Agencia AFP

Un silencio sepulcral recibió el domingo el cortejo fúnebre de la reina Isabel II a su paso por el remoto pueblo escocés cercano a su querido castillo de Balmoral, con miles de personas apostadas en las calles para presentar sus respetos.

Algunos arrojan flores ante el coche fúnebre negro que transporta el féretro de Isabel, cubierto con el estandarte real de Escocia y una corona de brezo blanco, dalias y arvejillas, mientras recorre un soleado y verde campo escocés.

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Los primeros en contemplar el cortejo fúnebre, haciendo realidad la noticia que muchos británicos esperaban no ver nunca, son los habitantes de Ballater, donde Isabel pasó muchos momentos felices durante sus retiros estivales.

La gente presentan sus respetos mientras transportan el ataúd de la reina Isabel II, envuelto en el estandarte real de Escocia, a través de Ballater, el 11 de septiembre de 2022. (PAUL ELLIS / AFP).
La gente presentan sus respetos mientras transportan el ataúd de la reina Isabel II, envuelto en el estandarte real de Escocia, a través de Ballater, el 11 de septiembre de 2022. (PAUL ELLIS / AFP).

Los habitantes, algunos con trajes tradicionales escoceses, se mezclan con autoridades locales, miembros de las fuerzas armadas y representantes de la iglesia en las calles del pintoresco pueblo, guardando un silencio sepulcral al paso de la comitiva.

El féretro de la monarca más longeva del Reino Unido viajará por carretera a través de ciudades y pueblos de camino a Edimburgo, en un viaje de pocos cientos de kilómetros que se espera que dure al menos seis horas.

El cortejo de siete coches salió de las puertas del Castillo de Balmoral poco después de las 10H00 (09H00 GMT), pasando junto a la masa de flores depositadas allí desde que se anunciara la muerte de la reina el jueves, tras 70 años y siete meses en el trono.

Lo que comenzó con unos pocos apesadumbrados vecinos que acudieron a presentar sus respectos a Balmoral en las primeras horas tras su fallecimiento, se convirtió en una multitud durante el fin de semana.

Los cientos de ramos con rosas, lirios, cardos escoceses y girasoles, entre otras variedades, se intercalan con tarjetas y regalos. “Gracias por ser tú”, reza un mensaje depositado en el oloroso y colorido mar de flores.

En otra tarjeta, con un poema del poeta nacional de Escocia, Robert Burns, se puede leer: “Mi corazón está en las tierras altas”.

“Reina de todos”

Cerca de la valla de hierro, está sentado un oso Paddington de peluche. Este personaje muy querido de los libros infantiles británicos compartió una taza de té con la reina como parte de las celebraciones televisadas por su Jubileo de Platino en junio.

Janice Hollis, de Essex (al noreste de Londres), visitaba a su hermana en Escocia cuando se enteró de la noticia de la muerte de la reina y decidió viajar a Balmoral. La mujer de 72 años asegura que experimentó una “conmoción total”. “No me lo creía”, subraya.

Mark Lindley-Highfield, un hombre de 47 años de Inverness (norte de Escocia) y vestido con un frac negro y sombrero de copa, confiesa que acudir a Balmoral para presentar sus respetos a la reina era “algo que sabía que tenía que hacer”.

“No es necesariamente nuestra reina, pero es como la reina de todos, en todo el mundo”, asegura Marina Hermant, una turista francesa, que se enteró de la noticia de la muerte de Isabel en la isla de Skye, en la costa occidental de Escocia, y cambió sus planes.

Para la mujer, Isabel II “es alguien que nos marcó a todos, que marcó a nuestros padres, a nuestros abuelos, a nuestra generación también, así que era importante rendirle homenaje”.