En esta foto del 29 de marzo de 2022, el chileno Nicolás Zepeda observa durante el primer día del juicio en su contra por asesinar a su exnovia japonesa en Francia en 2016. (PATRICK HERTZOG / AFP).
En esta foto del 29 de marzo de 2022, el chileno Nicolás Zepeda observa durante el primer día del juicio en su contra por asesinar a su exnovia japonesa en Francia en 2016. (PATRICK HERTZOG / AFP).
Agencia AFP

El chileno Nicolás Zepeda fue condenado este martes en a 28 años de prisión por el asesinato de su exnovia japonesa Narumi Kurosaki en diciembre de 2016.

Cuando se anunció el fallo del jurado, tras cuatro horas de deliberación, el chileno, vestido con una camisa azul y una corbata oscura, permaneció impasible en el banquillo de los acusados, cabizbajo.

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La condena emitida en Besanzón, en el este de Francia, incluye una “prohibición definitiva” de entrada al territorio francés y de porte de armas, indicó el juez Matthieu Husson.

Durante el juicio que comenzó el pasado 29 de marzo, Zepeda, de 31 años, negó reiteradamente los cargos: matar a Kurosaki en diciembre de 2016 en Besanzón -donde la joven se encontraba estudiando el idioma- y deshacerse del cadáver, movido por los “celos”.

“Nunca quise estar en medio del dolor de la familia de Narumi, nunca quise estar en medio del dolor de mi propia familia, de mi propio dolor, pero no soy un asesino, no soy el asesino de Narumi”, declaró Nicolás Zepeda este martes por la mañana, expresándose por primera vez en francés desde que empezó el proceso, en su última declaración antes de que el jurado se retirase a deliberar.

Desde que se abrió el juicio, el pasado 29 de marzo, Nicolás Zepeda, de 31 años, ha negado reiteradamente los cargos que pesan contra él. Está acusado de haber matado a su exnovia en diciembre de 2016 en Besanzón, en el este de Francia -donde la joven se encontraba estudiando el idioma- y de haberse deshecho del cadáver, movido por los “celos”.

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El lunes, el fiscal Étienne Manteaux solicitó que el chileno sea “condenado a la reclusión criminal perpetua”, insistiendo en que Zepeda “mató deliberadamente a su exnovia con premeditación” al no haber logrado que esta retomara la relación sentimental que tenían y que había terminado el otoño anterior.

Separación difícil de soportar

Nicolás Zepeda y Narumi Kurosaki se conocieron en Japón en otoño de 2014 y unos meses después iniciaron una relación sentimental, marcada por “las rupturas y las reconciliaciones”, según contó la madre de la víctima, Taeko Kurosaki, durante el juicio.

A finales de agosto de 2016, la japonesa se mudó a Besanzón para estudiar francés, tras haber obtenido una beca. Dos meses después, su relación con Zepeda terminó.

Una separación que Zepeda habría sido incapaz de soportar, según la acusación, por lo que decidió viajar hasta Francia desde Santiago de Chile.

El 4 de diciembre de 2016, Nicolás Zepeda se reencontró con Narumi Kurosaki en Besanzón y se fueron juntos a cenar a un pueblo cercano.

Tras ello, regresaron a la residencia universitaria donde se alojaba la joven, donde pasaron juntos cerca de 30 horas, hasta que el chileno se fue, en la madrugada del 6 de diciembre del mismo año, dejando a Narumi en perfecto estado de salud, según la versión del acusado.

“Dejar de lado las emociones”

Sin embargo, varios testigos aseguraron que el 4 de diciembre hacia las tres de la madrugada se escucharon “golpes” y unos “espantosos gritos” de mujer en la residencia universitaria. No obstante, nadie avisó a la policía.

Según la acusación, esa noche, el chileno habría “asfixiado” o “estrangulado” a la joven y luego se habría deshecho del cuerpo en un bosque de la región o “la habría arrojado al río Doubs”, en la misma zona.

Tras ello -sostiene la acusación-, habría pirateado las cuentas de las redes sociales de su exnovia, enviando mensajes a los allegados de la joven, haciéndoles creer que esta seguía con vida y ganando así tiempo antes de regresar a Chile.

El lunes, la defensa de Zepeda, compuesta por las abogadas Jacqueline Laffont y Julie Benedetti, instaron al jurado a no condenar a su cliente “a la pena máxima” y descartaron que el supuesto delito estuviera “premeditado”.

Afirmando ser consciente de que este proceso ha sido “extremadamente doloroso”, Laffont apeló al jurado a deliberar “dejando de lado las emociones”.

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