MIGUEL GARCÍA MEDINA
Anna Anderson, Anna Manahan y Franziska Schanzkowska murieron el 12 de febrero de 1984. No se trataba de tres personas, sino de tres nombres utilizados por una misma mujer. Esta dama afirmaba ser la princesa Anastasia de Rusia, la más joven de las hijas de Nicolás II y la zarina Alejandra, ejecutada junto a su familia por los bolcheviques el 17 de julio de 1918.
El misterio surge en 1920 cuando una joven desconocida intenta suicidarse en Berlín. Tras ser detenida e internada en un sanatorio, aparece públicamente en 1922 exigiendo se le reconozca como la princesa que sobrevivió al asesinato de Ekaterimburgo.
Aunque la mujer mostraba signos de desequilibrio mental, los crédulos justificaban ese comportamiento por su trágica experiencia de vida. Por el contrario sus detractores, quienes la tildaban de impostora, argumentaban su histrionismo en los jugosos 89 millones de dólares que estaban de por medio, fortuna dejada por los Romanov en bancos europeos.
En 1927 una investigación financiada por el hermano de la zarina, el gran duque de Hesse, identificó a Anna Anderson como Franziska Schanzkowska, una trabajadora de origen polaco que habría sufrido de deficiencias mentales. Schanzkowska había laborado como operaria en una fábrica de municiones durante la Primera Guerra Mundial. Ella lo negó.
En los años cincuenta Anna Anderson desarrolló una batalla en tribunales alemanes para que se le considere legalmente la hija menor del Zar. En 1968 se casó con el profesor de Historia John Manahan y se quedó a vivir con él en Estados Unidos, en una gran casa repleta de gatos.
En 1991 los cuerpos del zar Nicolás II, la zarina Alejandra y tres de sus hijas fueron exhumados de una fosa común en Ekaterimburgo. Se les identificó por el ADN. Los cuerpos del zarévich Alexei y la hija restante fueron descubiertos en 2007. Pruebas confiables confirmaron que los restos encontrados eran de los siete miembros de la familia Romanov y corroboraron que ninguna de las cuatro hijas del Zar se había salvado de la ejecución.
Años antes de morir Anna Manahan se sometió a una intervención quirúrgica, de la cual quedó una muestra de tejido que después fue comparada con otra de la familia real. "Definitivamente, no hay ninguna relación", dijo el forense británico Peter Gill. Por el contrario, parece que Anna Anderson sí era Franziska Schanzkowska. Para realizar la prueba, Gill recurrió a una muestra perteneciente a un sobrino nieto de la desaparecida Schanzkowska, que vivía en Alemania.
“LA ANASTASIA PERUANA”
En 1963 una señora que frisaba los sesenta años aseguraba ser la princesa Anastasia, pero no vivía en Rusia ni en Estados Unidos, sino en el Perú. El Comercio la descubrió y la entrevistó para su edición del 7 de noviembre de ese año. Transcribimos la nota para que ustedes saquen sus propias conclusiones:
“Yo soy la princesa Anastasia de Rusia”. Con estas palabras una dama limeña de aspecto apacible y sonrisa fácil, ha pasado a engrosar las filas de las aspirantes al nombre y a la fortuna que le correspondería en el caso de hallarse viva, a la hija del último zar de Rusia, Nicolás II, que llevó el mismo nombre y que desapareció en los momentos que los bolcheviques se apoderaron del palacio Imperial de Moscú.
Zerga Pinasco ha presentado un escrito al Segundo Tribunal Correccional solicitando que se notifique a la Cancillería a fin de que ésta, por intermedio de nuestro cuerpo diplomático, haga saber al mundo que la princesa Anastasia de Rusia está viva y reside en el Perú. “La princesa Anastasia” reclama, al mismo tiempo, 40 mil millones de rublos que dice pertenecieron a su difunto padre el zar Nicolás y que están depositados en el Banco de Inglaterra.
Ella manifiesta que vive “escondida” desde hace algunos años en Lima, huyendo de la venganza de sus enemigos “que todavía la buscan”. De estatura mediana, algo robusta y todavía ágil, sus facciones, en realidad, no concuerdan con la imagen que de la princesa Anastasia han dado los periódicos, ni con la de los artistas de cine que en el celuloide han representado a la hija del zar Nicolás.
La princesa Anastasia limeña “es muy peruana”. Esto deducen los que la conocen y tratan, en especial los habitúes al Palacio de Justicia, pues dicen la “princesa” se expresa con “mucho conocimiento” de nuestras costumbres, tradiciones y gustos. “Hasta es muy devota del Señor de los Milagros”, apuntó un joven auxiliar de escribano.