En Reino Unido hay una enorme afición por los detectores de metales. Hay británicos que salen de sus casas el fin de semana con sus botas, su chaleco y su sombrero para recorrer prados, playas o bosques en busca de tesoros como monedas, hebillas, espadas, balas, entre otros.
En los últimos años se ha vuelto costumbre que este hobby genere grandes hallazgos arqueológicos. El último de ellos se ha convertido en un “hallazgo único en una generación” en Inglaterra, según el Museo Británico. El descubrimiento de un buscador aficionado se ha vuelto viral en las redes sociales.
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Un día en 2019, el propietario de un café, Charlie Clarke, que solo había estado detectando metales durante seis meses, estaba a punto de dejarlo cuando su equipo comenzó a hacer un ruido agudo cerca de un estanque, según el periódico The Guardian. Había descubierto algo que lo dejó en shock.
“Hallazgo único”
Había encontrado un collar de oro con un colgante en forma de corazón con una rosa Tudor entrelazada con un arbusto de granada, un símbolo del rey Enrique VIII y su primera esposa, Catalina de Aragón, informó CNN.
La pieza de joyería hallada también presentaba las letras “H” y “K” unidas, sus iniciales, junto con una inscripción que decía “TOVS” e “IORS”, un juego de palabras con la palabra francesa “toujours”, que significa “siempre”, según revelaron los expertos. “Fue simplemente excepcional”, dijo Clarke a CNN.
Aún novato en el mundo de la detección de metales, Clarke consultó a un experto de una tienda en Birmingham y él lo ayudó a contactar con el Museo Británico, así como con un forense, para notificarles lo que había hallado. El artículo llegó a manos de Rachel King, curadora de la Europa del Renacimiento en el Museo Británico, quien calificó el hallazgo como “único en una generación”.
“¿Qué es esto? ¿Es real?”, recuerda que pensó entonces. “Y fue todo un reto para mí en el sentido de si esto podría ser del siglo XIX, si podría ser solo bisutería”.
Estudios a la pieza hallada
Una vez entregado el pendiente, el Museo Británico llevó a cabo un análisis científico para determinar si se trataba realmente de un pendiente Tudor o de mera bisutería. Una de estas pruebas databa el objeto antes de 1530.
Tras darse cuenta de que el mismo motivo estaba presente en otros objetos y de que algunas partes del pendiente parecían haber sido fabricadas rápidamente, King y su equipo plantearon la hipótesis de que podría haber sido utilizado como premio o llevado como parte de un traje durante un torneo o justa que Enrique era tan aficionado a organizar, en lugar de para el Rey o su esposa.
“Este objeto acaba de salir de la tierra casi como si hubiera caído del cielo”, dijo King. “Tenemos la oportunidad de estudiar un objeto que no ha sido sometido a todos estos procesos de clasificación que la gente ha llevado históricamente... obtenemos algo que en cierto sentido es información en bruto”.
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