carlos III necesita a su hijo en una monarquía sin Isabel II.
Robert Hazell, experto constitucional en la University College London, asegura a AFP que Kate puede convertirse en privado en una asesora de su esposo y, en público, podría ayudar a mantener la popularidad de la realeza “entre los más jóvenes”, más desencantados con la institución monárquica.