La Corte Penal Internacional (CPI), el tribunal que juzga las peores crímenes de lesa humanidad en el mundo, ha elegido por unanimidad a la jueza peruana Luz Ibáñez Carranza como su primera vicepresidenta. La magistrada ya no es, entonces, solo la primera peruana en llegar a la CPI. Desde el jueves último, también es la primera compatriota en integrar la instancia de gobierno de dicha institución. Desde La Haya (Países Bajos), Ibáñez responde nuestras preguntas mientras se instala en su nueva oficina en la corte, lugar donde estará los próximos tres años.
-¿Cómo fue la elección?
El pleno de la Corte ha tenido a bien elegirme primera vicepresidenta por un término de tres años. Me eligieron en primera vuelta. Mis otros colegas (el presidente y el segundo vicepresidente) sí tuvieron que pelearla bastante. En mi caso, en cambio, hubo unanimidad. Estoy contenta de ofrecerle este nuevo logro al Perú, especialmente por nuestro año del bicentenario. Creo que ya nos merecíamos tener una representatividad en esta altísima corte mundial.
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-Usted fue elegida jueza de la CPI en el 2017 y ahora es la vicepresidenta...
Así es. Yo soy jueza por un tiempo de nueve años. Me faltan seis todavía. Creo que el siguiente paso podría ser la presidencia. Por los próximos tres años seré la primera vicepresidenta.
-En estos tres años que vienen, ¿cuál será su foco de atención?
Hay algunas líneas de trabajo que presenté en mi postulación. La primera es la de garantizar el fortalecimiento institucional. Es una corte bastante joven con poco más de 19 años desde que entró en operaciones. Ha tenido casos muy interesantes, algunos muy grandes con miles de víctimas, con actos perpetrados por quienes eran presidentes. En algunos lo ha hecho muy bien pero en otros ha tenido un poco de fallas. Lo que sucede es que al ser una institución joven los procesos no están del todo delimitados. Nos falta un poco más de protocolos para que la cultura institucional y la institucionalidad misma hagan de esta una entidad fuerte, sólida y eficaz.
-¿Por ejemplo?
La CPI tiene una serie de problemas. Cuando uno la mira desde Perú, desde otros países, es verdad que es la cristalización de un sueño grande de la comunidad internacional para poner fin a la impunidad a grandes atrocidades masivas y sistemáticas, pero llevar eso a la realidad toma tiempo. No se olvide que somos una corte internacional, que actúa en Asia, África, América y además debemos darle soporte a la reparación de víctimas. Entonces, tenemos un rango de operaciones muy grande.
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-¿Pero qué tipo de dificultades tienen?
Como en todos lados, tenemos limitaciones presupuestarias. Pero también hay alegaciones de interpretaciones de la ley donde un sistema jurídico quiere prevalecer sobre el otro. Es el caso del sistema anglosajón. Pero eso no debería suceder porque el Estatuto de Roma está concebido como un sistema sui generis donde hay un sistema mixto. Pero como esta Corte ha estado dominada en sus inicios por el pensamiento anglosajón, entonces se entablaron una serie de prácticas legales, de interpretación de la ley. No obstante, esas cosas se combaten desde dentro asegurando una mejor diversidad de jueces y de personal, que vengan de todas partes del mundo. Pero eso muchas veces no se ha dado acá.
-¿Ahora desde su puesto de vicepresidenta impulsará que la CPI mire con mayor atención a América Latina?
Yo creo que sí. Yo le he dicho a mis colegas que soy una orgullosa mujer latinoamericana y que tengo unos puntos de vista que corresponden a mi región geográfica. Y ellos no solo lo han aceptado, sino que les ha gustado. Por eso me han elegido. Así que yo creo que sí. El foco estará más en América Latina porque además yo he ofrecido, y lo voy a cumplir, mejorar la complementariedad positiva, como se dice.
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-¿Cómo es eso?
Es llevar a la corte a los países del resto del mundo, comenzando por mi región. Por ejemplo, creo que es importante apoyarse en el uso del idioma español para que esta Corte pueda tener llegada. Y no solamente dar sabiduría sino recibir las muchas experiencias que nos ha tocado vivir en ese lado del mundo. Hay que sacar lo positivo. En Perú hemos sido exitosos en la judicialización del terrorismo. Fíjese que el trabajo que empecé sobre las esterilizaciones en el subsistema ahora recién está dando frutos. Entonces, esta Corte tiene mucho que aprender.
-Y una de las formas es implementando el idioma español.
Así es. Pero no solamente eso. Fíjese que cuando llegué acá hace tres años hice un proyecto y lo mandé a la presidencia. Han pasado tres años y no respondieron. Entonces ahora es el momento de llevarlo a la práctica.
-¿Qué propone su proyecto?
Que es necesario implementar la complementariedad positiva. Porque así como la diversidad geográfica y la paridad de género, la complementariedad positiva también es necesaria. Nosotros, como Corte, no actuamos frente a cualquier caso, sino como un complemento cuando las jurisdicciones nacionales no pueden, cuando son incapaces de llevar sus procesos judiciales de crímenes tan atroces o cuando se instauran procesos que solamente son apariencias de procesos, pero que en realidad buscan consolidar la impunidad. Esa es la complementariedad negativa. Pero la positiva es ir a fortalecer las jurisdicciones nacionales con todo lo que tenemos para que ellos sean capaces de juzgar sus propios casos. Entonces, yo me fijé en América Latina. Pero, claro, a ver quién habla inglés o francés fluidamente para que podamos llevar adelante este intercambio de experiencias.
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-¿Y por qué no se hizo antes?
