Sebastian Kurz, líder del Partido Popular de Austria (OeVP) y principal candidato de OeVP, se dirige a sus partidarios en un partido electoral de OeVP durante las elecciones federales austríacas en Viena, Austria, el 29 de septiembre de 2019. Las proyecciones publicadas después del cierre de las urnas vieron al OeVP como el claro ganador de las elecciones generales. (Foto: AFP)
Sebastian Kurz, líder del Partido Popular de Austria (OeVP) y principal candidato de OeVP, se dirige a sus partidarios en un partido electoral de OeVP durante las elecciones federales austríacas en Viena, Austria, el 29 de septiembre de 2019. Las proyecciones publicadas después del cierre de las urnas vieron al OeVP como el claro ganador de las elecciones generales. (Foto: AFP)
/ CHRISTIAN BRUNA
Redacción EC

Viena. Con 33 años, 11 de ellos en la alta política, el conservador es el político austriaco más exitoso de su generación, al llevar a su Partido Popular (ÖVP), de nuevo, a una arrolladora victoria en las elecciones anticipadas celebradas hoy.

El Partido Popular (ÖVP) de Kurz ha obtenido el 37 % de los votos, 15 puntos de ventaja sobre los socialdemócratas (22 %) y 11 sobre los ultraderechistas del FPÖ, que se hundieron hasta el 16 %. El resultado no supone ninguna sorpresa porque las encuestas ya preveían una clara victoria de Kurz, aunque en este caso el triunfo ha sido incluso más amplio de lo previsto.

El ÖVP ha sido el gran beneficiado de la perdida de votos del ultra FPÖ después del escándalo del vídeo de Ibiza, que obligó a dimitir en mayo al vicecanciller y entonces líder ultra Heinz Christian Strache.

En ese vídeo, filmado dos años antes en la isla española de Ibiza, se le veía ofrecer favores políticos a una falsa millonaria rusa a cambio de dinero para su campaña.

Ese escándalo dinamitó la coalición entre conservadores y ultras que gobernó la república alpina 17 meses, y Kurz pasó a ser el canciller con el Gobierno más breve (525 días) y el primero depuesto por una moción de censura desde la II Guerra Mundial.

Kurz, que con 33 años lleva nueve de ellos en el Gobierno, ha dejado de ser una promesa y un “niño prodigio” para ser el indiscutible referente del centroderecha en Austria y una figura en ascenso en Europa.

Secretario de Estado con 25 años y ministro de Exteriores con 27, su dedicación a la política le ha impedido acabar sus estudios de derecho.

En 2017, con sólo 31, dio un golpe de mano y se hizo con el poder en el Partido Popular, reorganizándolo a su imagen y hasta cambiando los símbolos de la formación.

Kurz dinamitó la coalición con el SPÖ y forzó unas elecciones en las que logró el 31,7 %, el mejor resultado del partido en una década, una victoria debida, en gran parte, a que asumió muchas de las políticas antimigratorias y el lenguaje de los ultras.

Otro éxito indiscutible del joven político es vestir al ÖVP, que forma parte de Gobiernos en Austria desde hace 34 años -Kurz tiene 33- como una opción de cambio y renovación.

AFP.
AFP.

El distanciamiento de Kurz de las posiciones de la canciller alemana Angela Merkel sobre migración y otros asuntos también generaron simpatía entre sectores nacionalistas.

Durante sus 17 meses de Gobierno la coalición que encabezó impulsó políticas de mano dura en temas de extranjería, acompañada con medidas de ahorro y alivio fiscal.

Fue criticado -también desde el extranjero- por dejar en manos de políticos de ultraderecha los importantes ministerios de Interior, Defensa y Exteriores. Varios servicios de inteligencia europeos limitaron su colaboración con Austria por la cercanía del FPÖ con el partido del presidente ruso, Vladimir Putin.

También se le critica que no se distanciara de forma más clara de los numerosos incidentes xenófobos y antisemitas del FPÖKurz es, al mismo tiempo, el político más popular y el que más rechazo genera, el más polarizador.

Aclamado por sus seguidores como una estrella que quiere modernizar el país y responder a las preocupaciones de la ciudadanía, sus detractores lo dibujan como alguien sin escrúpulos y sediento de poder.

Si para sus fieles es un trabajador incansable y meticuloso, para sus críticos es un producto de mercadotecnia, una imagen prefabricada de político joven y eficiente, que controla sus apariciones y no arriesga en la comunicación.

Pero incluso sus contrincantes le reconocen talento y un agudo instinto político, y le ven como alguien que apenas se permite errores y que es inclemente con sus adversarios.

En cualquier caso, a su popularidad no le ha hecho mella las revelaciones de que grandes fortunas donaron elevadas cantidades a su campaña, que incluía eliminar el impuesto a las herencias y criticaba una tasa a los grandes patrimonios.

A su imagen de ciudadano corriente tampoco le ha pasado factura tener un nutrido y bien pagado grupo de asesores de imagen, tal como ha revelado la prensa austriaca durante la campaña.

Fuente: EFE

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