La historia tiene todos los elementos de una telenovela. Monjas de clausura que se rebelan al Papa, un obispo excomulgado que se hace llamar ‘duque imperial’ y viene a salvarlas, una abadesa aparentemente ambiciosa y una operación inmobiliaria fallida son el trasfondo de un caso que está conmocionando España, pero que se ha convertido en un dolor de cabeza para la Iglesia Católica.
MIRA: TikTok otra vez en la polémica: por qué Francia prohíbe la plataforma china en medio de serio conflicto social
Las monjas clarisas de Belorado eran conocidas, hasta hace unos días, por ser unas maestras chocolateras, hacedoras de las más deliciosas trufas y bombones elaboradas con un cacao premium traído desde Francia, pero con el toque especial de unas manos dedicadas a la oración y la contemplación.
Esas manos, ahora, decidieron tirarles la puerta a las autoridades eclesiásticas y a la Iglesia Católica para ponerse bajo el manto protector de la Pía Unión Sancti Pauli Apostoli, un minúsculo grupo de religiosos que no reconoce al Vaticano ni a ningún pontífice desde 1958, cuando murió Pío XII.
Pablo de Rojas Sánchez-Franco, un excéntrico personaje que lleva una sospechosa vida de lujos y viste con ostentosa ropa de prelado, es quien está a la cabeza de esta facción tradicionalista que condena las reformas del Concilio Vaticano II y que ha logrado convencer a las religiosas, dejando perplejos a propios y extraños.
Según ha contado la abadesa del convento, sor Isabel de la Trinidad, hace un año entraron en contacto con De Rojas quien las visitó para hacerles varios pedidos de trufas. Las conversaciones se hicieron más continuas al tiempo que el ‘obispo’ les daba respuesta a varias de sus inquietudes de fe.
“Esto es una explosión, pero desde hace más de cuatro años estaba en el corazón y en las conversaciones de las hermanas”, explicó sor Isabel a la prensa, quien criticó al arzobispo de Burgos, Mario Iceta, por casi no comunicarse con ellas. “Tenemos una plena convicción de que la gente tiene que despertar, y el que realmente quiera estar en la Iglesia Católica tiene que escuchar lo que estamos diciendo porque es importante”, argumentó la religiosa.
- 58 euros cuesta el kilo de trufas elaboradas por las monjas del convento de Belorado. El kilo de bombones está a 70 euros.
- 8960 monjas clarisas viven en 566 monasterios en todo el mundo.
El asunto estalló el domingo en la noche, cuando las clarisas -pertenecientes a la Orden de Santa Clara- entregaron a su vicario y confesor, el padre Carlos García Llata, un manifiesto de 70 páginas donde plasmaban su decisión.
“Está tipificada como secta. No tienen muchos adeptos y es una cosa reducida de un señor de familia bien que tiene mucho dinero”, ha dicho el vicario para la Vida Consagrada de la Diócesis de Vitoria, Manuel Gómez Tovira, al referirse a la Pía Unión.
Pero el asunto no es cosa menor. Que unas monjas de clausura hayan decidido salir de la Iglesia Católica para adherirse a un grupo pequeño que desconoce al Vaticano deja de ser anecdótico pues visibiliza las divisiones que hay dentro de la misma, y que se vienen acentuando con los años.
“Si bien este grupo es bastante minoritario, sí muestra la punta del iceberg de una resistencia ultraconservadora mucho más potente”, explica a El Comercio el historiador Juan Fonseca, docente de la Universidad del Pacífico y experto en religiones. “Los grupos más radicales y pintorescos, como este al que se han unido las religiosas, ya desde hace un tiempo carecían de legitimidad incluso dentro de la ola conservadora de la iglesia, pero llama la atención que estén visibilizándose cada vez más y, a la vez, planteen un discurso de abierto desacato al Vaticano”, agrega.
Para Fonseca, los sectores más conservadores de la Iglesia Católica van a luchar por el control de ella en los próximos años. “Más allá de lo anecdótico, esta es una situación que adelanta algunos movimientos y tendencias que vendrán en el futuro”, reflexiona.
Problemas de dinero
Pero más allá de la religión y de las cuestiones de fe, el diablo está en los detalles. Uno de los factores de su separación, dicho por las mismas monjas en su manifiesto, es el “bloqueo” de la licencia para vender el monasterio de Derio, un hecho que habría causado mucha frustración entre las religiosas agobiadas por las deudas.
