Redacción EC

David Cameron, Ed Miliband y los otros líderes de los partidos británicos recorrerán este miércoles el país en un último intento de arañar votos en las elecciones más reñidas que se recuerdan.

Millones de británicos mayores de 18 años tienen derecho a votar el jueves entre las 07H00 (06H00 GMT), hora en que abrirán los colegios electorales, y las 22H00(21H00 GMT).

Está en juego la composición de la Cámara de los Comunes -el líder del partido con mayoría es primer ministro- y de los ayuntamientos de gran parte de Inglaterra, pero no el de Londres, ni tampoco los de Escocia, Gales o Irlanda del Norte.

Los sondeos a pie de urna darán una idea precisa del desenlace al poco de cerrar los colegios electorales, pero los resultados oficiales irán cayendo en cuentagotas por la noche y no se conocerán, por lo menos, hasta bien entrada la madrugada.

Todo indica que ni el primer ministro conservador David Cameron, ni su principal contrincante, el laborista Ed Miliband, se despertarán el viernes con los 326 diputados suficientes para ir a visitar a la reina e informarle de que tienen el apoyo necesario para liderar un gobierno.

Las negociaciones posteriores con los otros partidos para lograr un gobierno con mayoría parlamentaria se han convertido en el tema de los últimos días de campaña.
Tales negociaciones deberían terminar teóricamente antes del 27 de mayo, fecha en la que está previsto el discurso anual de la reina.

Se trata de un texto preparado por el gobierno con las líneas maestras de su gestión, que Isabel II lee en el Parlamento y que luego es votado por los diputados.
Los demoliberales de Nick Clegg y los nacionalistas escoceses del SNP, encabezado por Nicola Sturgeon, se perfilan como los dos partidos que podrían asegurar la gobernabilidad a laboristas o conservadores.

- Cameron esgrime la amenaza escocesa -

Cameron se embarcó en un maratón electoral ininterrumpido de 36 horas y en él se refirió a lo que puede ocurrir el día después de las elecciones, avisando de que Miliband podría tratar de ser primer ministro sin ganar, gracias al apoyo de los nacionalistas escoceses.

Esta idea "incomoda mucho a la gente, porque sería un gobierno rehén de un grupo de personas que no quieren que al Reino Unido le vaya bien", dijo aludiendo al Partido Nacional Escocés, abiertamente independentista.

La situación plantea "un enorme problema de credibilidad, y esa es la gran cuestión, la gente me expresa sus inquietudes. Y yo les digo que si quieren evitar eso, tienen ante ellos la respuesta".

Miliband, por su parte, insistió en que no llegará a ningún acuerdo de gobierno con los nacionalistas escoceses y replicó que el peligro es repetir la coalición entre conservadores y demoliberales.

La coalición, dijo, sólo ha servido "para proteger a unos pocos privilegiados".
"Hablaré hasta el final de las cosas que de verdad importan a los británicos, que son la sanidad pública, las cuentas de las familias, si pueden pagar las facturas a fin de mes, los temas de primera necesidad que más importan a los británicos".

- Europa mira de reojo -

El resultado de las elecciones podría ser de gran trascendencia para los vecinos si gana Cameron y, como ha prometido, celebra un referéndum sobre la pertenencia británica a la Unión Europea.

Los laboristas, por su parte, han prometido no convocar tal referéndum, lo que les convierte en aliados de la City financiera en al menos un aspecto.

Pese a ello, "la política exterior no se ha discutido mucho" en la campaña, constató Tony Travers, profesor de política de la London School of Economics, que auguró que el tema resurgirá en el debate público.


- Una campaña electoral sin el electorado -

La campaña acabará como transcurrió, con los líderes políticos a una distancia prudente de los electores y la prensa.
Los candidatos han usado más que nunca las redes sociales y han calculado al milímetro la escenografía de sus comparecencias, casi siempre en pequeño comité, en escuelas, granjas, mercados o fábricas, sin rastro de los grandes mítines del pasado.
La campaña "ha estado marcada por la falta de confianza que sienten nuestros líderes políticos, que tiene que ver con la desconfianza total hacia ellos que sienten la mayoría de votantes", resumió el principal corresponsal político de la BBC, Nick Robinson.

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