En el Estatuto de Roma está señalado que seis son los idiomas oficiales de la Corte: inglés, francés, español, ruso, árabe y chino. Pero lo que pasa es que los idiomas de trabajo acá, porque ya es una usanza internacional, son el inglés y el francés. Sin embargo, el artículo 50 del Estatuto de Roma nos dice que los fallos tienen que ser publicados en todos los idiomas de la Corte. Pero en español no se publica. Así que hay muchas maneras de dar formas de cooperación. Podemos trabajar con la Corte Interamericana de DD.HH., podemos trabajar con las universidades, con las asociaciones de profesionales. Eso es lo que yo quiero. Llevar a la corte hacia América Latina y traer lo bueno para acá, hacer un puente.
-¿Qué otro tipo de mecanismos tiene en mente para acercar la CPI a la región?
Abrir una invitación, una convocatoria amplia a los profesionales interesados en el derecho internacional penal en este tipo de casos. Una convocatoria masiva para que los profesionales aspiren a llegar acá. Y no solo como pasantes sino como parte del staff. Eso es un camino largo pero que se puede iniciar ya. Yo no he tenido la oportunidad de tener aquí ni siquiera un aspirante, un profesional peruano, y me encantaría. Sé que hay capacidad. Todo eso vamos a trabajarlo decididamente desde ya.
- ¿Y en cuanto a los casos de la región que se ven en la Corte?
Estamos en un momento crucial en la Corte porque hace unas semanas se ha elegido al nuevo fiscal, el inglés Karim Khan, en reemplazo de Fatou Bensouda. Él asumirá en mayo. A él le va a tocar esclarecer una política de priorización de casos. Tenemos que esperar que él asuma porque los jueces no podemos actuar si los fiscales no nos traen el caso.
- Respecto a la pandemia, ¿qué tan complicado ha sido trabajar en medio de esta?
Ha sido uno de los retos más grandes que la Corte ha enfrentado. En marzo del año pasado nos dijeron que el gobierno de los Países Bajos había decretado una situación de emergencia y había que trabajar desde casa. Pensamos que era una cosa de un mes o dos y nosotros no podíamos parar funciones. Las personas no podían venir. Se puso muy difícil la situación. En mi caso, en la División de Apelaciones no podíamos detener el trabajo. De cinco jueces, tres veníamos y dos lo hacían desde sus casas para llevar adelante las audiencias. Pese a todo, hemos estado sacando adelante varios fallos.
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- Otro efecto de la pandemia es que ha agudizado las desigualdades, los casos de injusticia social. Perú es uno de los países más afectados.
Hace 14 meses que no regreso al Perú porque no puedo viajar. Sé que hay muchos problemas, que la situación en el país está muy difícil. Sé de las coyunturas, de los cambios que ha habido que finalmente no le han hecho muy bien a la comunidad pero más no le puedo decir. No estoy allá.
- Pero por lo escuchado no deja de estar pendiente de lo que aquí ocurre...
Para nada. Yo tengo mi horario en los que veo las cosas que suceden en el Perú y en la región. Nunca estoy lejos del Perú. He seguido casi en vivo todos los acontecimientos porque me preocupada lo que suceda en mi patria.
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- ¿Y qué le parece lo que estamos viviendo?
Me da mucha pena. Sobre todo lo último que he escuchado. Y esto lo digo sin querer interferir en nada. Esto simplemente lo digo como una ciudadana peruana sin apasionamiento alguno. Se están haciendo esfuerzos con esto de la vacuna y que de un momento a otro se critique, sin mucha base científica, y que se pretenda atacar el proceso de vacunación que de algún modo sirve a la población más necesitada. Me gustaría que en ese sentido mis compatriotas actuaran con un poco más de conciencia. Tenemos que ser solidarios. No podemos, por un poco de figuración, alzar voces de esa manera. Creo que los procesos para combatir este mal tienen que ser conjunto. Todos tenemos que estar unidos.
- Cuando usted fue fiscal, vivió en carne propia momentos terribles como la época del terrorismo y la crisis económica de fines de los ochenta, ¿la crisis actual es peor?
El Perú ha pasado por muchas etapas diferentes en circunstancias diferentes y también con ciudadanos diferentes. No hay que olvidar eso. Los ciudadanos de hoy, los jóvenes de hoy, no son ni los jóvenes del 2000 ni los de los 80. La situación puede parecer mejor o peor dependiendo de cómo uno la vea. Vamos a salir de esto pero tenemos que dejar de tirarnos piedras entre nosotros. Aquí todos los esfuerzos tienen que ser para que se unan. No solo la clase política, los científicos, sino la población en general. Y además hacer como hacen acá: tender a respetar más las normas. Por ejemplo, acá los jueces internacionales no tenemos ninguna ventaja sobre otro ciudadano. La vacuna nos tocará cuando nos tenga que tocar. No tenemos ningún beneficio más que cualquier otro ciudadano. Desde aquí quiero hacer un llamado a la serenidad.
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- Ahora en medio de una campaña electoral es más complicado.
Me duele mucho. He pasado por muchos momentos difíciles por el hecho de estar lejos y no poder hacer nada. Cuando, por ejemplo, se dieron las muertes de estos jóvenes Bryan Pintado e Inti Sotelo, dije: “Dios mío, ¿estamos regresando a qué épocas? ¿Por qué estos jóvenes tienen que pasar por esto?”. Me dolió mucho porque sé que fue un momento de confusión muy grande y no debieron haber prevalecido ninguna clase de apetitos políticos.
- A pesar de todo esto, ¿considera que hay razones para ser optimistas?
Sí. En el Perú siempre. Somos un pueblo mucho más grande que sus problemas. Cuando más oscura es la noche es cuando más cerca estamos de la claridad y en ese sentido yo soy una optimista a toda prueba.
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