Se trata de un monasterio vacío que las religiosas buscaban vender para poder terminar de pagar el convento de Orduña, que le compraron a otras hermanas clarisas de la diócesis de Vitoria. Al inicio abonaron 100 mil euros y se comprometieron a pagar a plazos el saldo de 1,2 millones de euros, un pago que no han podido cumplir.
Las religiosas habían pedido autorización, de manera informal, a su diócesis, pero querían vender el convento a un precio bastante más bajo, lo que levantó sospechas en los obispados de Burga y Victoria, que ya sabían del acercamiento de Pablo de Rojas.
Por eso, el obispo de Bilbao y el arzobispo de Burgos han salido a los medios a señalar que las monjas están siendo manipuladas, pues el verdadero interés de este grupo, al que califican de “secta”, es la propiedad del monasterio.
“Hay motivos menos santos que la defensa de la ortodoxia”, comenta Fonseca.
“Que en ese momento haya aparecido un tercer interlocutor que tiene detrás grupos económicos importantes y que haya querido aprovecharse y ofertar una salida económica para ellas es posible. Todo parece que es así”, relata su confesor, el padre García Llata. “Ellas son buenas personas y en todo el tiempo que las conozco nunca habían mostrado ninguna duda religiosa”.
¿Un cisma?
Para el vicario Gómez Tavira, detrás de todo este escándalo también estaría la intención de sor Isabel, la abadesa del convento, de “perpetuarse en el poder” pues a fines de mayo concluyen sus 12 años al frente del convento y, al parecer, el ‘obispo’ De Rojas le habría prometido continuar a cargo de las 15 religiosas de Belorado, muchas de ellas nonagenarias.
“Las tiene engañadas como si esto fuera una persecución. Es mentira que el arzobispo de Burgos no les deje vender. Hay muchas mentiras que la madre Isabel les cuenta a las hermanas, que lo creen como la verdad más grande del mundo”, ha dicho a la radio Euskadi.
El propio arzobispo de Burgos, quien no ha podido comunicarse desde el lunes con sor Isabel, descarta que la decisión de las monjas de apartarse de la Iglesia Católica se haya tomado de manera unánime. “De hecho, una de ellas ya se retiró a otro monasterio. Y cuando han salido en televisión, lo han hecho diez de ellas, quiere decir que no todas quieren mostrarse juntas”, ha señalado el padre Iceta, quien, para agregar más drama al caso, fue quien excomulgó a Pablo de Rojas en el 2019.
Aunque esta situación se está considerando un cisma, lo ocurrido con las religiosas no entraría en la definición. “Para que sea considerado un cisma tendría que implicar una retirada significativa de fieles. Sin embargo, la actitud de las monjas sí sería cismática, a partir de la negación de las autoridades del Vaticano, no solo en sentido administrativo, sino teológico, dogmático y espiritual. Lo que sí es inédito es que es uno de los pocos casos en que religiosas mujeres, y de clausura, salgan al frente a mostrar su rechazo a la autoridad papal”, expresa Fonseca.
Como en toda buena historia, el dinero, la venganza, la decepción y la ambición se entremezclan en un caso que pasa a ser mayúsculo cuando se cuestiona la unidad de la Iglesia Católica. Los obispos confían en que las monjas regresarán al rebaño. Si lo hacen o no, al menos consiguieron hacerse más conocidas que por sus chocolates.
El grupo Pía Unión Sancti Pauli Apostoli, que dirige el obispo excomulgado Pablo de Rojas, forma parte de los considerados ‘sedevacantistas’, una corriente minoritaria dentro del tradicionalismo católico que no reconoce las reformas del Concilio Vaticano II y considera que los pontífices designados desde Pío XII, es decir desde Juan XXIII hasta Francisco, son usurpadores e incluso herejes. Por tanto, para ellos la Santa Sede está vacante.
Así como otras ramas del tradicionalismo, señalan que la misa debe oficiarse en latín y de espaldas a los feligreses, y están en contra del ecumenismo, el diálogo interreligioso y la libertad religiosa.
Uno de los tradicionalistas más representativos fue el arzobispo francés Marcel Lefebvre, quien incluso fue excomulgado, siempre mantuvo una postura contraria a los cambios que trajo el Concilio Vaticano II. Sin embargo, nunca llegó a romper con la Iglesia Católica.
TE PUEDE INTERESAR
- Melissa Lucio: Juez recomienda anular la condena de muerte contra madre latina sentenciada en Texas
- Milei y Musk acuerdan realizar “un gran evento” en Argentina para fomentar “la libertad”
- Estados Unidos: procesan a migrantes por “amotinarse” en la frontera y cruzar a Texas
- EE.UU. detecta su primer caso humano de gripe aviar transmitido por una vaca lechera