La destrucción de la Amazonía brasileña no deja espacio para las dudas o el escepticismo, menos aún para las promesas de un presidente que ha demostrado no creer genuinamente que la preservación del pulmón del mundo sea una prioridad. Si bien la deforestación en la mayor selva tropical del planeta ya venía en aumento, desde que Jair Bolsonaro asumió el poder en enero del 2019 esta se ha disparado y no deja de romper récords lamentables.
Según datos del Instituto Nacional de Investigación Espacial (INPE), los incendios en la Amazonía brasileña acaban de tener el mes de junio más devastador desde el 2007. Los 2.308 focos de incendio registrados el último mes muestran un incremento del 2,6% respecto al mismo periodo del 2020.
MIRA: Amazonía brasileña sufre el peor foco de incendios forestales en 14 años
En total, Brasil alcanzó 10.851 km2 de deforestación el año que pasó, sus niveles más altos en las últimas dos décadas. La cifra equivale a casi cuatro veces la extensión de Lima metropolitana y más de dos veces la del departamento de Tumbes.
Pero las organizaciones ecologistas advierten que un peor panorama estaría por venir.
Ane Alencar, directora científica del Instituto de Investigación Ambiental del Amazonas (IPAM) de Brasil, explica que todas las actividades ilegales que avanzan en la Amazonía –desde la ocupación ilegal de tierras públicas hasta la minería ilegal dentro de las tierras indígenas– se traducen en crecientes tasas de deforestación e incendios.
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— mapbiomas (@mapbiomas) June 16, 2021
“El estado de la Amazonía es muy grave. Todas las actividades ilegales han creado una situación en la que las personas no creen que vayan a ser castigadas. Este tema tuvo un gran aumento en los últimos dos años, por lo que Brasil llegó a los más de diez mil kilómetros de deforestación en 2019 y 2020. No hemos tenido ese número desde 2008, por lo que estamos muy preocupados por lo que puede suceder en los próximos meses”, dice a El Comercio.
Explica que es probable que la situación empeore porque está a punto de empezar la temporada de incendios en la Amazonía “y porque este año tenemos la peor sequía en décadas, por lo que, si hay más gente talando el bosque, provocando fuegos, y si el clima es más seco y caluroso de lo habitual, es probable que las llamas se propaguen por el bosque y generen más incendios forestales en los próximos meses”, dice a El Comercio.
“La deforestación está creciendo a un nivel preocupante en el Amazonas”, dice, por su parte, Renato Grandelle, periodista experto en temas ambientales del diario brasileño “O Globo”. El reportero apunta que el año pasado, la tasa de deforestación fue la más alta desde el 2008 y, al ritmo actual, es probable que se bata otro récord.
“Más de 5 mil kilómetros de bosque han sido talados, según un estudio publicado esta semana por el Instituto de Investigación Ambiental de la Amazonia (IPAM), un área casi cuatro veces mayor que el municipio de São Paulo. Estamos en la estación seca, que este año probablemente será aún más pronunciada, debido al fenómeno de La Niña. Por eso, si alguien prende fuego a esta región, las consecuencias serán desastrosas”, agrega a este Diario.
Os estados que mais desmataram a #Amazônia em maio foram o Pará e Amazonas, respectivamente, que somaram 688 km² de desmatamento, 60% do total detectado na região.
— Imazon (@Imazon) June 18, 2021
Esse território de floresta destruído é semelhante, por exemplo, ao tamanho da cidade de Salvador. pic.twitter.com/cROEL0NsjI
La destrucción de la selva, que ha sido impulsada por personas que trabajan en minas ilegales y por madereros que despejan la tierra para el pastoreo de ganado, provocó indignación mundial en el 2019, cuando enormes incendios se mantuvieron activos durante semanas.
En efecto, la temporada de incendios, que suele alcanza su punto máximo en agosto y setiembre, ya está comenzando a acelerarse. Según la organización sin fines de lucro Amazon Conservation, se han registrado más de 20 incendios importantes registrados en lo que va del año.
