Las autoridades filipinas afirmaron este viernes que hay extranjeros entre los islamistas afines al grupo yihadista Estado Islámico que combaten a las fuerzas de seguridad en el sur de Filipinas, donde el balance en cuatro días de enfrentamientos ascendió a 46 muertos.
El presidente Rodrigo Duterte decretó la ley marcial en toda la región de Mindanao, unas horas después de que los islamistas comenzasen a sembrar el caos en la localidad de Marawi, el martes.
"Lo que sucede en Mindanao, no es más una rebelión de ciudadanos filipinos. Se transformó en una invasión de combatientes extranjeros", declaró Jose Calida, procurador general del gobierno.
Según Calida habría malasios, indonesios, singapurenses y "otros yihadistas extranjeros" participando en los enfrentamientos en Marawi, una de las mayores ciudades musulmanas de este país de mayoría católica.
Calida habló en Davao, gran ciudad de Mindanao, región que se extiende sobre un tercio meridional del territorio filipino. El procurador general afirmó que los extranjeros respondieron a un "llamado" lanzado por Estado Islámico para que vayan a Mindanao y funden una "wilayat" (provincia) del "califato".
El general Restituto Padilla, portavoz de las Fuerzas Armadas filipinas, declaró que seis extranjeros murieron en los enfrentamientos, incluidos entre ellos malasios e indonesios.
Según un balance entregado por el portavoz, 11 soldados, dos policías y 31 yihadistas murieron en los combates. Las Fuerzas Armadas bombardearon edificios en donde estaban atrincherados los yihadistas.
Dos civiles murieron en un hospital ocupado el martes por los yihadistas. Las Fuerzas Armadas abrieron una investigación sobre la base de informaciones de prensa según las cuales nueve civiles fueron asesinados en un retén desplegado por los islamistas.
Los combates de Marawi estallaron después de un ataque de las fuerzas de seguridad contra un supuesto escondite de Isnilon Hapilon, considerado como el jefe de EI en Filipinas.
Estados Unidos considera a Isnilon Hapilon uno de los terroristas más peligrosos del mundo y ofrece cinco millones de dólares por su cabeza. Además, es uno de los dirigentes de Abu Sayyaf, grupo islamista especializado en los secuestros.
Pero las fuerzas de seguridad sufrieron un estrepitoso fracaso. Decenas de combatientes acudieron para frenarlas, antes de sembrar el caos agitando banderas negras del EI.
Las autoridades explican que es muy difícil poner fin a la crisis. Los yihadistas están atrincherados en viviendas residenciales, colocaron bombas caseras en las calles y tomaron a los católicos como rehenes.