Varios escándalos financieros han remecido al Vaticano en los últimos años. Precisamente, la Santa Sede juzga en este momento a nueve personas por una serie de presuntas irregularidades financieras en la gestión de los fondos de la Secretaría de Estado, en concreto la compraventa de un lujoso edificio en Londres que acabó en estafa y generó un agujero contable. El caso es una de las piezas clave que ha llevado al papa Francisco a pasar a la acción.
Entre los acusados de estafar a la Santa Sede con decenas de millones de euros está el cardenal Angelo Becciu. No es una figura cualquiera. Entre el 2011 y el 2018 fue el número dos de la Secretaría de Estado. Cuando se destapó el escándalo, Francisco le retiró todos sus derechos cardenalicios y lo apartó del cargo de prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos.
MIRA: Una visita del Papa aumenta las especulaciones sobre el futuro de Francisco
Por eso, para muchos era evidente que si el papa Francisco quería lograr cambios en la materia tenía que actuar. Su estrategia se ha concretado esta semana con la entrada en funciones de un Comité para las Inversiones dirigido a supervisar la corrección de los gastos inmobiliarios de la Santa Sede, un organismo incluido en su Constitución Apostólica.
El comité está encabezado por un cardenal, el irlandés-estadounidense Kevin Joseph Farrell, que tiene su sede en el Vaticano, pero incluirá a cuatro expertos financieros laicos externos, según un comunicado.
El objetivo de este nuevo organismo es “garantizar la naturaleza ética de las inversiones inmobiliarias de la Santa Sede de acuerdo a la doctrina social de la iglesia y, al mismo tiempo, su rentabilidad, corrección y riesgos”.
El historiador y experto en religiones Juan Fonseca considera que la decisión de Francisco es “un gran avance, un paso concreto y ejemplar”. “Normalmente se cuestiona al Papa porque no plasma en acciones concretas algunas de sus palabras, frases o buenas intenciones. En este caso estamos viendo una medida que va a ayudar a mejorar la transparencia de la economía del Vaticano”, dice a El Comercio.
Medida que no podía esperar más
Los escándalos financieros representan un reto para el papa Francisco, pues revelan el descontrol en las finanzas vaticanas. De hecho, el pontífice fue elegido con un mandato de reformar la burocracia, y tanto el juicio en curso como su plan de reorganización de la Curia son medidas tangibles de la reforma.
La noticia se produce mientras se celebra un juicio contra una decena de personas, entre ellas el cardenal Angelo Becciu, por fraude, malversación, abuso de poder, blanqueo de capitales, corrupción y extorsión.
El eje central del juicio es la costosa compra de un prestigioso edificio en Londres como parte de las actividades de inversión de la Santa Sede, cuyo patrimonio inmobiliario es considerable, con lo que destapó una serie de irregularidades.
A raíz del escándalo, Becciu fue destituido de sus funciones y privado de sus privilegios como cardenal por el papa Francisco en setiembre del 2020.
La adquisición del edificio en Londres fue realizada a un precio mayor de su valor real a través de paquetes financieros altamente especulativos, por medio de dos empresarios italianos residentes en Londres.
Además, Fonseca apunta que luego del escándalo de la pederastia y del manejo de los fondos del llamado gran banco vaticano y, en general, de las finanzas de la Iglesia, a Francisco ya no le quedaba otro camino.
“Lo único que le quedaba por hacer era esto porque la Iglesia está pasando por una crisis profunda y creo que el papa Francisco lo entendió así. Si no hacía esto pues ya iba a significar el principio del fin. Además, en la perspectiva de este discurso que él ha desarrollado de, por ejemplo, humildad, transparencia, de poner la ética por sobre los intereses de la institución, creo que es muy consistente y lo va a ayudar a reforzar su propio mensaje”, señala el experto.
En cuanto a la decisión de crear este comité de ética para las inversiones vaticanas es claro que, además de iniciar una reforma interna, Francisco está tratando de eliminar los privilegios oscuros de varias entidades vaticanas.
Fonseca espera que la medida contribuya a transparentar más y mejor el uso de los fondos de la Iglesia. “Los fondos que maneja la Iglesia son, en su enorme mayoría, propiedades o dinero de fieles que de manera voluntaria o filantrópica depositan a la Iglesia para que se invierta de una manera adecuada en ayuda social. Cuando salen noticias, como la del escándalo de las inversiones inmobiliarias en Londres, afectan el mensaje de la Iglesia y crean desconfianza entre los fieles”, dice Fonseca.
“Yo creo que esta medida del Papa va a ayudar bastante a trasparentar y garantizar que la gente siga aportando para una causa noble, que es lo que la Iglesia quiere lograr”, agrega.
Explica, además, que los escándalos sobre este tema revelan que algunos cardenales o jerarcas de la Iglesia actuaban negativamente sin mayor control, ni revisión por parte de las autoridades de la Iglesia. Eso fue un factor adicional de presión para que el Papa pueda tomar decisiones sobre ello. Eso sin contar los casos turbios que resonaron en el pasado, “También ha habido acusaciones de lavado de dinero. Incluso están los escándalos que ocurrieron en los años 80, cuando sucedió la bancarrota del Banco Ambrosiano en la que la Iglesia estaba involucrada porque el banco del Vaticano, cuyo nombre oficial es el Instituto de Obras Religiosas (IOR), era parte de los accionistas del banco, y también había dinero de la mafia involucrado”, comenta.
Según la agencia Associated Press, el banco del Vaticano emitió su informe anual, con un beneficio neto de 18,1 millones de euros, comparado con los 36,4 millones de euros en el 2020. El Instituto de Obras Religiosas dijo que la ganancia se correspondía con las expectativas basadas en un nuevo modelo comercial y una cartera de riesgo cautelosa.