El factor Bolsonaro
Aunque la magnitud del problema es evidente, Bolsonaro se pasó los primeros años de su gobierno abogando por una mayor urbanización de la selva y desoyendo las advertencias y los reclamos de la comunidad internacional, principalmente de Francia y más recientemente de EE.UU., con Joe Biden a la cabeza.
O presidente @jairbolsonaro defende mineração em terra indígena. O ouro da TI é vendido sem fiscalização, depois é “esquentado” e vira “legalizado”. Empresas com registro no BC compram o ouro “legalizado” e as revendem para fora ou para joalheiras de SP ou RJ. Entenda o esquema: pic.twitter.com/u7ZNLoLJlc
— Amazônia Real (@amazonia_real) June 26, 2021
Pese a que el mandatario moderó su postura hace unos meses y prometió combatir la deforestación ilegal, muchas de sus políticas –como regresar a las fuerzas militares a la selva para reforzar la represión de la tala y el desmonte ilegales– han sido criticadas por ecologistas. La reciente renuncia del ministro de Medio Ambiente, que estaría involucrado en la exportación ilegal de madera, tampoco ha ayudado.
El diario “The New York Times” resume las políticas medioambientales de esta forma: “Bolsonaro ha destruido el sistema de protección ambiental del país, socavado los derechos de los indígenas y defendido a las industrias que impulsan la destrucción de la selva tropical”.
Renato Grandelle considera que el “Amazonas está destrozado y cerca de llegar a un punto sin retorno”.
“El Ministerio de Medio Ambiente desmanteló los entes ambientales y se enfrentó a la Policía Federal, que hacía operaciones contra los delitos en la selva. En su lugar puso al Ejército, que no tiene la experiencia necesaria. El gobierno federal también dificultó la aplicación de multas, aumentando la sensación de impunidad. Con eso, y con la reducción de la aplicación de la ley, hay más conflictos por la tierra, y la población nativa está bajo una amenaza sin precedentes”, apunta a este Diario.
Ane Alencar es tajante al afirmar que “el gobierno de Bolsonaro tiene una gran responsabilidad” en la situación actual de la Amazonía pues -considera- su retórica y sus acciones le dicen a la sociedad que se puede hacer lo que se sea con el medio ambiente y no va a pasar nada.
“Al menos la mitad de los incendios son ilegales y ocupan terrenos públicos, por lo que para luchar contra eso hay que tener un mensaje muy claro de que este tipo de actividades delictivas no están permitidas. Pero lo que hemos visto es que todas las agencias que son responsables de cuidar el medio ambiente han sido disminuidas en términos de recursos y personal, también muchas políticas que supuestamente dan algunas salvaguardias para el medio ambiente, como las que no permitían la minería dentro de las tierras indígenas, han pasado por cambios”, explica.
“Irrecuperable”
La experta alerta que si se mantiene la tendencia en aumento de los incendios por deforestación las consecuencias para la sociedad amazónica, la sociedad brasileña y para el mundo serán devastadoras.
Por un lado, la sociedad local tendrá que respirar un aire contaminado durante la temporada de incendios, además de beber agua contaminada por las operaciones mineras, todo ello sin contar con la afectación de los ecosistemas si persiste la deforestación.
Además, Brasil ya se enfrenta a una gran presión por parte de la comunidad internacional, algo que ya está afectando al sector empresarial del país en términos de reputación.
Renato Grandelle agrega que “la devastación de la selva amazónica nos está acercando al punto de no retorno, es decir, a un momento en el que el daño a la vegetación será irrecuperable”.
Con ello, explica el periodista brasileño, la Amazonía perderá su capacidad de almacenar gases de efecto invernadero y los liberará a la atmósfera. “Será una consecuencia desastrosa, no solo para Brasil, sino para todo el planeta, dada la magnitud de la vegetación. Además, el Amazonas cuenta con un enorme número de especies endémicas, que no existen en ningún otro lugar del planeta. Si se deforesta el bosque, podemos enfrentarnos a una extinción masiva. Así pues, nos enfrentamos simultáneamente a una crisis climática y a una crisis de la biodiversidad”, sentencia.
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