“No diriges la Iglesia con una rodilla, sino con la cabeza”. Eso fue lo que Francisco le dijo a uno de sus asistentes cuando, en mayo del año pasado y muy a su pesar, empezó a usar en público una silla de ruedas.
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El Papa ha cumplido diez años al frente de la Iglesia Católica y las mayores inquietudes en torno a su pontificado no pasan tanto por saber si el ala más conservadora lo seguirá retando y poniéndole malas caras y zancadillas, si continuará con la reforma de la curia, si pondrá en marcha nuevos sistemas y mecanismos para combatir la corrupción y sanear las finanzas vaticanas o si tomará medidas más contundentes contra la pederastia, como le exigen las asociaciones de víctimas.
Acaso para muchos argentinos, la pregunta más recurrente sea la de cuándo viajará por fin el sumo pontífice a su país natal, una visita que esperan desde el día mismo que fue elegido Papa y que hasta hoy no se materializa. Pero para el resto, la mayor interrogante parece ser saber cuánto tiempo más permanecerá en el alto cargo.
Fue justamente desde el año pasado -cuando se vio a un Francisco con la salud maltrecha- que se divulgaron con mayor fuerza los rumores de renuncia. Que haya una carta escrita por él no significa nada pues ya hicieron exactamente igual otros pontífices antes que él, poniéndose todos ellos en el caso de un quebranto grave de salud.
"La mayor interrogante parece ser saber cuánto tiempo más permanecerá Francisco en el alto cargo".
Sí contribuye, por supuesto, que siga aún fresco el alejamiento voluntario de Benedicto XVI, el primero de un papa desde la Edad Media. Que lo hizo, además, a punto de cumplir 86 años, edad que el primer papa latinoamericano acaba de rebasar.
Las señales de la merma física son indudables. Desde abril del 2022, Francisco ya no es el celebrante principal de las misas públicas, lo cual lo obligaría a permanecer de pie por horas, así que ha delegado tal rol a un cardenal de alto rango.
Y en julio del año pasado, después de un viaje a Canadá, reconoció que su avanzada edad y sus dificultades para caminar estaban dando paso a una fase más lenta y reposada de su papado.
También en los últimos tiempos ha hecho frente, con humor y estilo, a versiones de mala entraña que, por ejemplo, señalaban que se le había detectado cáncer cuando se sometió a una operación de diverticulitis en el 2021. “Esos son chismes de la corte”, atajó con picardía el rumor.
Pero lo cierto es que él mismo ha reconocido que su resistencia física ha menguado y que el problema de su rodilla “fue una humillación”. Aún así, no tiene plan alguno de dejar el papado en el corto plazo.
Hace pocos días, la televisión suiza-italiana RSL le volvió a consultar a Francisco por una eventual decisión de renuncia. “Un cansancio que no te haga ver las cosas con claridad”, dijo que lo llevaría a ello, rematando con un inquietante: “Incluso el problema físico puede ser”.
"Él mismo ha reconocido que su resistencia física ha menguado y que el problema de su rodilla 'fue una humillación'”
El líder de los casi 1.400 millones de católicos en el mundo, quien en esa misma entrevista aseguró que urge constantemente a “cardenales inteligentes” a que le avisen “a gritos a tiempo” si algo no funciona con su cabeza, sabe que de la pregunta de una eventual dimisión ya no va a poder escapar.
Es como si nadie más quisiera que se lo tome desprevenido, como aquel febrero del 2013 cuando Benedicto XVI asombró al mundo entero.