El rey Carlos de Gran Bretaña le da la mano a la primera ministra británica Liz Truss durante su audiencia semanal en el Palacio de Buckingham en Londres, Gran Bretaña.
El rey Carlos de Gran Bretaña le da la mano a la primera ministra británica Liz Truss durante su audiencia semanal en el Palacio de Buckingham en Londres, Gran Bretaña.
/ Kirsty O'Connor/Pool vía REUTERS
Agencia AFP

Si la primera ministra asumió que su primera audiencia semanal con el rey Carlos III ofrecería un respiro a una semana de desastre político y ruina económica estaba equivocada.

Bastaron 15 segundos de video de la reunión en el Palacio de Buckingham anoche para que el monarca empeorara las cosas. Mientras Truss hacía una reverencia y decía: “Su Majestad”, Carlos respondió: “¿Otra vez acá?”

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Y mientras la primera ministra atinó a responder: “Es un gran placer”, el flamante monarca sólo pudo murmurar: “Querida; ay, querida. En fin...”

El clip, que se produjo después de otro día de agitación en los mercados económicos y de conspiraciones amotinadas en las bancadas del Partido Conservador, se hizo rápidamente viral.

La doctora Jennifer Cassidy, profesora de diplomacia en la Universidad de Oxford, lo describió como “una escena sacada de The Office [la serie]... una torpeza política y una comedia involuntaria en su máxima expresión”.

Truss, debilitada

Las críticas a la primera ministra crecen dentro de su propia mayoría parlamentaria, donde algunos diputados conservadores empezaron ya a barajar nombres para sustituirla apenas un mes después de su llegada al cargo.

Algunos “diputados conservadores están sondeando posibles sustitutos para (el ministro de Finanzas) Kwasi Kwarteng y posiblemente incluso para Liz Truss”, dijo a la BBC el jueves Paul Goodman, exdiputado y redactor jefe de ConservativeHome, una web muy influyente entre la derecha británica.

“Se barajan todo tipo de nombres”, añadió, aludiendo a Rishi Sunak, el principal exrival de Truss en la carrera a Downing Street, e incluso a Boris Johnson, el controvertido primer ministro al que ella sustituyó el mes pasado.

Truss lleva 37 días en el poder y cada vez se ve más cuestionada. Los enormes recortes fiscales que prometió a finales de septiembre sin una financiación clara hicieron cundir el pánico en los mercados financieros y fueron recibidos con escepticismo y preocupación por algunos de sus compañeros de partido.

Aunque por ahora mantiene el rumbo, los diputados conservadores le instan en privado a que dé marcha atrás en algunos de los elementos de su paquete económico, principalmente la supresión de un alza prevista en el impuesto de sociedades.

En la sesión semanal de preguntas a la primera ministra del miércoles, Truss, que fue abucheada por la oposición laborista, descartó recortar el gasto público para financiar sus recortes fiscales, y repitió que contaba con el crecimiento del PBI para sacar al país de la crisis.

Pero confiar en un rápido crecimiento de la economía británica, actualmente amenazada de recesión, es ilusorio, advirtió un exasesor del Banco de Inglaterra.

“La única manera de que esto funcione es si asumimos que el crecimiento se acelerará de la manera que el gobierno quiere. Creo que mucha gente lo ve como una ilusión”, dijo Martin Weale, ahora profesor de economía en la King’s Business School, a Times Radio.

A pesar de la agitación en los mercados y en el seno de su partido, Downing Street afirma que Truss –que ya dio marcha atrás en una medida clave de su presupuesto– está “centrada únicamente en el objetivo de crecimiento a través de los cambios y reformas previstos”.

Otros sin embargo, no descartan que se vea próximamente obligada a dar nuevos giros a sus polémicas medidas.

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